Chereads / El placer no es un pecado ni el amor una necedad. / Chapter 14 - Haciendo cosas indecentes

Chapter 14 - Haciendo cosas indecentes

Narra Bahar.Acompañé a Gül al jardín para recrearnos un poco.Después de que lloró tanto, quería animarla. No me gustaba verla triste, me rompía el corazón verla de ese modo.Ozgur era el amor de su vida y perdió las esperanzas, aunque ella sabía que eso iba a ocurrir tarde o temprano. Ella había tardado en comprometerse con alguien, siempre que su padre hablaba de eso, ella boicoteaba sus planes pues cuando conocía al pretendiente, siempre hacía algo que no le gustaba. En este caso, su pretendiente era alguien poderoso e influyente. Lo sabía porque su padre lo había mantenido en secreto. Él anunció que cuando llegara de viaje, sucedería el compromiso.—Debes ayudarme, Bahar— me pidió casi de una manera suplicante— Esta noche quiero que me ayudes a reunirme con Ozgur.Pero era imposible, ya que su padre dio la orden a sus hombres de que Gül no se acercara bajo ninguna circunstancia a ningún hombre. Las mujeres de nuestras familias cuando estaban próximas a casarse o cuando las pretendían no podían ser vistas tan cerca de otros hombres a menos que un familiar hombre estuviera cerca.— Gül, sabes que Burak ordenó a sus hombres que te mantuvieran vigilada antes de partir— respondí a su propuesta, en un murmullo—. No podemos actuar por impulso.Su expresión se tornó aún más decaída y mi corazón se apretó en mi pecho.—En la madrugada— propuso insistente— cuando todos estén dormidos... Solo tienes que mandarle el recado. Supe de su regreso a la mansión y no quiero desaprovechar esta oportunidad. Necesito hablar con él. Estoy desesperada...—Veremos qué pasa— dije— Pero no te prometo nada. Voy a hablar con la hija de Zhera para que me dé información de todo lo que está pasando.Cuando nos acercamos a las bancas pude deducir que Samira se encontraba hablando con mamá, la cual se había levantado de donde estaba al notar mi presencia. Se disculpó con ella y se aproximó en nuestra dirección.— Gül. ¿Puedes dejarme sola con mi hija?— habló ella. Gül asintió.—Te esperaré sentada, Nürbahar— me avisó, su voz era suave, desanimada y débil.— No te demores mucho, sino me iré a mis aposentos.Mi mamá la miró extrañada por su manera de hablar y actuar, pues Gül siempre estaba muy animada y risueña, jamás en mi vida la había visto tan seria.Gül me sonrió con debilidad y se dió la vuelta.—¿Qué quieres mamá?— quise saber, estaba intrigada intentando descubrir qué sermón me iba a dar.—¿Qué le pasa a Gül?— la señaló, parecía confundida o preocupada— ¿Acaso está enferma?—No le pasa nada mamá — respondí seca. Estaba furiosa con ella por lo que le dijo a Kemal. Ella no quería quedar mal con su hijo y me dejó mal parada cuando también podía mentir en mi beneficio. No lo iba a esconder.Resopló con cansancio como si estuviera próxima a perder la paciencia, sin embargo no lo hizo, no perdió los estribos, pero eso era porque estábamos en público y nos podían ver. Lo que menos le gustaba a mamá era llamar la atención. Ella le gustaba la privacidad.—Emir habló conmigo esta mañana. No sé qué haré contigo, no entiendo las razones. ¿Acaso no es suficiente con todas las joyas que tienes?Excelente, sonreí con aire de suficiencia al entender que todo estaba ocurriendo como lo imaginé en mi mente. Al molestar a Evliyaoglu de igual manera molestaba a Melek.—¿Y qué es lo qué dijo?— inquirí— Ahora tengo que pedirle permiso para comprar cosas. Te recuerdo que el dinero que gasté también es mío.—Claro que lo sé, es tuyo y puedes comprar las cosas que quieras, cariño— acarició mi barbilla, quería parecer lo más maternal posible— pero no lo hagas de esa manera. Debes tener un control con la tarjeta de crédito, no puedes ser impulsiva.—¿Sabes por qué lo hice mamá? ¡Lo hice para molestar a ese imbécil! ¡A ese infeliz que tanto defiendes! Y lo voy a seguir haciendo, no me importa lo que pueda pasar.