Chereads / El placer no es un pecado ni el amor una necedad. / Chapter 17 - Una golfa disfuncional

Chapter 17 - Una golfa disfuncional

Kemal narró:Emir me invitó a su despacho para platicar y coordinar cosas de la empresa. Nos pasamos casi dos horas ahí hasta que culminamos el papeleo con una copa de whisky.—En tres semanas nos vamos— me avisó—, y en tres semanas lanzaremos el producto. Tengo la corazonada de que esto será un boom.Me quedé totalmente en blanco. No podía pensar en otra cosa más que lo que pasó. Recuerdo cuando la tenía entre mis brazos y ella gemía con tanto deseo. Me vi obligado a salir de mi trance cuando nuevamente habló.—¿No dirás nada?— volvió a preguntar —¿no estás contento con estos nuevos retos?—Por supuesto— respondí.—No lo parece... ¿sabes Kemal? Siempre pensé que tú merecías más de lo que te dieron. Eres maduro e inteligente y sin embargo nunca competiste por el puesto mayor.Él tenía razón. Nunca competí por ese puesto como lo hizo mi hermano adoptivo Murad porque sabía cuál era mi lugar. Yo no pertenecía a esta familia, aunque ellos habían sido bastante generosos conmigo, existía un límite. Aunque mi padre me animó a competir por este puesto, no le tome la palabra porque no todos los hermanos de mi padre me querían como su familia. Además, hubiera sido demasiado osado que su socio hubiera puesto a competir a su hijo con otra persona que no pertenecería a la familia.Siempre me gustó tener mi propio dinero a costa de mis propios méritos, eso era lo que me correspondía, porque no tenía a nadie y nunca tuve un gran apellido. A pesar de que mis padres eran económicamente estables, ellos no poseían un patrimonio tan grande como lo fue el gran Murad Yildiz, mi tutor.Y a pesar de que iba a beneficiarme con la herencia, no le daba demasiada relevancia porque ni siquiera lo necesitaba.—Nunca me interesó formar parte del grupo— admití—. Quería tener algo que fuera mío. No me malinterpretes, pero eso me motivó mucho a conseguir lo que tengo hoy.—Sí, tienes razón— pronunció—, a diferencia de Murad que quiere gobernar a toda costa.—Supongo que algún día tendrá la oportunidad de ascender— me encogí de hombros—. ¿O me equivoco?Sonrió con diversión.—No conoces la tradición... ¿No es así?—No la entiendo— respondí— sabes que nunca me interesó seguir tradición, y como nunca me interesó, soy prácticamente un ignorante.—Murad no puede dirigir la empresa, ya que yo soy hijo biológico de mi padre y él es el sobrino del difunto. Además, yo me casé con una heredera.—Sí, eso ya lo sabía— respondí—. Sabía que tenías que casarte con Bahar por esa misma razón, pero desconozco lo demás.Silencio.—Escucha... Sé que no sabes esto y probablemente no sea mucho de tu interés, pero hubo una reunión con mis tíos.Se mostró interesado.—¿Te acuerdas de la institutriz?— abrió los ojos de par en par— ¿Anya Porizkova? Esa que ultimó a papá?Se tensó y jugó con sus dedos.—Por supuesto que me acuerdo. Esa que desapareció y que jamás supimos nada de ella.—Exacto...—¿Qué pasa con ella?—Mis tíos la encontraron— revelé— y me da escalofríos decir esto, pero... Dijeron que iban a matarla. ¿Sabes lo que es eso? Es un crimen Emir... Me dieron náuseas al escucharlos hablando.—Kemal, esa mujer mató a un miembro de la familia— mencionó— La tradición dice que si alguien asesina a tu familia, tienes derecho de tomar su vida y la de los suyos.Tragué saliva inquieto y me incliné hacia adelante asqueado por lo que estaba diciendo. Era inconcebible que alguien cercano pudiera cometer un acto así.—No puedo creerlo—dije—. Es impactante.