—La señorita Lin es alguien que conocía el Duque —dijo el Sr. Montgomery después de que Rosalind se fue—. ¿Y aún así querías mantener esto en secreto de ese hombre? —levantó una ceja, sonriendo con suficiencia—. Ah... uno de estos días, te darás cuenta de que tengo razón. ¡Ese hombre es peligroso Pratt, necesitas tener cuidado si quieres mantener un secreto tan grande como este!
—¿Qué querías que hiciera, padre? —preguntó Pratt—. He jurado no contarle a nadie lo que vimos, y eso es justamente lo que haré. ¿Crees que habría vivido tanto tiempo si le chismorreara todo a él?
Por alguna razón, eso hizo reír al Sr. Mongomery. —Mientras sepas, muchacho. Mientras sepas. El Duque no es alguien con quien puedas jugar, pero yo no habría accedido a que te casaras con mi hija sin los principios que has demostrado. Ah... la pequeña Alma está mejor gracias a ella. Lo menos que podrías hacer es cerrar la boca y mantenerla cerrada hasta que mueras.