—Baja la voz— ordenó mirando con cautela los alrededores, asegurándose de que no habíamos llamado la atención.— No lo harás, si lo haces nuevamente tendrás que cederme tu tarjeta— me amenazó— No puedo dejar que esto llegue a los oídos de tus tíos. Ví que compraste una motocicleta ¿Para qué? Vas hacer que me dé un infarto de tanto estrés que me estás haciendo pasar.Me endurecí demasiado, no iba a demostrar condescendencia, estaba dispuesta a todo sin importarme que quedaba bajo mi responsabilidad de ahora en adelante todas las cosas que ejecutaría.—Cada día rezo por ti para que de una vez por todas te mueras...— expresé en un tono frío sin emociones—. Así dejarías de meter tus narices en mis problemas.Sentí un ardor en mi mejilla izquierda, era un golpe de mamá, un golpe de frustración al entender que su hija no iba a permitir que la siguieran controlando.—¿Cómo te atreves? Eres una ingrata, una mala hija. No tienes consideración por mí, yo te di a luz y te he protegido de todos en esta casa.Recuperé la compostura y no mostré ninguna expresión de dolor, solo estaba cegada por la ira. Melek Yildiz había pasado a ser mi enemiga nuevamente después de tantos años.—Lárgate de mi casa— le ordené en un tono airado y que solo podía escuchar ella, a pesar de que quería gritar y devolverle el golpe— ¡Empaca tus cosas y lárgate!Se quedó mirándome, su rostro se desencajó en una mueca de furia por lo que estaba escuchando pero ella se fue demasiado lejos y no tuvo consideración al decirle a Kemal esa mentira.No quería dar un espectáculo en el jardín, pero no pude controlar esta cólera que me invadía al recordar lo que Kemal me dijo.Lo peor de todo era que siempre iba a creer que yo maté a mi bebé porque quise y no lo podía desmentir. Ella lo hizo intencionalmente, como una forma de castigo, para recordarme que cometí un error y que siempre terminaría pagando por eso, ensuciando mi nombre para que me sintiera tan miserable como ella.Pensé que mi mamá y yo siempre estaríamos en paz, pero me equivoqué, no era más que una manipuladora, una mala mujer que gozaba verme sufrir, mientras fingía que me estaba protegiendo.Ella mató a mi bebé, intenté perdonarla, intenté olvidarla con el pasar de los años, intenté que las cosas fueran como antes, como si mi desgracia nunca hubiera pasado, pero con lo que habló de mí se había ido demasiado lejos.—Si me voy, nunca vas a volver a contar conmigo y serás un blanco fácil para los que quieren deshacerse de ti. ¿Crees que tus tíos quieren que vivas?— rió sin gracia— No eres más que una carga... Deberías agradecerme que te he salvado varias veces, si yo no existiera tú ya estarías muerta. Por eso, tu padre adoptó hijos varones para que te protegieran a ti de tu esposo y de tus tíos, pero eres tan cabeza hueca que no lo acabas de entender.—No me importa, hasta ahora nada ha pasado, mamá. Sé que algún día moriré, pero antes de irme, quiero que sus vidas sean miserables. Y estoy dispuesta a todo con tal de cumplir mis objetivos. Ya no tengo nada que perder.—Ellos solo están esperando a que cometas un error— acarició mi barbilla nuevamente con una fingida dulzura, y quise apartar mi cara, pero no, fue inútil— las mujeres estorbamos, no producimos, un trofeo cuando somos bellas y fértiles, pero cuando envejecemos, somos un bulto viejo para ellos. Somos una carga, alguien a quien alimentar, sus incubadoras... Es nuestra tradición. No seas testaruda— hizo una larga pausa— me iré, si es lo que quieres... Pero solo quiero que sepas que no soy la culpable de que las cosas sean de ese modo... Aunque no lo creas, yo consideré dejar que esa bebé naciera, pero al final no iba a servir de nada, iba a sufrir al igual que nosotras. Lo mejor que hice fue no condenarla y le cedí la libertad, de lo contrario, estaría bajo el régimen de esta despiadada tradición.Mi pecho se apretó con fuerza cuando imaginé su cuerpecito inerte en la cama, cuando grité fuerte, tan fuerte que perdí las fuerzas. Y cuando sentí esa revolución en mi pecho al comprender que era imposible que viviera fuera de mi vientre, y que aún yo deseando con todas mis fuerzas que viviera no era suficiente.Mis ojos se cristalizaron.