—¿Qué hace ese hombre aquí? —Rosalind frunció el ceño al recordar el trato que había hecho el Duque con él. Sin embargo, tan pronto como lo vio, él fue rápido en desaparecer de su vista. Su rostro se tornó más feo.
—¿Qué era eso?
Por otro lado, un fuerte aullido capturó su atención. Miró hacia atrás mientras el sonido primordial resonaba por el entorno. Comenzó con un gruñido profundo y gutural que se intensificaba en ferocidad, subiendo de tono y volumen hasta estallar en un rugido ensordecedor.
Podía oír las cuerdas vocales de la bestia vibrar con una feroz intensidad, produciendo un sonido aterrador lleno de ira y agresión, mostrando el dominio y el poder de la criatura. Rosalind fue tomada por sorpresa. ¿Eso se consideraba normal?
—Podemos manejarlo —dijo Arriane—. Por favor sigue adelante.
Rosalind asintió y se apresuró hacia los barracones donde estaban el Capitán Gaudy, Elías y Valentín.
—Ya estás aquí —dijo Rosalind.
