Kiriel y yo nos conocimos cuando éramos niños. Me acerqué a él porque había un grupo de niños que se burlaba de nosotros por ser un poco distintos. Esos niños siempre le decían que deje de llamar la atención, se burlaban de cada cosa que hacía por más ordinario que fuera. Parte del problema radicaba en que él llegó como alumno nuevo en el último grado, lo que dificultaba su integración. Pero el grupo del que hablo ya se había metido conmigo antes, me dijeron zorra porque me teñía el pelo de rojo. Claro que eso no era verdad, pues nací así.
Daba igual, un día entendí que no bastaba decirles eso. Así que me escapé del salón y los esperé en esa parte del patio que los maestros nunca ven. Me trepé a uno de los árboles y aguardé paciente mientras la adrenalina crecía por lo que iba a hacer. Salté en el momento justo sobre su líder, él cayó al suelo boca abajo y me senté en su espalda. Los otros niños se quedaron mirando la escena con sus bocas abiertas.
–¡No te enseñaron a respetar! – recuerdo que le grité mientras le pegaba nalgadas.
Uno de esos desgraciados fue a buscar a las autoridades del colegio y casi fui expulsada esa vez. Llamaron a mi madre y a los padres del niño. De alguna manera ella consiguió que no me expulsaran. Cuando fuimos de regreso a casa en el auto le pregunté si me iba a castigar por lo que hice.
–¿Castigarte? Ah ya entiendo, se supone que lo haga ¿No?
–Sé que lo que hice estaba mal mamá –retorcía la falda del uniforme con mis manos.
–Si sabes que está mal ¿Por qué lo hiciste?
–No sé yo…–dije sin encontrar excusa.
–Te estabas defendiendo, no te voy a castigar por defenderte. Verás Alexia, te enseñan que todos deben ser respetados por igual, pero no es más que una fantasía. En el mundo real tenés que hacerte respetar aún si para eso tengas que hacer cosas incorrectas. Me dijiste que querés proteger a todos como yo, entonces nunca permitas que se metan con vos.
Nunca olvidaré lo que me dijo mi madre aquella vez.
Desde ese entonces, el grupo dejó de molestarme, aunque me veían con odio. Así que cuando ví a Kiriel ser acosado por esos niños no pude evitar sentirme identificada con él. Por eso, les dije a esos desgraciados que no se metan con él porque era mi amigo. Aunque a él no le hizo gracia que lo defendiera.
– No puedo ser amigo de una niña –me había dicho.
Entonces, le conté sobre cómo me molestaban por mi cabello y le dije que éramos iguales.
–Tenemos que ser aliados –le dije.
–Lo pensaré –me respondió.
Y al día siguiente, me dijo que estaba bien que seamos amigos.
Solíamos jugar, estudiar juntos e inclusive íbamos a la casa del otro a tomar la merienda. Recuerdo que estaba muy feliz cuando me enteré que él también iba a ser cazador.
Cuando terminamos la primaria, fuimos a la academia de cazadores juntos y entrenamos juntos. No sé exactamente en qué momento empecé a verlo diferente, tenía alrededor de 15 años. Él se había vuelto muy popular entre las chicas y no fui la excepción. Pero no pude decirle. Pensaba que era muy bueno para mí, en esa época yo era bastante patética. Incluso me dejé pisotear por sus novias de turno. Claro, él nunca lo supo.
No me alejé de él porque en serio creía que al menos tenerlo como amigo era un premio. Yo, una mestiza entre humano y entidad, no merecía más que eso.
Cursábamos el cuarto año cuando sus padres fueron a su última excursión en la ciudad abandonada. Lo que se encontró de ellos ni siquiera era suficiente para llenar dos cajones. El golpe fue muy duro para él y no volvió a ser el mismo. Su luz se había apagado. Él se mudó con un pariente que vivía en la ciudad y se alejó de todos sus amigos menos de mi. Me dijo que yo era la única familia que le quedaba y que no quería estar al lado de personas que sólo se acercan a él por interés.
Me sentía especial y me esforcé para ayudarlo. Lamentablemente, también me esforcé para ocultar el hecho de que soy una mestiza. Después de lo que pasó con sus padres no podía imaginar la reacción que tendría si se enteraba. Así que dejé de entrenar a su lado y me volví más femenina, como las otras chicas. Debo mencionar que incluso con ese cambio él siguió viéndome como su mejor amiga.
En el último año, él había mejorado mucho, no tenía el mismo nivel de popularidad, pero ya tenía un buen grupo de amigos. Aún así, todo fue en vano porque cuando terminó la escuela se fue a vivir al país de origen de sus padres y dijo que no volvería. Dijo que la ciudad le traía recuerdos de sus padres y que no quería cazar en esta zona.
