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Chapter 3 - Maldito Invierno 2022: Es lo malo de ser bueno

Dos cuadras más adelante, mientras caminaba medio cagado de frío (me odio) escuchando mi playlist de cabecera en shuffle, me saltó una canción que hacía mucho que no escuchaba y que logró sacarme de mi trance apocalíptico de matador de zombies profesional. Un par de acordes de guitarra, un par de golpes de percusión, un par de estrofas perdidas y el mood me cambió en 180°. Bajé la vista y un Terrier me pasó caminando por al lado. 

"¿Será que los demás no se molestan u ofenden tanto como yo?- empecé a pensar. "¿Será que les resbalan las cosas? ¿Será que al rato se olvidan? Qué práctico que sería eso..."

"El que se enoja pierde" me dijo una vez una amiga. Amen to that. Irónico, si yo soy una bomba de tiempo ella es un paquete de dinamita con mecha corta. Pero la frase vale igual: es difícil fumarse a alguien que reacciona mal todo el tiempo. I get it.

Miré hacia la izquierda y vi un círculo de chicos vestidos de guardapolvo blanco alrededor de una bandera. Me hizo acordar a la primaria cuando saludábamos a la bandera antes de entrar a las aulas. Nunca faltaba el que se desmayaba. ¡O el que llegaba tarde! No lo dejaban entrar hasta que terminen el saludo y lo dejaban atrapado en ese vestíbulo vidriado. Como si fuera una especie de pecera de la vergüenza, sólo que el portero era un señor de bigote igualito a Mario.

También recordé como nos hacían formar tomando distancia con el que teníamos adelante extendiendo el brazo. Si lo levantaban un poco más hubiera parecido un desfile nazi. Igual yo ponele que zafaba del gesto desafortunado: fui el más bajo de la escuela hasta tercer grado asique quedaba plantificado adelante de todo. Hermosas épocas.

¡Y cómo olvidar como nunca me pusieron de abanderado a pesar de tener el mejor promedio! "Es que te faltaría integrarte más con el grupo. Que te involucres más con los demás y con la institución". Hermosas épocas, dijo nadie nunca. Caras de verg@. 

Bien integradas fueron las patadas en el estómago que me comí por querer salir a defender a Damián cuando los giles del curso lo jodían por haberlo visto de la mano con el novio. Bien integrada también fue la cortada de rostro cuando en el viaje de egresados se hicieron todos amiguis y me dejaron encerrado en la habitación porque casualmente se "olvidaron" que estaba adentro.

"El que se enoja pierde"- me acuerdo que me repetí mientras miraba el especial de Robot Chicken desde la cucheta que me tocó.

Pero bueno, bien integradas les quedaron también después las pastillas de azul de metileno que se tomaron cuando se las cambie por las de carbón que habían comprado para controlar la diarrea que tenían por escabiarse hasta morir. El cagazo extra que se pegaron al ver que meaban de color azul fue el arándano de la torta.

"Que me involucre más con la institución"- ¡Hij@s de put@, me escribían mal el nombre después de ser alumno por once años! Colaccini, Coloccini, Colacilli, Coyarini. ¿En serio?

Llegué al final de la cuadra y miré a los lados antes de cruzar. Un auto con los vidrios polarizados venía por la mitad de la cuadra. Como venía medio rápido esperé a que pasara para cruzar, pero de a poco fue frenando. Me pareció que hacía señas para darme el paso...o algo así, por los vidrios polarizados viste. Di un paso adelante para bajar de la vereda y empezar a cruzar, pero un taxi apareció a mitad de cuadra manejando a las chapas. El auto de vidrios polarizados empezó a tocarme bocina y hacerme señas o algo así. Supongo que quería que me apure para cruzar. Seguí mirando al taxi que venía por detrás a los palos sin intenciones de frenar.

Los bocinazos se repitieron una y otra vez hasta que el simio que manejaba bajo el vidrio y empezó a pute@rme. El taxista llegó y frenó sobre la senda peatonal. Empecé a cruzar y mirando con una sonrisa al mamotreto que me gritaba, metí la mano derecha en los bolsillos internos de la campera como si buscase algo, y al sacarla, le mostré el dedo medio. El taxista empezó a tocarme bocina también. Ah bueh. Estaba por decirle de todo pero sentí una puntada en el costado del pecho que me sacó el aliento por unos segundos. ¿Será el frío? La mierd@ que estoy viejo.

Crucé pensando en si debería rayarles el capó, escupirles el parabrisa o tirarles encima el agua mugrienta del trapito de la esquina, pero al llegar seguí caminando como si no hubiera pasado nada. Saqué el teléfono y miré el mapa para ver cuantas cuadras faltaban: 5. Vamos que podemos. Bajé la vista y un Terrier me pasó caminando por al lado. 

