—¿Cómo puede existir un lago como este dentro de este lugar? —Rosalind no pudo evitar preguntar cuando se acercaron al gran cuerpo de agua con innumerables faroles en su superficie. Cada farol tenía diferentes diseños y colores que creaban un deslumbrante conjunto de luces contra el oscuro telón de fondo del lago y el cielo nocturno.
—El mundo es un lugar maravilloso para vivir —respondió él. Él también estaba mirando los intrincados y delicados patrones recortados que permitían que la luz bailara sobre la superficie del agua. —¿Vamos?
Hizo un gesto hacia un pequeño bote junto a la orilla del lago.
—Nosotros somos
—¿Por qué no? —preguntó él antes de tirar de ella hacia el bote.
—No sé nadar —dijo Rosalind.
—Y sin embargo te atreviste a saltar de un acantilado —él hablaba de la primera vez que se conocieron y de la vez que la salvó cuando Victoria la secuestró.