Dentro de los confines de la mansión, un tipo diferente de rumor había tomado protagonismo. No tenía nada que ver con la enfermedad que afligía a los soldados, sino que se centraba en cambio en las actividades del Duque y la Duquesa. Los susurros viajaban a través de los corredores, cada palabra impregnada de anticipación. El molino de rumores tejía historias de un anuncio inminente, uno que sin duda involucraría la perspectiva de un heredero.
Cuando Rosalind escuchó por primera vez estas especulaciones, se quedó sin palabras. ¿Un heredero? La idea le parecía absurda. Los eventos de la semana pasada habían sido un torbellino, y la noción de que ahora se esperara que quedara embarazada y produjera un heredero la dejó incrédula. ¿Qué estaban pensando estas personas?