A pesar de no poder dormir, Kiriel Foster estaba exhausto. Los hechos de esa noche y un recuerdo recurrente lo pusieron ansioso. Miraba la foto de perfil de Alexia ¿Qué le diría? ¿Por qué no podía hablarle como antes? Él respiró profundamente y contuvo el aire, entonces entró al chat y escribió <
A la mañana siguiente, Ian fue a buscar a su amiga como prometió, la diferencia fue que Regina también se unió al viaje. Alexia y él iban cantando canciones y hablando de trivialidades mientras que Regina durmió las 4 horas del viaje. A la par que hablaba con Ian, Alexia le respondía los mensajes a Kiriel <
La casa en donde Ian Robles pasó su infancia tenía un aspecto colonial con un colorido jardín al frente. Los jóvenes pudieron apreciar la fragancia floral al bajarse del auto. La madre de Ian salió pronto a recibirlos. A pesar del enorme lugar ella parecía ser la única que estaba allí. Tenía el aspecto de una jovencita de baja estatura y sonrisa amable. llevaba una camisa floreada y jeans descoloridos, además, compartía con su hijo el color de su cabello y de sus ojos. Sin embargo, su mirada tenía un brillo distinto. Ella tenía la mirada perdida como si pudiera ver más allá de la realidad misma.
Tras ver a la mujer, Regina y Alexia intercambiaron miradas inmediatamente. Ellas tardaron en responder el saludo y se las notaba en un estado de alerta. La mujer les sonreía mientras les invitaba a pasar.
–He preparado el desayuno, los estaba esperando –dijo la madre de Ian con una voz tranquila.
–Gracias por recibirnos señora Robles –dijo Alexia sonriendo.
–Ah, si gracias doña –dijo Regina.
–No tienen que ser tan formales, pueden llamarme por mi nombre, soy Lina.
–Claro –respondió Alexia.
–Mamá estamos aquí por información, no pretendemos quedarnos mucho tiempo.
–No me digas que hicieron un viaje tan largo solo para escuchar viejas historias –el rostro de la mujer se volvió serio y su mirada se oscureció –por favor, siéntense –ella extendió su mano para indicarles que sentaran alrededor de la mesa que había preparado.
Ian suspiró y pasó primero. Alexia y Regina se sentaron junto a él mientras que la mujer se sentó frente a ellos.
–Espero que entiendan que no me gusta hablar de estos temas –comenzó a decir ella –pero si les puedo ser de ayuda no hay más remedio ¿Qué quieren saber?
Alexia miró a Ian esperando su aprobación para hablar.
–Alexia tuvo un encuentro con la entidad de la que habló papá –dijo Ian.
–Supongo que alguien te salvó en el momento justo –le dijo Lina a Alexia.
–Así es –respondió ella –pero cómo…
–Estás aquí, alguien con tu nivel no podría escapar de Yura –dijo Lina.
–¿Con mi nivel?¿De qué está hablando?
–¿Acaso tus padres no te hablaron de eso?
–Es obvio que no –dijo Alexia frunciendo el ceño y bajando la mirada.
–¿Ian por qué no le dijiste? –preguntó Lina.
–Ella nunca me preguntó –se excusó él.
–Bien, esto será aburrido –dijo Lina mientras agarraba la cafetera –los humanos suelen llamar entidad a cualquier cosa que salga de la grieta, pero nosotros nos llamamos iluris, seres con un poder capaz de moldear al mundo. Además, la naturaleza tiene reglas para regular nuestra existencia. Primero, existen dos categorías de poder, la física y la espiritual. No se puede cultivar ambos. Segundo, a mayor poder, mayor resistencia. Los poderes de los demás te afectan menos. Y tercero, el poder se hereda. Cuando los iluris tienen hijos se debilitan hasta morir mientras que sus hijos heredan todo su poder. –Ella miró fijamente a Alexia –vos no tenés la resistencia suficiente para escapar del ataque de Yura –dijo Lina.
