—¡Estoy diciendo la verdad! La mujer dijo que podía quitar el dolor —Jeames insistió.
—¿Cómo podría alguien tratar una maldición así? Incluso los Bendecidos
—¿Todavía vas a pensar en esas personas? —Jeames preguntó a Victoria.
—¡Cómo te atreves a interrumpirme! ¿Has perdido la razón? —Victoria siseó, sus ojos astutos entrecerrados. Casi inmediatamente, Loren apareció detrás de Jeames, un brillo de daga en su mano.
—He visto a Dorothy sufrir por la maldición, todo lo que quiero es que se sienta mejor —Jeames no planeaba retroceder. Miró a Dorothy que yacía en la cama.
Ya era de noche y el dolor una vez más estaba causando estragos en su interior. Se había desmayado y luego había sido despertada por el dolor otra vez. —Aceptémoslo, la Familia Lux te ha abandonado desde hace tiempo a ti y a Dorothy —agregó Jeames.