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—¡Una más! —exclamó Lucas mientras Rosalind tropezaba y caía al suelo, jadeando por aire. La sesión de entrenamiento había sido dura, empujándola a sus límites físicos y mentales al borde.
—Yo... —la voz de Rosalind vaciló, su cuerpo temblaba de fatiga.
—Concéntrate, Rosalind —interrumpió Lucas, ignorando su palidez y ojos suplicantes—. En una batalla real contra un demonio, no tendrías el lujo de rendirte. Debes superar tus límites si deseas sobrevivir.
La mente de Rosalind se debatía entre emociones contradictorias.
Reuniendo las fuerzas que le quedaban, Rosalind se puso de pie, la determinación brillaba en sus ojos. Se negaba a dejar que el agotamiento la venciera.