Durante varios segundos, Emily yacía allí congelada con una expresión atónita mientras miraba fijamente a la oscuridad, plenamente consciente de que Raylen la sujetaba con el brazo como si fuera un peluche.
—Raylen... ¿Sabes lo que estás haciendo? —preguntó Emily, intentando mantener la calma incluso cuando su cuerpo seguía calentándose y sus mejillas ardían.
—Intentando dormir pero siendo interrumpido por tu pregunta —la voz de Raylen tenía un tono interrogativo, ignorando flagrantemente el hecho de que se habían saltado todos los pasos.
—No. Me estás abrazando —dijo Emily, rodando los ojos.
—Pensé que era obvio, Princesa. Estoy abrazando a mi esposa —murmuró Raylen, su voz desvaneciéndose gradualmente como si hubiera encontrado una posición cómoda y estuviera listo para quedarse dormido.
—¡Raylen! —Emily lo reprendió, aunque a Raylen eso le resultó aún más encantador—. Pensé que íbamos a dar pequeños pasos.