Nos mantuvimos en contacto durante un tiempo, pero eventualmente dejamos de mandarnos mensajes. Al final, nunca pude decirle lo que siento y tampoco el hecho de que mi padre es un ente del otro mundo.
Todas las heridas que habían sanado se volvieron a abrir cuando lo ví cruzar esa puerta. Lo peor fue que tuve que hacer la expedición a solas con él. Estaba muy nerviosa. Ni siquiera noté cuando abandoné este plano.
Es difícil de explicar, de repente, todo estaba oscuro y en silencio. El piso parecía agua, pero no podía hundirme. Entonces una figura luminosa apareció frente a mí. Era una persona alta, su cabello caía como una cortina que llegaba hasta el piso de un color naranja desgastado y vestía túnicas de tonos azules y verdes. Él giró su rostro hacia mí y me miró a los ojos. Teníamos el mismo color de ojos.
–Alexia, no debiste encontrarte con esa persona.
–¿Qué? ¿Quién?
–Ella –él señaló a una mujer de vestido morado, largo hasta el suelo. Ella era la entidad del vídeo, pero su rostro era ligeramente distinto. –Usó un rostro parecido al tuyo para atraerte.
–Vaya, tu influencia aún es grande Teron –dijo la mujer. –No quiero enfrentarme a ti, así que por ahora me iré –ella se desvaneció.
–Tuviste suerte esta vez –me dijo el hombre girando completamente.
–No entiendo nada –le contesté.
–Lamento que me conozcas de esta manera, yo soy tu padre Alexia.
–¿Vos sos mi padre? ¿Dónde estamos?
–Estamos en tu cabeza, podrías llamar a esto un sueño. Ella te trajo aquí para meterse en tu cabeza, por eso es tan peligrosa.
–¿Y quién es?
–Se llama Yura, aún no sé de qué forma quiere utilizarte. Tal vez, sólo quiere hacerme daño.
–¿Es tu enemiga?
– Si, seguramente vino porque detectó tu poder. La energía del poder que usaste es similar a la mía, es fácil para nosotros darse cuenta. Por eso te advertí que no lo hagas. Ahora ya es tarde hija. Yura no se detendrá, debes evitar volver a encontrarte con ella.
–Esto es difícil de asimilar, tengo muchas preguntas ¿Vos te fuiste porque tenés muchos enemigos?
Él suspiró. –Ese fue un motivo, pero ya es hora de despertar, si sigues aquí el daño cerebral que sufrirás podría ser permanente.
–Sólo una cosa más ¿Cómo puedo hablar con vos?
Todo volvió a ser calma y oscuridad.
Alexia Lambert abrió sus ojos después de estar alrededor de dos horas inconsciente. Kiriel, quien ya había alertado al resto del equipo de su estado, la observaba preocupado. Él esperaba que los demás llegaran para recogerlos. Ella se incorporó mientras que el hombre relajaba su expresión.
–¿Estás bien? –preguntó él.
–Sí, eso creo.
–¿Qué te sucedió?
La mujer tardó en responder, ella observó cómo su ropa estaba manchada de sangre. Kiriel no estaba informado del verdadero motivo de la expedición, decirle la verdad conduciría a más preguntas. Ella se sentía tan cansada y con un dolor de cabeza tan fuerte que sus nervios desaparecieron.
–Me empecé a sentir mal y luego, no recuerdo bien qué pasó –dijo con seguridad.
–¿Estabas mal y aún así viniste a la expedición?
–Bueno, no esperaba que resultara así –ella dejó que él saque sus propias conclusiones, para Alexia no era nuevo mentirle a su amigo.
Entonces, la joven vió que todas sus cosas estaban allí, dentro de esa pequeña cueva entre los escombros de los edificios destruídos.
–¿Me trajiste junto con todo esto? –preguntó ella sorprendida.
–Si, pensé que este sería un buen refugio, se han escuchado ruidos afuera, creo que hay entidades alrededor.
–Muchas gracias Kiriel –dijo ella sonriendo mientras sus mejillas blancas se teñían de rubor.
–No es necesario que agradezcas –él miró detenidamente su rostro. Ella sonrió con sinceridad después de mucho tiempo y él recordó cómo solían ser antes. –Por cierto, hay algo que quiero preguntarte…
El joven fue interrumpido por una voz a través de la radio que llevaba para comunicarse.
–¿Hola? ¿Aún están ahí?
–Sí, acá estamos –dijo Kiriel apresurándose a contestar –Alexia ya despertó.
–Eso es una buena noticia porque llegamos al punto de encuentro, pero su zona está llena de entidades, tienen que venir hasta acá con cuidado.
–¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? –preguntó Alexia a Kiriel.
–Fueron dos horas ¿Cómo te sentís?
–Estoy mucho mejor, puedo pelear.
–Solo ven detrás de mí, lleva tu arma por las dudas, pero yo te voy a cubrir.
–Claro, eso haré –ella estaba muy agotada para discutir en ese momento.
La cazadora se puso su mochila y tomó su larga guadaña. Ella se mantuvo detrás del joven mientras salían del túnel de escombros en el que se metieron. Antes de llegar a la salida, Kiriel le dió el GPS que marcaba a dónde debían llegar. Ella lo memorizó mientras terminaban de salir al aire libre, luego lo guardó.
Avanzaron alrededor de 50 metros hasta toparse con una entidad que los humanos describirían como un simio con cabeza de cerdo y que medía alrededor de un metro con sesenta centímetros. Kiriel lo derribó de un disparo en la cabeza, así que siguieron su camino.
Enseguida comenzaron a aparecer más entidades del mismo tipo que los observaban sin atacar. El joven comenzó a derribar a los que estaban más cerca de ellos. Una entidad salió de las sombras y le lanzó un gran pedazo de concreto al cazador. Su compañera lo estiró de la ropa para que pueda esquivarlo. Las demás entidades comenzaron a chillar y se abalanzaron sobre ellos.
Kiriel tenía buena puntería, pero eran demasiados. Al ver que él se quedó sin balas, Alexia corrió rodeándolo y comenzó a agitar su guadaña, cortando todo a su paso.
–¡Corre! –le gritó a Kiriel mientras limpiaba el camino.
Las entidades comenzaron a dispersarse y ellos fueron capaces de correr una gran distancia sin toparse con nadie. Enseguida vieron el camión que los fue a buscar.
Pero se hallaron nuevamente rodeados de entidades. Estas eran mucho más grandes. Se trataba de monstruos cuadrúpedos de extremidades muy largas que fueron atraídos por el sonido del motor. Además, tenían bocas muy grandes con dientes extremadamente afilados.
El resto del grupo se encontraba rodeando la camioneta en silencio. El retumbar de los pasos de Alexia y Kiriel hizo que se volvieran la presa de esos depredadores.
Uno de ellos saltó encima de los jóvenes, pero fue derribado por un tiro certero de Kiriel que ya había recargado su pistola. Otro saltó justo enfrente de ellos, así que la cazadora apoyó el cabo de la guadaña del lado de la cuchilla y saltó sobre este. En el aire fue capaz de cambiar la dirección de la cuchilla para clavarla en el lomo del monstruo. Al retirar el arma terminó de rematarlo. Las otras entidades que estaban merodeando la zona sintieron el olor de la sangre y se fueron alejando lentamente.
El equipo de la expedición finalmente se había reunido para regresar.
Una vez en el camión Alexia, Regina y Raimundo se sentaron del mismo lado. Aún así, todos miraban cómo la cazadora más exitosa del país tenía la ropa manchada con su propia sangre.
–Entonces ¿Qué fue lo que te pasó? –preguntó Raimundo dirigiéndose hacía su prima.
–Realmente no lo recuerdo muy bien, de pronto me sentí mal y entonces perdí el conocimiento.
–¿Irás con el médico de la base? –le preguntó Kiriel.
–Sí, sí, eso haré –respondió ella rápidamente.
–Yo puedo acompañarte –dijo Kiriel.
–No, yo lo haré –dijo Regina –ella es mi mejor amiga después de todo –ella y Alexia se miraron con complicidad.
–Esta vez iré con ella.
–Lo entiendo –dijo Kiriel –pero manteneme al tanto.
Ian observaba a Alexia en silencio y cuando Kiriel se percató de ello, él simplemente desvió la mirada al suelo.
Al llegar, las mujeres del equipo entraron al cuartel mientras que los hombres se quedaron hablando afuera.
–Kiriel pensé que nunca volverías ¿Qué tal si vamos a beber al pub que está cerca de acá? –preguntó Raimundo animado.
–¿No te importa el estado de tu prima?
–¿Qué decís? Ella no es una chica frágil, además, viste cómo saltó.
–Bueno, iré –dijo Kiriel.
–¿Y vos? ¿También venís? –le preguntó Raimundo a Ian.
–Otro día Rai, ahora tengo cosas que hacer –respondió él antes de irse al cuartel. Kiriel lo siguió con la mirada.
–¿Y vos? ¿Cómo era tu nombre?
–Soy Carlos, también voy.
–Perfecto ¡Vamos! –Raimundo se adelantó sólo hacia el pub, los demás lo siguieron.