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—¿Su Santidad? —Rosalind tragó saliva. ¿Realmente estaba aquí un individuo Bendecido?
—No tengo conocimiento de ninguna persona Bendecida en el Norte en este momento —susurró el Duque.
Los dos se encontraban actualmente de pie sobre la cima de un árbol cerca del área donde estaba ocurriendo la lucha. Debido a su Bendición de luz, los demás no podían verlos, sin embargo, la bestia debió haberlos sentido antes. Quienquiera que fuera el que venía podría cambiarlo todo.
—Necesitamos salir de aquí —dijo ella en voz baja.
—Aún no podemos irnos. Quiero ver quién es el que se atrevió a venir al Norte para capturar bestias —Lucas sonaba frío y enojado. Ella lo miró y como siempre, no pudo deducir nada de su rostro.