—Si la atrapan la llevarán al pueblo y la matarán junto a su familia— reveló y mi corazón latió apresuradamente con nerviosismo. Estaba petrificado.—No pueden solo aprisionarla en la cárcel?—No. Si alguien derrama la sangre de tu familia, derramarán la sangre de los suyos también. Es como decir: Ojo por ojo.—Es retorcido— admití— pero no pienso formar parte de eso. Esta claro que quiero a mi padre, pero no soy un asesino.—No estás obligado a participar porque su sangre no corría por tus venas—replicó— pero de lo contrario, hubieras estado obligado a derramar la sangre de los suyos.Tragó saliva, me miró fugazmente con seriedad y llevó su bebida a la boca para darse un trago.—Emir… Yo no sé si pueda continuar trabajando en la empresa por un tiempo indefinido— revelé— no puedo solapar esto, me siento demasiado culpable si algo llega a pasar... Siento que no debí saber esto.—Debes entender la tradición, Kemal— replicó— no puedes vivir en la ignorancia. Ni siquiera conoces a las personas que son tu familia. ¿Qué crees que va a pasar cuando te comprometas oficialmente con tu novia cristiana?Fruncí el ceño y le di la vuelta a mis pensamientos. No podía entender a qué se refería.—No entiendo— negué con la cabeza. Quería una respuesta y titubeó. Odiaba el suspenso.—Si te quedas y le pides matrimonio a Samira, ella tendría que convertirse al Islam, de lo contrario, no podrían casarse.—¿Por qué?— cuestioné—. ¿Acaso estamos en la Edad Media? Nadie puede decirme que debo hacer. ¿Acaso se volvieron locos?—Sabes que los cristianos y los musulmanes no pueden unirse, ellos no ven las cosas como nosotros los musulmanes. Ellos son distintos.Me levanté de la silla al sentirme abrumado por esas explicaciones medievales. No podía creer que estuviera en pleno siglo XXI y las personas fueran tan retrógradas.—¿Por eso Bahar no puede trabajar?— inquirí sintiéndome molesto. Intenté no demostrarlo—. ¿Es por eso que Bahar no puede manejar finanzas?Silencio. Acomodó su cabello castaño hacia atrás tenso.—Sí. Ella no puede manejar las finanzas de la empresa. Tu difunto padre y el mío sabían lo que nos deparaba el futuro. ¿Por qué crees que nos casamos, ¿por amor? Para serte franco, yo nunca he estado enamorado de ella.—No puedo negar que por un momento pensé que sí— dije—. Pero... esa teoría se desvaneció cuando vi como la tratas.Se encogió de hombros como si estuviera restando importancia.—No es fácil lidiar con tu hermana— mencionó—. ¿Sabes lo que hizo para molestarme?Negué.—No tengo idea— contesté.Respiró profundamente.—Gastó dos millones de dólares en diamantes y compró una motocicleta.No pude evitar reír a carcajadas. Ella era muy traviesa, por eso me encantaba, en el fondo me volvía loco como encaraba a las personas y las hacía perder la paciencia, una característica que para algunos era negativa, pero para mí era como un afrodisíaco.—No te rías Kemal— habló con seriedad— luego la trato mal y vienes tú a salvarla y me pintas como el malo.—Sabes que las mujeres gastan mucho dinero, tal vez solo quería mimarse un poco.—No puede despilfarrar de esa manera el dinero, les estará dando más motivos a la familia para decir que tenían razón en que una mujer no puede manejar finanzas.—Ese argumento es inválido— hablé yo en su defensa— ella tiene todo el derecho de gastar su dinero, tú no puedes controlar eso.