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—Si te dejamos entrar, todos perderemos nuestros trabajos.
Axel frunció el ceño, dando varios pasos hacia atrás. Levantó la cabeza, escaneando las ventanas y balcones visibles de la mansión.
—¿Dónde están Mamá y Papá? —preguntó sin quitar los ojos de la mansión.
—Estaban cenando.
—¿Y el pequeño ancestro? —Axel chasqueó la lengua irritado.
—La Señora y el Presidente todavía estaban persuadiéndolo —El mayordomo soltó un profundo suspiro—. Parece que el joven maestro se enteró del divorcio de sus padres. Por eso, estaba pensando en clonarse.
—¿Clonarse, qué demonios? —Axel lanzó una mirada fulminante al mayordomo, pero como un mendigo, no podía hacer nada. Era el segundo joven maestro, pero en este punto, su autoridad en la familia era demasiado insignificante. No es que alguna vez se deleitara con la idea de jerarquía en la familia, pero a veces era frustrante.
