—La marea de bestias se detuvo después de esa noche —comentó Magda justo cuando llegaron a las murallas que daban directamente al área del Norte. Normalmente, los locales se refieren a esta área como las Tierras de las Bestias.
—¿No es esa una gran noticia? —preguntó Rosalind.
—Sí, pero he oído que la de Cirid fue terrible. Así que me pregunto si fue porque el Duque se ocupó personalmente de la de Wugari. ¿Crees que la gente le tomará antipatía por haberse negado a ayudar a Cirid? —preguntó Magda.
—Él no se negó a ayudarles. Cirid rechazó su ayuda —o al menos eso fue lo que Rosalind había entendido al escuchar las palabras del Duque.
—Mi dama... señorita Magda —uno de los caballeros se inclinó ante ellas.
—¿Qué sucede? —preguntó Rosalind.
—Todos escucharon sobre lo que hiciste. Saben que también puedes sanar —respondió Magda.