La voz de Lucas permanecía resuelta, su mirada fija en una amenaza invisible que acechaba más allá de su vista. —La barrera que nos separa de ellos —aclaró, el peso de sus palabras colgando pesado en el aire.
—¿Ellos? —Rosalind insistió, un atisbo de miedo infiltrándose en su voz.
Lucas tomó una respiración profunda, su voz llenándose de una inquietante mezcla de temor y furia. —Los demonios —confesó, sus palabras revelando una verdad oculta que puso su mundo de cabeza.
—¿Demonios? Los gruñidos se intensificaron.
—¡Lucas! —La intrusión repentina de otra voz rompió la atmósfera cargada. La mirada entrecerrada de Rosalind se desplazó hacia el recién llegado inesperado que se materializó ante ellos. Erguido y exudando un aire de atractivo innegable, el hombre vestía una túnica larga de color blanco que ondeaba a su alrededor. Su cabello largo y ébano caía en cascada como tentáculos de tinta, captando su atención.