Rosalind frunció los labios. Solo miraba a Lurea por unos minutos antes de comenzar a alejarse.
No valía la pena.
Hablar con alguien como Lurea, que también era una víctima de la crueldad de este mundo, simplemente no valía la pena.
—¿Qué quieres que haga con ella? —preguntó Lucas, quien había estado en silencio desde que ella comenzó a hablar.
—Quiero cada pedazo de información sobre la base de Ena. Luego mátala.
—¿Eso es todo?
—Sí.
—¿Deberíamos hacerla sufrir?
Rosalind se detuvo al caminar cuando escuchó eso. Luego miró su guapo rostro sonriente. —¿Me llamarías débil si digo que no? —preguntó ella.
—No —su respuesta fue inmediata—. Entonces hagamos eso.
—Gracias —sonrió Rosalind. Se sentía cálida. Se sentía segura.
—¿No vas a preguntarme sobre las reliquias?
—¿Me contestarás si pregunto?