—Kemal, no estoy en contra de eso, al contrario, pero debe tener demasiado cuidado, los ricos no se hicieron ricos derrochando su dinero, sino teniendo conocimientos de cómo administrar y cómo invertir.Bahar estaba esperando en el jardín, con cautela me adentré en el camino esperando no encontrarme con alguien que pudiera vernos.La vi, sentada en una de las bancas y cuando levantó la mirada se quedó inmóvil y no pudo evitar sonreír con emoción. Se incorporó y no pude evitar mirar su bonito vestido blanco, floreado. El vestido moldeaba su atractiva figura y sus grandes caderas resaltaban, se veía hermosa. No sabía cuánto me hubiera encantado verla con su pelo suelto, adoraba como su melena negra se contrastaba con su pálida piel Nivea.—Hola— habló, su voz era suave, delicada y tierna.La miré con tanta intensidad y cuando se aproximó totalmente en mi dirección acomodé mis manos en su delicado rostro.—Hola linda— sonreí, estaba demasiado nervioso— ¿cuánto tiempo tienes aquí?—No más de media hora— respondió— hablaba con Ozgur.—¿Ah sí?Asintió.—¿Y qué hablaban?— me mostré curioso.Tragó saliva.—Burak quiere casar a su hija con alguien pero ella ama a otra persona.—Ella debería hablar con su padre y decirle que quiere casarse con otra persona— propuse.—Parece que no lo has entendido… Ella está obligada a casarse y no puede decir que no. Necesito tu ayuda— me pidió encarecidamente— necesito que acompañes a Gül a verse con él.Fruncí el ceño.—¿A qué te refieres?—. ¿Ya son novios?—No mi amor... Son amantes— respondió— es Ozgur... El guardia de seguridad.Puse mi mano en su barbilla con gentileza. Sonreí abiertamente cuando la escuché decirme amor y mi pecho vibró dentro de mí. Un leve cosquilleo recorrió la parte inferior de mi abdomen contrayendo mis músculos. Era ese cosquilleo que delataba lo perdido de amor que estaba por ella.—¿Cómo me dijiste?Lamió sus labios y no pudo evitar sonreír.—Dios, me siento como una adolescente —sus dedos temblorosos se posaron en mi mejilla— estoy temblando. Siento como si no fuera real.—Es real…Me incliné y rocé levemente sus labios. Pude percibir cómo su pequeño cuerpo se estremecía con tan solo esa caricia. ¡Oh por Dios! Besarla era la cosa más maravillosa que podía haber experimentado. Porque era como si me desconectaran de este mundo. Ella se aferró a mí y yo no la quería soltar. Mis manos escaparon un poco más abajo de su trasero y elevé sus pequeñas piernas, haciendo que se enredaran en mi cintura. La atraje a mí y acomodé mi antebrazo en su espalda para que la agarré fuera más seguro.Ansiaba todo de ella. Mi cuerpo la necesitaba. Era como mi droga personal, y la ansiedad de no estar junto a ella me frustraba. Me senté en una de las bancas y la acomodé en mi regazo.La miré, y se mordió el labio inferior. Bajé a su cuello y la besé delicadamente hasta hacerla suspirar. El sabor de su piel era exquisito.—Tengo tantas de hacerte el amor otra vez —Revelé contra la piel sensible de su cuello.Quería devorarla, hacerla temblar, provocarle tanto placer en honor a ese tiempo que estuvimos separados.Descubrí su cabello con delicadeza y este se acomodó sobré su espalda con ayuda de mis manos.Se meneó contra mi pelvis y mi falo saltó en mi entrepierna, duro, como una roca. Apreté su trasero por debajo de su vestido. Gimió ante esa caricia. Volví a poseer su boca con ferocidad y mi lengua danzó enlazada con la suya.—¿Quién te lo impide? —su voz jadeante me incitó—. Ni siquiera estoy mostrando resistencia ante tus deseos. ¿Qué esperas?Respiró agitadamente y continuó balanceando su cadera por encima de mi falo endurecido. Delicioso fue la palabra que detallaba el vaivén de sus movimientos, porque podía sentir como su entrada tibia estaba sumida en la humedad.