La mirada de Lucas se intensificó, un destello de determinación se encendió dentro de sus ojos. —Mi presencia está afectando el fragmento dentro de ti. Debo encontrar una manera de extraerlo, para desentrañar la verdad de su origen —afirmó con firmeza, extendiendo la mano para tocar la de ella delicadamente—. Te lo prometo, Rosalind.
Ella permaneció en silencio, sus pensamientos girando en un mar de incertidumbre. Todo parecía tan turbio y esquivo, velado por el enigma de su pasado compartido. Incluso en su vida anterior, nunca se habían desplegado ante ella acontecimientos tan inexplicables.
—¿Cómo puedo ayudarte? —preguntó Rosalind, su voz teñida de preocupación mientras fijaba su mirada en Lucas—. Debe haber algo que pueda hacer para detener los sueños y visiones, ¿verdad? ¡Este era su cuerpo! ¡Debe haber algo que pueda hacer!
—No puedes —respondió Lucas, su tono cargado de un atisbo de resignación—. Ningún humano puede.