Por suerte el resto del trayecto fue medianamente tranquilo, tuve que pasar por la farmacia a conseguirle a la vecina de 87 pirulos del tercero lo que había encargado. Pañales de adulto, desodorante, analgésicos, adrenalina inyectable, vitaminas y un par de cosas más. Menos mal que voy a todos lados con esta mochila gigante.

Cuando por fin me fui acercando al trabajo vi el cartel nefasto de la entrada y debajo un guardia de seguridad que no me sonaba conocido.

-"Collarini" - le dije sin prestar demasiado atención. Pero no me abrió el guacho.

-"¿Colaccini?- me preguntó . 

-"...Eh, nono. Collarini "

Buscó por unos segundos en la lista.

-"Ah sí... ¿Fabricio?"

-"...Juan José...Vengo todos los días, ¿Hay otro Collarini acá y no me enteré?"- pregunté en un tono un poquitín agresivo.

-"¿Hace cuánto que trabaja usted aquí?"

-"Desde hace unos 5 años, 3 meses y 20 días. Un poco más, un poco menos. ¿Puedo entrar por favor?" -Si tenía algo de suerte capaz no se daban cuenta que había llegado tarde.

-"Aquí está. Juan José Coyarini. Por eso no lo encontraba, me hubiera dicho. Adelante"- Creo que hubiera preferido escuchar un rayón en un pizarrón antes que mi apellido pronunciado así.

Caminé hasta mi escritorio, dejé algunas cosas y fui a cambiarme la remera por la chomba celeste del uniforme. "Uniforme". 

Al mirarme en el espejo me di cuenta que me había olvidado de plancharla y había quedado hecha un bollo. El ojo izquierdo me temblaba un poco. Me lavé la cara y me acomodé los lentes de marco grueso negro. Tenía el pelo totalmente en cumbia, pero eso ya era un caso perdido.

"Pensá en positivo. Respirá profundo y sonreí: Hoy va a ser un gran día"- me dije irónicamente.

Al volver al escritorio me senté y sentí que algo estaba mal. Lo sentía más alto de lo usual, era como si estuviera sentado más abajo... "Hij@s de put@, me cambiaron la silla otra vez"

Levanté la vista y escudriñé las caras alrededor pero todos se hacían los sotas como si fueran los mejores jugadores de poker de latinoamérica. Después de cinco minutos de pelear con la palanca de la silla, logré acomodarla para poder sentarme bien. Saqué la compu de la mochila y la prendí. Me llevo la mía propia porque odio los monitores y teclados pedorros que nos compraron. Bah, por eso y porque una vez encontré que al llegar me habían cambiado el fondo de pantalla como una "broma". Me puse a revisar los mails: 5 publicidades de criptos, 4 reuniones de meet, 1 mail de Coursera, una cadena de 8 mails discutiendo sobre quién se terminó la última caja de cápsulas de café y no la repuso, y finalmente: oculto entre todos ellos, unos resultados de unos estudios de la semana pasada. 

"Ehhh, paso"- pensé por dentro.

Seguí revisando los mails por unos minutos más pero la ansiedad me ganó y lo abrí. Efectivamente como ya esperaba habían salido mal. El pecho me empezó a latir con fuerza y más rápido y la respiración se me empezó cortar. Más estudios, más turnos, más pastillas, más y más gastos, más y más pérdidas de tiempo, más preguntas y siempre sin respuestas útiles.

Para distraerme, abrí Whatsapp Web y le mandé un mensaje a mi amiga recordándole su frase y nuestras desventuras en la secundaria. Las respuestas fueron interesantes.

-"Juanjo, no te quieras hacer la Carmelita Descalza. Eras bastante mal llevado a veces, no eras ninguna víctima. Eran unos giles, pero vos también te las buscabas haciéndote el superado y buscando quilombo"

-"¿Mal llevado? Me re ninguneaban los forros. ¡Me dejaron encerrado en la habitación! Las pastillas se las merecían. Lo haría cualquiera eso."

-"¡Y les pinchaste los forros, tarado! Si no te frenaba yo les arruinabas la vida!"

-"Dah, no pasó nada. Al final eran puro blabla y ninguno nunca concretó nada. Mirá, con las cosas que me han hecho estoy a un accidente nuclear de distancia de convertirme en un supervillano"

-"Vos de lo único que estás a un accidente de distancia es de convertirte en otro pelotudo que termina en la guardia con un disparo de escopeta en la pierna"

-"Andate a cagar, darling"

-"Vos también. Mandale saludos a tu vieja"

-"Gracias saludos a la tuya también".

Al minimizar la pantalla vi el reflejo de mi supervisora en el monitor. Me miró de arriba a abajo el pelo, la remera, y finalmente el monitor. Arqueó una ceja y antes de que pudiera abrir la boca me escupió:

-"Collarini, a mi oficina. Ahora".

Levante la vista mirando alrededor, buscando al hijo de put@ que seguro me metió en este lío. Y ahí estaba ella mirándome la muy conchud@...

-"Conch@ madre. MALDITO INVIERNO 2022" -pensé mientras me mordía la lengua.