Lucas asintió en acuerdo, sus ojos escaneando los alrededores como si estuviera evaluando las amenazas potenciales.
—Tienes razón —dijo, girándose para mirarla—. No sabemos qué tipo de peligros podemos enfrentar aquí, y quizás no tengamos otra oportunidad de hablar así.
—Además —ella agregó, intentando aligerar el ambiente—. Por alguna razón, podía sentir cómo el rubor le subía por el cuello. No es como si pudiera mantener estos sentimientos reprimidos para siempre. Podrían explotar fuera de mí como un volcán en cualquier momento.
—Además
—Guau —Lucas la interrumpió—. Hace tiempo que no te veía tan nerviosa.
—¿Nerviosa? —Su rostro se puso feo—. ¿Quién está nervioso?
—No yo —Lucas se encogió de hombros—. ¿Nos vamos? —preguntó.
—¿A dónde?
—A encontrar un buen lugar para entrenar —dijo Lucas.
—¿No estamos buscando una salida de este lugar?
—¿Para qué?
Rosalind parpadeó. ¿Y los demás? ¿Qué pasa con Huig y Magda?
Como si leyera sus pensamientos, él se rió.