—Dante apenas había regresado al palacio al día siguiente. Mientras avanzaba por los pasillos, cada paso de sus zapatos negros era preciso y era escuchado por los sirvientes, quienes rápidamente se apartaban del piso antes de que él apareciera en el pasillo en el que estaban.
Antes de que Dante pudiera llegar a su habitación, se encontró con sus hermanos, Aiden y Emily, quienes hablaban en voces susurrantes.
—Hermano Dante, has vuelto —lo saludó Emily con una reverencia respetuosa mientras él notaba una sonrisa pegada en el rostro de su hermano menor—. ¿Está todo preparado para la guerra?
—Casi. ¿Qué están haciendo ustedes dos parados en medio del pasillo? —Dante les preguntó.