Había un bar a quinientos metros del cuartel de los cazadores que siempre tenía sus puertas abiertas. El ambiente estaba perfectamente climatizado, lleno de murmullos alegres de personas que celebraban el estar vivos. Tres caballeros conversaban sentados en la barra de madera pulida. Uno de ellos destacaba por su cabello rubio y su incesante parloteo. El único que dejaba calentar su chop de cerveza mientras informaba de las últimas noticias a sus colegas, Raimundo Lambert.
–¿Tienen planes para la semana de descanso que nos dieron? –dijo Raimundo –yo planeo pasarla con mi amante secreta, les diría quién es, pero ella me pidió que no saque a la luz nuestra relación. No la entiendo, normalmente las mujeres quieren lo contrario.
–¿Tiene pareja o está casada? –preguntó Carlos.
–No, claro que no.
–Tal vez también tiene otras parejas secretas además de vos.
–¿Vos decis? No parece ese tipo de mujer.
–Esas son las más tramposas –respondía Carlos.
Kiriel estaba sumido en sus propios pensamientos. Él recordaba cómo ese hombre de cabello turquesa miraba a su amiga. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que habló con ella, tal vez, ella ya tenía pareja y él no lo sabía.
–¿De verdad no podes decir el nombre de la mina? –preguntaba Carlos –por ahí yo se algo de ella ¿Cómo te vas a enterar si está con otro si no podes revelar su nombre? Es muy sospechoso.
–Ya te dije que no voy a decir quién es, no insistas –Raimundo tomó un trago de cerveza –además, si tiene a otro le voy a mostrar que yo soy el mejor partido.
–Amigo, siento pena por vos.
–¿Qué decís Rai? –Kiriel se metió en la conversación.
–Lo que escuchaste Kiriel.
–Pero ¿Y si se va con otro?
–Eso no va a pasar, estoy seguro, no van a convencerme de lo contrario.
–Quisiera tener tu seguridad –replicó Kiriel.
–¿Ah? –sonrió el joven Lambert con picardía –¡Ahora caigo! Vos volviste por mi prima ¿No?
–No quiero arruinarte los planes amigo, pero es mejor que te olvides de esa mujer. Estoy seguro de que sale con ese monstruo que es mitad entidad.
–¿A quién te referís? –le preguntó Kiriel a Carlos.
–No le hagas caso –dijo Raimundo –Ian, el que tiene el pelo celeste, es amigo de Alexia, pero de ahí no pasa.
–¿Ese hombre es mitad entidad? –Kiriel irguió su espalda mostrando un rostro serio –Es la primera vez que oigo algo así.
–¿En Europa no tienen eso? –se burló Raimundo –El padre de Ian no le tuvo miedo al éxito y se casó con una entidad, luego nació él, pero no es el único.
–¿Hay más? –preguntó Kiriel sorprendido.
–La mayoría oculta su identidad –dijo Carlos –nadie quiere acercarse a un maldito monstruo, se ven como nosotros, pero son diferentes.
–Pensé que era porque no te conocía, pero realmente sos desagradable –le dijo Raimundo a Carlos –los mestizos son los mejores cazadores en esta región, aunque los discriminen, los clanes compiten por tenerlos en sus filas.
–Disculpa Lambert, sólo te tengo respeto por tu apellido, pero yo no voy a soportar a un progre como vos –Carlos se levantó de su banqueta y se fue del bar dejando a los dos caballeros hablando solos.
Más bien, Kiriel y Raimundo se quedaron bebiendo en silencio. El joven de cabello castaño miraba todo y nada a la vez. No sabía qué sentir acerca de lo escuchado. Sabía sobre la existencia de entidades similares a los humanos y aún así no lograba entender por qué un hombre se acostaría con un ser así. No podía aceptarlo. Él no quería mostrar abiertamente su rechazo después de ver cómo reaccionó Raimundo. Incluso su amiga aceptaba este hecho como algo natural mientras que para él era difícil de creer. La frustración había invadido su mente porque en la ciudad que fue su hogar la mayor parte de su vida, se sentía un extraño. O quizás, los demás se volvieron extraños.