–Ahora lo entiendo –dijo Alexia –pero algún día heredaré todo el poder de mi padre ¿No?
Ian miró a su madre esperando sus próximas palabras mientras que ella lo miró fugazmente con un gesto de disgusto –Eso es poco probable ya que al ser mitad humana por parte de tu madre tu cuerpo naturalmente rechaza ese poder. Mi hijo tiene más posibilidades de heredar todo el poder que poseo, pero él se niega a aceptarlo. Vos, en cambio, ni siquiera volviendo a nacer podrías heredar tanto poder.
–Eso no es del todo cierto –intervino Regina.
Alexia se apresuró a tomar su mano –no tenés que defenderme, ella sólo quiso decir que no tengo posibilidades frente a Yura.
Regina se detuvo y cruzó los brazos tras un largo suspiro.
–Mejor cambiemos de tema –dijo Lina –escuche sobre tus hazañas Alexia, aunque no tengas tanto poder no eres débil y me alegra que hayan venido hasta acá –ella sonrió –yo conocí a tu padre antes de cruzar para este lado.
–Él fue quien me salvó de Yura –comentó Alexia –pero no entiendo ¿Qué relación tienen ellos?
–Ellos son hermanos, Terón y Yura son hijos de alguien a quien llamaban el dios loco, fue un iluri que cultivó tanto poder que se volvió loco –Lina tomó un sorbo de café –aunque no son sus únicos hijos, ellos nunca se llevaron bien. Yura fue la última hija del dios loco y por ende la más débil, pero logró desarrollar al máximo su poder espiritual. Para ella entrar en la mente de los demás es tan fácil como respirar. En aquellos tiempos tu padre la mantenía a raya, pero en cuanto vio la oportunidad ella se fue lejos a donde nadie pudiera detenerla y comenzó a hacer un ejército de zombies. Supongo que aún no tiene la cantidad suficiente como para invadir el territorio de tu padre, tal vez por eso te está buscando.
–Eso es escalofriante –dijo Alexia.
–Entonces esto aún no termina –dijo Regina –esa entidad no va a parar hasta que Alexia sea un zombie ¿No?
–No sabemos bien sus planes, no podemos asumir nada –dijo Lina –esa iluri es muy astuta, lo mejor sería que Alexia esté fuera de su rango, tal vez, deberías cruzar el océano.
–¿Eso realmente garantiza que no vaya a encontrarme? –preguntó Alexia.
–Por supuesto,la grieta que está del otro lado del océano cruza por otro territorio, está realmente lejos. Además, los iluri no interactúan con humanos cuando el idioma es muy diferente, por eso es una zona mucho más segura.
–Llevas mucho tiempo trabajando –dijo Ian –podes irte unos meses de vacaciones.
–Lo ideal sería que se vaya a vivir allá –contestó Lina.
–Lo voy a pensar –dijo Alexia.
Más tarde, Ian invitó a sus amigas a recorrer la casa donde pasó toda su niñez. Era una casa de estilo antiguo y tradicional. Sus detalles estaban hechos en madera y tenían armonía con el color blanco de sus paredes. La amplia iluminación le daba una vibra alegre al ambiente. Además, el exquisito aroma floral estaba impregnado en cada rincón.
Alexia y Regina admiraban el hermoso jardín interno al cual daban todas las habitaciones del hogar. Ian les hablaba de anécdotas de su infancia, hasta que fueron interrumpidos por el timbre de llamada de un teléfono celular. Resultó ser el de Regina que se apresuró a responder y huir a un lugar apartado para hablar.
Alexia e Ian se quedaron solos mirando cómo ella salía dando pequeños saltitos.
–Creo que está saliendo con alguien –dijo Ian.
–Supongo que nos dirá cuando se sienta lista.
Ian suspiró –Me pregunto cómo se sentirá estar así.
–¿Enamorado?
–Sí… –él cruzó los brazos mirando hacia donde estaba su amiga como si ella hubiera dejado algún rastro de su presencia –a veces me hago esa pregunta.
–No es tan bueno como parece…
–Tenés razón, debe ser algo sobrevalorado.
