—Su Majestad, ¿qué quiere decir con eso? —exigió la Reina Aurinda mientras irrumpía en el estudio del Rey. Su voz estaba colmada de frustración y confusión—. No puede simplemente...
—Si el Duque quería mantenerlo cerca entonces... que lo mantenga cerca. ¿Es necesario seguir con este asunto? —El tono del Rey estaba cargado de irritación mientras hacía señas a uno de sus asistentes para que le sirviera una taza de té. Se recostó en su silla, desviando la mirada hacia Lady Dorothy, que había seguido a la Reina al estudio. No hizo ningún esfuerzo por reconocer su presencia, eligiendo en cambio concentrarse en su esposa.
La ira de Aurinda se encendió, sus cejas se fruncieron profundamente pero no dijo nada.
—Está haciendo más y más calor, la nieve está empezando a derretirse. Ya es hora de prepararse para el invernadero. ¿Puedo saber cómo se encuentra Su Majestad? —Su voz destilaba acusación y decepción mientras intentaba cambiar de tema.