—Fue tu culpa, Bahar, que Kemal lo supiera fue tu culpa— me dijo— por esa maldita manía que tienes de ser tan dramática... De no superar el pasado y vivir en el presente. ¿Crees que no me di cuenta que tu hermano no lo sabría? Kemal no es un estúpido. Pero te dejé en paz y te di la libertad, para que vieras lo que pasa cuando no le haces caso a la astucia de tu mamá.Me agarró fuertemente por la barbilla e hizo que mi mirada estuviera conectada con la de ella, fría y despiadada.—Ahora tendrás que vivir con eso— murmuró— tú decides si quieres que los demás lo sepan... Yo misma me voy a encargar de gritar a los cuatro vientos lo que hiciste. Mataste a tu bebé, a esa hija bastarda de otro hombre, perdiste tu honor y tu honra. Sí, yo te cubrí, porque eres mi hija, y por eso, en vez de cuestionar, deberías agradecerme.—No sabes cuánto te odio— murmuré con impotencia— no eres más que una víbora venenosa. Un maldito monstruo.—¿Yo soy un monstruo?— río sin gracia— ¿y tú eres una santa? ¿Te recuerdo lo que hiciste? ¿Te acuerdas de la vez que mandaste a matar a Janette Macdonald por la infidelidad de tu esposo? Y todo por tu ego herido.—Si— afirmé— lo recuerdo perfectamente. No era nada que ella no mereciera— reí con diversión— No sabes cuánto disfruté cuando se retorcía de dolor cuando la torturaron por traicionera. Para su suerte y mi infortunio logró escapar.—Dicen por ahí que todos somos santos cuando hablamos de los pecados de los demás.—Sí, a veces he sido cruel con algunas personas, pero la gran diferencia es que yo sí acepto la culpa y no me escudo en excusas al igual que tú. Sin duda, tus pecados pesan más que los míos.Me volteé.—No me iré— aviso y eso hizo que me detuviera— no me iré de esta casa. No voy a permitir que te hagas daño a ti misma por capricho, y esa es mi última palabra.Resoplé con cansancio y me giré. Ella se acercó y tomó mi brazo con brusquedad, tanto así que sus uñas casi se enterraron en este.—Te prometo que si no me obedeces, buscaré en tu pasado al hombre que amaste con locura...— murmuró airadamente— y te juro que arruinaré su vida y la de los suyos. No juegues conmigo, Bahar, porque puedo ser tu peor pesadilla.Me tensé completamente, quedándome sin habla. ¿Acaso ella estaba dispuesta a buscar en mi pasado para encontrar a ese hombre, ese hombre que estaba tan cerca de ella y no solo era el hombre que me embarazó sino uno de sus hijos, un integrante de nuestra familia. ¿Acaso era ella capaz de dar con él? No, era imposible porque yo no había dejado ningún cabo suelto, nadie lo sabía, solo Gül, Kemal, Ozgur y yo.Demonios, ellos nunca me traicionarían, debía confiar en ellos, era lo único que quedaba.Murad se iba a Rusia, me lo notificó en la mañana de ese día. Me tomó por sorpresa e intenté preguntarle, pero me dijo que no podía decirlo, que llegaría el momento en el cual iba a decirme de qué se trataba todo esto.—No quiero que te vayas, hermano— le dije— ¿quién me va a proteger si te vas?Acarició mi barbilla suavemente.—Kemal está aquí— me recordó— no dudes que él haría cualquier cosa por mantenerte a salvo. Y yo estaré al pendiente de ti desde la distancia. No temas.Forcé una sonrisa, no estaba nada alegre, al contrario. Quería saber qué era lo que estaba pasando, ¿por qué tanto misterio?—¿Por qué no me dijiste hasta ahora que te ibas?—Porque sabía que ibas a ponerte en modo insistente, y al final iba a terminar convencido por ti. Sabes que no me gusta dejarte sola con los hermanos de mi padre. Son mi familia, pero no confío en ellos.Aunque Murad compartía algunos pensamientos retrógrados con sus tíos, por esa misma razón no confiaba en ellos, sabían de lo que era capaz para lograr llegar a manejar la empresa.