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—¿Estás haciendo tus propios postres? —Rosalind casi no podía creer lo que oía cuando el Duque la llevó a lo que parecía una casa abandonada. Era una pequeña choza con una pequeña mesa, una silla, una pequeña cama y una cocina. Tembló de frío.
El hombre todavía estaba sin camisa y había estado actuando como si esta fuera una casa normal cuando claramente, este lugar había sido abandonado durante unos meses si no años. La casa estaba tan fría como la nieve afuera.
Cuando él no respondió, ella se encontró mirando su perfil lateral mientras él preparaba algunos ingredientes de su bolsa espacial afanosamente. Al ver esto, suspiró y encontró la capa que él usó para cubrirla cuando todavía estaban pescando. Se la lanzó y él la atrapó con su mano izquierda sin siquiera mirarla.
—¿Esto es? —levantó la ceja.