Alexia le había escrito a Kiriel que tenía algo importante que decirle. Él sentía esto como un deja vu, pues antes de irse, ella le había dicho lo mismo. Él recordaba con claridad como ella lo miró a los ojos por un instante y su rostro reflejaba preocupación. Sin embargo, sus amigos de esa época los interrumpieron y ella lo dejó ir sin decirle nada.
En ese momento, se sentó en su cama y se dio cuenta que ellos no habían acordado un horario para reunirse. Él se apresuró para tomar su teléfono, por poco su mano torpe lo deja caer al suelo, pero logró escribir <¿podemos reunirnos en la mañana?>. Él contó cada segundo hasta que ella respondió que pase por su casa a las 10 AM. Aún eran las seis y él comenzó a prepararse. Sonrió al notar que ella tampoco había dormido mucho ¿Desde cuándo se había vuelto así?
–Tal vez debí cancelarle –susurró Alexia aún acostada en su cama. No logró dejar de pensar en las palabras de su amigo. Aunque le parecía cruel, sentía que había verdad en ellas. Aún así, sabía que ,como suelen decir, no podía tapar el sol con un dedo. En aquel tiempo nadie sabía sobre su padre, pero ahora sólo era cuestión de tiempo para que él se enterara. La mujer suspiró y cerró sus ojos –igual no somos nada, ya se fue una vez y dijo que no volvería.
Alexia despidió a su madre y comenzó a prepararse. Ese día haría calor por lo que no se contuvo en enseñar su piel. Aunque sabía que iba a llamar la atención, ella usó un top y un short ambos de color negro. La piel de Alexia fácilmente se veía más pálida de lo normal debido a su resistencia natural a la radiación ultravioleta. Ella solía camuflar esto con maquillaje, pero ese día decidió no maquillarse. Mientras tanto el tiempo parecía dilatarse con cada segundo que pasaba, ella se sentó en los escalones de la entrada de su casa a esperarlo.
Kiriel llegó antes de la hora esperada, ella se paró al verlo y él se congeló por un segundo. Pero, ella no lo notó. La mujer mordió su labio inferior para calmarse y luego sonrió como siempre. Para él todo pasó en cámara lenta, pero algo no le cuadraba. El hombre sintió una sensación extraña.
–Llegaste temprano –dijo Alexia –estaba muy ansiosa por verte –Ella iba a abrazarlo como en su anterior reencuentro, pero se detuvo al ser consciente de lo que estaba por hacer.
–Yo también estaba muy ansioso, hace mucho que no nos reunimos así –él se inclinó y le dió un beso en la mejilla. Luego tomó su mano –Encontré un lugar nuevo cerca de donde solíamos reunirnos, vamos a desayunar ahí.
–Si, será interesante.
Durante el camino ella evitaba mirarlo, le ocultaba tantas cosas que le era difícil continuar así. Además, aún le seguía gustando. No consiguió relajarse mucho, pronto llegaron al lugar. Era una pintoresca pastelería y cafetería. Las mesas eran pequeñas y redondas cuyas patas estaban adornadas con líneas contorneadas al igual que las sillas.
–Es lindo ¿No? –dijo Kiriel.
–Si, no tenía idea de que existía este lugar… –ella se corrigió rápidamente –como no suelo desayunar o merendar fuera de casa.
–Entiendo.
Entraron para ordenar un desayuno completo y luego se sentaron afuera del local para tener más privacidad, pues adentro ya estaba lleno.
–Hay algo importante que quiero decirte –dijo Kiriel.
–Disculpa por interrumpirte, pero justo tengo que ir al baño –contestó ella con una sonrisa forzada.
–Está bien.
Ella se fue rápidamente y se mojó la cara, entonces pudo notar cómo temblaban sus manos. Respiró profundo y exhaló, luego abrió y cerró sus puños. Suspiró y al salir casi se choca con la camarera. Al sentarse nuevamente fingió que todo estaba bien.
–Ya está ¿Qué me ibas a decir?
–Yo –Kiriel que tenía una expresión seria, la miró a los ojos –quiero pedirte perdón por haberme ido de esa manera y dejarte aquí sola.
Los labios de Alexia temblaron por un momento y sus ojos se humedecieron, pero enseguida esbozó una sonrisa y una expresión despreocupada –Está bien, no te preocupes por eso, tampoco es que me haya quedado sola.
La cara de Kiriel cambió en el instante en que notó lo que ella estaba haciendo, pero antes de decir cualquier cosa llegó su desayuno por lo que rápidamente disimuló frente a la camarera. Alexia no alcanzó a verlo y se atragantó con capuchino frío cuando finalmente él le habló.
–¿Qué me estás ocultando?
–¿Qué? –dijo ella después de toser. El rostro del hombre daba miedo, se notaba que estaba enojado.
–Antes estaba tan centrado en mi mismo que no podía ver que me mentís tan descaradamente –ella se estremeció, su voz sonaba más grave de lo normal, nunca lo había visto reaccionar así –"está bien, está bien, no te preocupes" ¿Qué clase de reacción es esa?
Ella frunció el ceño y apretó los labios, luego respiró profundo y exhaló –Es verdad, aunque te disculpes, no podemos volver a como éramos antes –la expresión de Alexia se relajó –hay algo sobre mí que nunca te había dicho. En realidad, pocas personas lo saben y si no te digo ahora seguro te vas a enterar por alguien más.
–¿Qué es? –preguntó impaciente.
Ella bajó la voz –mi padre es un ente del otro lado.
Él se quedó en silencio, pero su enojo se disipó. Ella continuó hablando –después del accidente de tus padres…
–Eso no fue un accidente –la interrumpió él, su voz sonaba como si se fuera a quebrar –ellos fueron asesinados por entidades.