—Eres una traviesa...Volví a poseer su boca, pero esta vez no fui delicado, sus manos se escaparon al cinturón y comenzaron a desabrochar con torpeza los botones, mientras mis manos se escaparon por debajo de la tirilla de sus bragas para romperlas y empotrarla de una vez por todas.—¿Kemal? ¿Estás aquí, amor?Mi corazón se detuvo por unos instantes y volvió a latir con ferocidad por el miedo. Y me sentí demasiado culpable porque me había olvidado de ella, de la mujer con la que me comprometí.—¡Maldición!— exclamó Bahar, en un murmullo, levantándose de mi regazo, y estuvo a punto de caerse, pero la tomé del brazo para estabilizarla.—¿Dónde se habrá metido?— se preguntó a sí misma.Bahar acomodó su ropa antes de que fuéramos visto por ella y yo me quedé sentado en la banca acomodando mi camisa.Ni siquiera le dio tiempo a cubrir su cabello, porque Samira apareció en nuestro campo de visión. Ella se quedó inmóvil, mirándonos desconcertada, y Bahar levantó la mirada. Intentó dirigirle la palabra, pero yo fui más rápido.—Hola, cariño— me incorporé y me acerqué hasta ella para abrazarla, sin embargo, ella no dejaba de mirar a Bahar seria.—¿Qué hacen aquí?— cuestionó con una nota de voz molesta—. Kemal, he estado buscando todo el día y no he podido encontrarte.—Estaba con Emir, revisando unos documentos— respondí— incluso te escribí un mensaje cuando me dijiste que irías al banco.Estaba casi sudando frío, porque existía una posibilidad de que ella lo supiera. Lo que menos yo quería era que se enterara de esa manera, porque no quería lastimarla.Lo raro era que no sabía cómo podía mostrarme calmado cuando dentro de mí estaba vuelto un manojo de nervios.Ella se rascó la nuca y bajó la cabeza, y cuando subió la cabeza, observó a Bahar y notó que su pelo estaba suelto, y que ni siquiera había optado por cubrirse.—¿Por qué tienes el cabello suelto?— cuestionó señalando. Y Bahar se encogió de hombros. Tragó saliva y observó cómo algunos de sus mechones estaban alborotados en su hombro, producto de los besos y las caricias.—Solo tenía calor— respondió con normalidad— así que solo quería tomar aire— frunció el ceño —¿Por qué lo preguntas?Forzó una sonrisa al comprender que había hecho una pregunta fuera de lugar.—Solo me dio curiosidad, es todo— dijo— como me dijiste que debía cambiar mi religión si quería estar con tu hermano... Pues estoy interesada en saber delante de quienes puedes estar sin el velo.—¿Tú le dijiste eso?— inquirí. No lo podía creer… ¿con qué derecho? Resoplé y me tallé la sien. Intentaba ser paciente con mi familia, pero ellos no colaboraban. Nunca creí que Bahar fuera capaz de decirle eso a esa chica.—No es un secreto— respondió con frialdad—. Si quieres casarte con Kemal, tendrás que cambiar tu religión. Pero no soy yo quien tiene que decirte, así que me retiro.Cuando Bahar se retiró fue que pude respirar con normalidad, así que intenté acercarme más a Samira y ella volvió a mostrarse esquiva.—¿Por qué no me dijiste? ¿Por qué no me hablaste de lo disfuncional que es tu familia?—Porque para empezar, yo no sigo sus tradiciones— respondí—. Escucha, Samira, no voy a permitir que ellos no entrometan en eso.—Tu familia me da miedo, Kemal. Siento como si quisieran someterme.—Tranquila.La abrace a mi pecho.Narra Bahar No tenía ánimos para hacer nada. Era frustrante no saber qué iba a pasar entre nosotros.Kemal estaba conmigo, pero yo me sentía miserable. Incluso la noche anterior no pude siquiera dormir porque me quedé pensando en lo que pasó la noche anterior.No podía dejar de pensar en esa estúpida mujer, ¿cómo se atrevió a preguntarme eso? Era una maldita con cara de pocos amigos. Pero más que eso, era inteligente. Ni siquiera cuestionó a Kemal directamente sobre lo que había visto, no. Ella sospechaba pero no se atrevía a preguntar porque temía que no fuera verdad y encontrase un problema moral.