Adrienne miró la tarjeta, pero no hizo ningún esfuerzo por aceptarla. Se le estaba entregando un boleto de tren expreso directo al infierno. Sin embargo, como ya había estado allí en su vida anterior, ¿cómo podría ignorar lo que le esperaba si usaba esta tarjeta? Si no hubiera sabido lo que la enfermera le estaba entregando, Adrienne se habría sentido conmovida por su preocupación.
—¿Señorita Jiang? —preguntó nerviosa la enfermera Nova, y solo ahora Adrienne fue capaz de ver más allá de la fachada de esta mujer. Tras esas sonrisas y gestos preocupados se escondía un corazón malvado y venenoso. Era obvio que no tenía buenas intenciones, pero Adrienne no lograba unir las piezas.