–Kiriel –la voz de Raimundo lo arrancó del remolino de negatividad en el que se estaba metiendo. Él lo miró a los ojos en respuesta –está mal que sea yo quien te lo diga, pero veo que no te vas a dar cuenta solo –el joven se detuvo un momento para ver la reacción del otro, luego suspiró y continuó hablando –Alexia está enamorada de vos desde la secundaria y no creo que eso haya cambiado en estos años.
–¿De verdad? –surgió un brillo de esperanza en la mirada de Kiriel –¿Desde cuando lo sabes?
–Siempre lo supe, era bastante obvio, así que le pregunté y me lo dijo todo.
–¿Qué te dijo exactamente?
–No me acuerdo.
Hubo silencio nuevamente, Raimundo no iba a dar más información, sólo quería ayudar a su prima. Se mantuvo unos segundos pensativo y se levantó para irse –sólo te voy a decir una cosa más Kiriel.
–¿Qué cosa?
–Si no le decís nada, seguramente va a terminar saliendo con Ian.
A quinientos metros del bar, en el cuartel de cazadores, Alexia Lambert daba su reporte junto a Regina Lobos e Ian Robles. Ella le dijo a los cazadores que se trataba de una entidad poderosa de intenciones desconocidas. La mujer que tomaba el reporte terminó de tipear las palabras de la joven y le pasó una tableta de firma digital.
Cuando Alexia terminó de firmar, los tres se fueron caminando por un pasillo blanco y largo, cuyas luces hacían un ruido incómodo. Aunque eso no era problema para ellos, pues lo único que escuchaban eran sus voces.
–¿De verdad te vas a ir a tu casa sin hacerte ver por el médico? – le preguntó Ian a Alexia.
–Me siento bien ahora, así que no es necesario.
–Ir con el médico es una pérdida de tiempo –habló Regina –no va a atenderla una vez que sepa que es mestiza.
–Tengo que reconocer que tenes razón –respondió Ian –es preferible no lidiar con gente así.
–Siempre tuve curiosidad –dijo Alexia –¿Tus heridas no se regeneran rápidamente?
–Eso depende del daño, pero aún así tomo analgésicos para el dolor y pongo vendaje en mis heridas profundas –contestó Ian.
–Que envidia –dijo Alexia –mi cuerpo neutraliza todo, analgésicos, alcohol e incluso venenos.
–Eso es una ventaja en las competencias de beber –dijo Regina.
–Pienso sería aburrido porque ganar sería muy fácil –contestó Alexia –por cierto Ian ¿Vos qué sabes sobre la entidad que me encontré?
–Solo te puedo decir que fue un error mandarte ahí.
–¿Por qué?
–Dijiste en tu reporte que la entidad había tomado la forma de tu cara, eso quiere decir que esa cosa te conoce ¿No?
–No lo pensé de esa manera, pero el daño está hecho, nos mandaron para verificar si es peligrosa y cumplimos.
–De todas maneras fue un error de arriba, si querés puedo llevarte con mi madre mañana.
–¿Te estás apurando porque vino ese chico Ian? –dijo Regina con una sonrisa burlesca.
–No tengo esas intenciones y ustedes lo saben –respondió él molesto.
–Mañana no tengo nada que hacer, así que vayamos a visitarla –respondió finalmente Alexia.
–Bien –dijo Ian –yo ya me voy a descansar, mañana voy a pasar por vos temprano –señaló a su amiga –tenemos cuatro horas de viaje.
Ambas mujeres se despidieron. Luego Regina se dirigió hacia Alexia con expresión intrigada.
–¿Vos le tenés miedo a esa entidad?
La joven tardó en responder, recordó las sensaciones por las que pasó al estar atrapada en su propia mente.
–Si, no soy capaz de defenderme si me ataca y ni hablar si quisiera vencerla.
–¿Y si atacara a un ser querido? Aunque la entidad fue directamente por tí, podría haber atacado a cualquiera de nosotros.
Alexia abrió la boca y luego la cerró. Apretó sus puños con fuerza mientras fruncía el ceño y entrecerraba los ojos.
–No creo que esto se acabe ahora –continuó Regina –espero que… –Su celular sonó de repente y ella decidió contestar. Una voz masculina se escuchaba del otro lado, ella se apuró para despedirse y se fue.
Alexia regresó a su casa lo suficientemente cansada como para no desvelarse por sus problemas.