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Cuando Lucas había advertido a Rosalind sobre los problemas que les esperaban, ella había esperado un desafío diferente —una tempestad de pasión y deseo que los consumiría a ambos.
Sin embargo, al abrir lentamente los ojos, el peso de su encuentro intenso se asentó sobre ella como una pesada carga. Su cuerpo se sentía como si hubiera atravesado una brutal tormenta, cada músculo doliendo con una intensidad que nunca había conocido.
Al intentar levantarse, el dolor se irradiaba a través de ella, amenazando con quebrantar su espíritu junto con su cuerpo. Luchó para levantar los brazos, encontrándolos débiles e irresponsivos. La realidad de su noche juntos la golpeó con toda su fuerza, y no pudo evitar preguntarse si esto era a lo que él se había referido.
Rosalind suspiró al reunir cada onza de fuerza para sentarse, su mirada escaneando la habitación en busca de Lucas. Para su pesar, él no estaba por ninguna parte.