–¿De verdad nunca te enamoraste de nadie? –preguntó Alexia intrigada.
–Así es, no conocí a nadie que me hiciera sentir de esa manera.
–¿Cómo sabes?
Él suspiró –cuando me mudé a la ciudad, todos me miraban distinto, como si tuviera algo mal. A diferencia de vos que ocultas el hecho de no ser humana, no tuve ese beneficio y así como las personas me ven mal… –él bajó sus párpados y miró al suelo buscando la manera de terminar su respuesta –solo veo extraños, no puedo sentir nada por nadie.
–Si no sentís nada por los demás ¿Por qué salvaste a tantos cazadores entonces ?
–Cuando los salvé, no lo hice por ellos, simplemente pensé en qué sería de mí si no los salvaba, no tengo un sentido moral tan marcado como vos. Aunque, me pregunto si seguirías siendo así cuando todos sepan la verdad.
–La forma en la que me mire la gente no va a cambiar mi forma de pensar, no soy cazadora por cómo me miren los demás. Entiendo tu punto de vista, pero no lo comparto, las personas nos tienen miedo porque somos mucho más fuertes.
–Ay querida, no es sólo eso, los humanos repudian a cualquier ser inteligente que no es de su especie. Claro, hablo de la gran mayoría. Si no fuéramos fuertes, ya nos habrían eliminado como a cualquier otra entidad.
Ella abrió la boca, pero luego la cerró y se cruzó de brazos –tal vez… –dijo finalmente.
–No entiendo por qué mi madre ama este lugar, a veces tengo ganas de cruzar la grieta y perderme del otro lado.
–Estás idealizando el otro lado porque no lo conoces –dijo Regina que volvía de hablar por teléfono.
–Ya sé, pero, al menos no me sentiría tan fuera de lugar como acá.
–En realidad no lo sabes –contestó Regina.
–Que bueno que volviste –le dijo Alexia –este chico pesimista dijo que no sentía nada por nadie, como un psicópata.
–¡Ey! Yo no lo decía por todos –se apresuró a decir él.
Regina sonrió –Creo que también tendrías que irte de vacaciones con Alexia, estás muy tenso.
–Ojalá fuera tan simple –él suspiró –Alexia no lo dice, pero al final terminará pensando como yo, todo de cómo reaccione ese chico al saber la verdad.
–Te fuiste al carajo –dijo Alexia –creo que ya es momento de volver a casa –ella se fue del lugar dejando a Ian y a Regina solos.
–Todos sabemos eso –dijo Regina –pero no tenías que decirlo así.
–Vamos –dijo él.
Regina lo detuvo –Si te seguís compadeciendo de vos mismo de esa manera te vas a quedar sólo.
–Sé que hablé de más, no tenés que decírmelo.
–Yo creo que todavía no lo entendés, hay mucha gente a la que no le importa todo este asunto de los mestizos, incluso hay gente que no cree en las entidades porque viven muy alejados de la grieta.
–Ya entendí tu punto Regina, vámonos.
Ellos fueron detrás de Alexia, quien se estaba despidiendo de la madre de Ian. La mujer les dijo que la próxima vez que vayan se queden a dormir y ellos prometieron que lo harían.
El viaje de regreso fue bastante silencioso, hasta que Ian decidió disculparse con su amiga. Él le prometió a Alexia que le compensaría el mal rato.
–No es para tanto –dijo ella –lo que más me dolió es que recordaras que tengo que decirle.
–Si te rechaza sólo por eso –dijo Ian –entonces nunca valió la pena, ni como amigo, ni como hombre.
–Eso –dijo Regina –decirle que sos parte entidad sólo es una prueba de rigor. Además, seguro vas a encontrar alguien que no tenga problema con eso… vos también Ian.
–¿Lo decís por experiencia? –preguntó Alexia.
–Aún no es oficial, pero podría decir que sí.
Alexia e Ian comenzaron a preguntar de quién se trataba, pero no consiguieron averiguar nada.