–Por eso no te lo dije –continuó ella –tenía miedo de que te alejaras de mí, aunque al final no pude evitar que te fueras.
Él se quedó en silencio, lo cual sorprendió a Alexia pues pensó que él iba a levantarse e irse. En cambio, el desayuno de esa mañana fue muy incómodo. Incluso al momento de pagar la cuenta ellos no se hablaron y cuando parecía que se iría cada uno por su cuenta, él le tomó la mano a Alexia.
–Vamos a la plaza donde solíamos reunirnos.
–Está bien –contestó ella.
Mientras caminaban él comenzó a hablar –Sé que fui bastante egoísta al irme. Al principio estaba convencido de que era lo mejor hacer mi vida allá, pero pronto comencé a vivir en piloto automático. Cuando no estaba trabajando intentaba relacionarme con otras personas, pero todo era muy distinto y no conseguí hacer ni un amigo. Dejé de responderte cuando cambié de número y creí que si no seguía hablando con vos podría olvidar todo lo que pasó. Pensé que de esa forma me iba a adaptar mejor a mi nueva vida. Luego de un tiempo, me dí cuenta de que mis mejores recuerdos eran con vos y la gota que rebasó el vaso fue ver a un compañero morir frente a mí. En su funeral, me dí cuenta de que no tenía ninguna excusa para seguir viviendo así.
–Seguro fue bastante duro.
Él suspiró –El punto es que no quiero seguir tomando decisiones erróneas por no superar el pasado.
–¿Qué sería erróneo Kiriel? Si no volvemos a vernos lo entenderé.
–No digas esas cosas.
–Siempre supe a lo que me enfrentaría si revelaba mi verdadero origen y tampoco quiero ser tu amiga como antes así que…
–No me importa si sos mitad entidad o no, estuve investigando sobre eso, es sólo que no me esperaba que dijeras eso.
–¿Qué creíste que iba a decir?
Estaban justo debajo de la sombra de un árbol de Acacias, ella fue consciente del sutil aroma mientras esperaba su respuesta. Él se giró quedando cara a cara con ella, sus labios se curvaban en una pequeña sonrisa y sus ojos grises tenían un brillo especial.
–Pensé que dirías que estabas enamorada de mí, tal vez si lo decías aquella vez en la fiesta me hubiera quedado –él la miró a los ojos –dijiste no querías volver a ser mi amiga ¿Qué querés que seamos?
–Aún no lo sé –ella se ruborizó –todavía estoy enamorada, pero si te vas a ir de nuevo, no quiero nada –Alexia le devolvió una mirada seria.
–No me voy a ir, no quiero que volvamos a separarnos –él le acarició la mejilla –la razón por la quería reunirme con vos hoy era para decirte que solo pienso en vos y que quiero que empecemos algo.
Ella se mordió el labio inferior –¿Estás seguro?
Él se inclinó y rozó los labios de ella con los suyos –Si.
Alexia rodeó el cuello de él con sus brazos –te extrañe mucho –dijo para luego besarlo, él correspondió abrazando su cintura. Sellando su reconciliación a la sombra de las acacias.
Tras la confesión buscaron un banco para sentarse, ellos se sentaron enfrentados como solían hacerlo cuando hablaban de cosas interesantes en el pasado. Él le pidió que le cuente cómo había sido su vida cuando no estuvo. Ella le contó que se volvió muy buena cazando gracias a que era más fuerte y más ágil que cualquier humano. Rápidamente y sin prevenirlo la charla viró hacia los hechos de aquella noche.
–¿Qué fue lo que te pasó esa vez? –preguntó Kiriel –me asusté al ver tu sangre, pero se supone que sos más resistente ¿No?
–Eso es complicado, aún no sé bien del tema. Había caído en un trance por el ataque de una entidad humanoide desconocida. Me dijeron que la solución es irme lejos, pero no quiero.
Él la abrazó –Ahora estamos juntos, podemos ir a donde sea.
–Gracias Kiriel –ella lo miró a los ojos –sos el único por el que dejaría todo para tener una vida tranquila.
Ella le dió un beso y él otro –me halaga que quieras tener una vida tranquila conmigo –dijo él –tengo experiencia migrando, sólo decime a donde querés ir.
–A donde sea –respondió ella.
–Haré los preparativos cuando llegue a casa.
En ese momento ella recordó algo y miró su celular.
–¿Tenés que irte? –preguntó Kiriel al ver que tenía mensajes de su madre.
–Tal vez –dijo ella –aunque quisiera pasar todo el día con vos.
–Tranquila, te acompaño hasta tu casa, la mía está a un par de cuadras.
–Gracias –dijo ella mientras se levantaba.
Kiriel y Alexia llegaron de la mano a la casa de ella.
–Tenemos que acordar cuándo nos vamos a ver de nuevo –dijo Kiriel.
–Te voy a escribir –respondió ella a punto de darse la vuelta para entrar.
Él se acercó y le susurró con una sonrisa –tenés que ser más exigente a la hora de enamorarte.
Ella rodeó su cuello con sus brazos y besó sus labios fugazmente. La cara de él se teñía de rojo y sus labios hormigueaban. Ella sonrió al ver su cara de tonto –lo seré –dijo Alexia y se dieron otro beso como despedida. Esta vez, tardaron más en separarse.
Esa noche ambos se sintieron plenos cuando se acostaron en sus camas, todas sus preocupaciones pasaron a un segundo plano y sentían que por fin la vida los estaba recompensando. Lamentablemente, ninguno de los dos había notado que algo del fondo se estaba quemando pues el camuflaje de Yura había sido impecable. Esa mesera que estaba en segundo plano o aquél transeúnte que formaba parte del paisaje. Ella definitivamente tenía un don para hallar las debilidades de sus oponentes.