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Los niños eran inocentes y no habían cometido pecados contra la familia Qin. Sin embargo, Adrienne entendía que su mera existencia ya representaba una amenaza para los demás miembros de la familia Qin, lo que fácilmente podría haberse evitado si Richard Qin hubiera permanecido fiel a su esposa.
Adrienne encontró la mirada de Lennox, tan fría como la estrella del norte, su expresión pensativa. Posiblemente estaba pensando en otro plan en caso de que ella rechazara su oferta. Un hombre como él seguramente no aceptaría la derrota fácilmente.
—¿Hay un límite de tiempo? —preguntó. Si Lennox tenía prisa, preferiría no aceptar el trato. También tenía algunos asuntos personales que necesitaba resolver.