—¿Estás bien? —preguntó Gül. Abrí los ojos. Ni siquiera practicar yoga podía calmar estas ganas de restregarle en la cara que Kemal  seguía siendo mío y que su amor y toda su cursilería no habían sido suficientes para retenerlo a su lado.—No —levanté una de mis piernas al aire y traté de tragarme un gruñido enfurecido.—¿Qué sucede?—Tengo muchos problemas —respondí—, pero no puedo hablar ahora Gül.Cambié de posición, ahora puse mis rodillas, elevé mis brazos hacia adelante a cero grados y posicioné mi torso recostado hacia delante.—¿Es serio? ¿Tiene que ver con Kemal?Asentí.—No inventes, ¿acaso se acostaron?Rompí la posición y siseé.—Cállate —le ordené y ni siquiera había hablado tan alto. Pero estaba demasiado asustada, las paredes tenían oídos. Oídos ambiciosos.—¡Lo sabía, lo sabía! Por Dios, Bahar —rió con emoción— te lo dije —me señaló y sonreí débilmente al verla tan feliz nuevamente.Me levanté, dejé todo en el suelo, y luego la llevé de las manos para tener más privacidad.—Fue increíble —puse mis manos en mis labios, sintiendo como mi corazón quería destruirse de amor con cada latido.—Quiero saber cada detalle... Estoy tan emocionada. Casi salto de alegría.Desvié la mirada a otro lado, y Samira se acercaba lentamente en nuestra dirección.—Bahar, ¿podemos hablar? —era la desagradable voz de Samira.—Por supuesto —dije.—¿Puedes dejarnos solas, Gül? —le pidió y ella asintió.Cuando Gül se fue, ambas nos quedamos en silencio. Pero ella estaba tensa, sospechaba que ya estaba a punto de declararme la guerra.—¿Y bien, qué quieres hablar conmigo? —inquirí, sonreí en el intento de maquillar mi malicia, pero ella siguió mostrándose seria.—Creo que los sabes —afirmó—. Sientes algo por Kemal. ¿No es así?Levanté una ceja. Cómo me hubiera encantado decirle que sí, pero me tocó morderme la lengua.—Por supuesto —dije—, claro que siento algo por Kemal, es lo normal. Somos hermanos y lo amo como a mi hermano...—No me refiero a eso —respondió—. Él no es tu hermano biológicamente y he visto cómo lo miras... Sé que te mueres por acostarte con él. Lo miras como si quisieras comértelo.Reí, para que se sintiera como lo que era: una desquiciada.—¿Eres insegura? ¿Estás enferma de la cabeza? ¿Cómo te atreves? Soy una mujer casada.—Que estés casada no te impide fantasear con otra persona —replicó—. Creo que la única mujer enferma aquí eres tú. No eres más que una golfa disfuncional que desea a la persona que llamas hermano. ¿Crees que no me dí cuenta de lo que anoche intentabas hacer? Te quitaste el velo para seducirlo.Le di una bofetada y volteé su cara, y nada me dio más satisfacción que golpear ese lindo rostro de mosca muerta. Puso su mano en el pómulo afectado y tensó la mandíbula.—¡¿Quién te crees que eres para hablarme de ese modo?!—Lo hice porque Kemal es mío y no voy a permitir que lo intentes seducir en mis narices. No quiero verte cerca de mi prometido —ladró en respuesta.Me burlé de ella en su cara.—Tú no puedes decidir eso... Tienes serios problemas mentales. ¿Acaso estás drogada?—Conozco tus objetivos, luego no digas que no te lo advertí.Tensé la mandíbula y me acerqué hasta ella, la tomé de los cabellos superficialmente y apreté lentamente el agarre—Escúchame bien, zorra —murmuré airadamente...—¿Bahar qué estás haciendo? —preguntó Kemal. Así que aflojé el agarre y me alejé de ella. Me miró con desconfianza y luego miró a esa perra. Me sentía impotente porque no me había permitido desahogar mi rabia.