—A mí tampoco me gusta quedarme sola con ellos, sin embargo, tengo que. Lo bueno es que Burak no está. Y los demás irán en cuanto termine el mes.Asintió.—Mi esposa se quedará con los niños, tampoco me gusta que esté sola en nuestra casa mientras yo no estoy, así que te voy a pedir por favor, que si necesita algo no dudes en llamarme. La mujer está molesta y no quieres hablar conmigo.—¿Por qué?— cuestioné con intriga.—Porque piensa que me iré a verme con otras mujeres— respondió.— No sé por qué piensa eso, si yo no le he dado motivos.Reí a carcajadas.—No le tienes que dar motivos, todas esas modelos mueren por ti porque eres un galán.Río.—Supe que tú y mamá están peleadas—cambio de tema— ¿qué es lo que está pasando entre ustedes?—¿Ya fue de chismosa a contarte? No me extraña.—No, solo las vi, ella te abofeteó esta mañana— respondió— mamá no me cuenta cosas que pasan entre ustedes. Bahar, debes entender que lo único que mamá quiere es protegerte, pero tu desobediencia te está cegando.—Murad, estoy cansada de que todo el mundo quiera manejar mi vida. No soy un títere, soy una persona que quiere hacer lo que se le dé la gana. ¿Entiendes? Aún si eso me cuesta la vida.—No seas ridícula, las cosas van a cambiar, yo te voy a liberar, pero debes ser paciente.—Si quieres liberarme, tendrás que matar. ¿Estás dispuesto a hacerlo? ¿Vas a matar por mí?— murmuré muy cerquita de él— De la única manera en la que puedo hacer lo que quiera es tomando sus vidas.—No podemos ser tan estúpidos, especialmente si estamos tan cerca de la victoria.—Para eso necesitamos un plan Murad, necesitamos deshacernos de los que estorban.Frunció el ceño incrédulo por lo que estaba escuchando.—¿Te refieres a que matemos a Emir?— cuestionó.Asentí con frialdad. Estaba impaciente y no me importaba cometer una locura con tal de obtener mi libertad. Si Murad se tardaba, iba actuar haciendo mi propia voluntad.—No, no podemos hacerlo. Debemos hacerlo sucio pero no a ese nivel. La muerte sería demasiado fácil. Él debe sufrir la derrota. Debe perderlo todo lentamente. Pero debes ser paciente, Déjalo todo en mis manos —tomó mis manos y las acarició con ternura—. Yo soy tu hermano, yo me encargo del trabajo sucio. Salí del despacho de mi hermano Murad para encontrarme con Ozgur, y al levantar la vista, vi a Mónica de pie frente a la puerta. —Señora—saludó con una reverencia. Su mirada me recorrió de arriba abajo, seguramente pensando que jamás, aunque volviera a nacer, iba aaparentar tanta elegancia. —¿Qué quieres?—cuestioné con impaciencia. Su presencia me ponía mal, aburrida y con ganas de golpearla al recordar cómo se había comportado conmigo desde que había llegado aquí. —La estaba esperando—respondió. Me extrañó su respuesta, ella y yo no teníamos nada de qué hablar.—¿Para qué?—pregunté en tono soso. Sonrió con malicia y sospechaba que era algo de lo que debía preocuparme. —Creo que lo que tengo que decirle es delicado, así que, ¿qué tal si vamos a algún lugar más privado? Resoplé.—No tengo tiempo para tus estupideces. De una vez te digo que si intentas tan solo molestarme de nuevo, te vas a despedir de tu trabajo.La mujer rió con sorna, divirtiéndose con mi molestia.—¿Acaso dije algo chistoso? ¿Cómo te atreves? Conoce tu lugar. Habla de una buena vez, porque no tengo todo el tiempo. —Si no estás dispuesta a aceptar mis condiciones, estoy segura de que tu mamá estará abierta a recibirlas por ti. —¿Ah sí?—Por supuesto. —Sígueme—le ordené. Entramos a mi habitación. —¿Y bien? —Dígame, señora, sea honesta... ¿qué hacía Kemal Demir en su habitación anoche? Palidecí ante esa revelación y tragué saliva inquieta. —¿De qué hablas? ¿Acaso te volviste loca? —No, señora. Sé perfectamente lo que vi. Yo los vi, los vi perfectamente acaramelados... Haciendo cosas indecentes.