El Duque soltó un suspiro de alivio.
—El Príncipe tiene la maldición —dijo Rosalind—. Y Federico está haciendo algo para ocultarlo de todos los demás. Otra concubina está involucrada, pero no tengo información sobre su identidad.
Rosalind recordó aquella cosa obscena que había escuchado en los templos. Entonces, de repente, pensó en el cuerpo duro de Lucas.
¿Qué tenía que ver esto con Federico y aquella concubina? Irritada, sacudió el pensamiento de su cabeza. ¡Está aquí por negocios! No para pensar en la anatomía de otra persona.
—Deberías darte prisa, Su Gracia —añadió—. El continente está cambiando más rápido de lo que puedas imaginar.
—Así que, tenía razón —suspiró él—. Realmente están ocultando algo así. ¿Van a hacerlo príncipe heredero, entonces?