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Yume
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—Agh. —me levanté hoy con malestar de la cabeza y el cuerpo en general, suponía yo que era de no haber comido bien.
Ayer no me comí toda la comida que me dió mi mamá. Si ya lo sé, tuve que haberlo hecho, pero no pude, dejé gran parte del plato.
Era un dolor leve de todas formas me levanté de mi cama para así bañarme, vestirme y arreglarme. Aunque no tenía muchas ganas.
Salí de mi casa y empecé a caminar a mi escuela.
No quería ir, no quería ver a Paola junto a Gabo, era algo que no tenía muchas ganas de ver, no porque no quiero la felicidad de Paola, si no porque quiero guardar la mía.
Aunque de todas formas tuve que ir, así me encontraría con Alex y así podríamos saber si en serio Gabo engañaba a Paola.
Cuando llegué a la escuela aún no llegaba mucha gente. Subí a mi salón y desde la ventanilla de la puerta pude ver a Paola junto a Gabo, suspiró profundamente.
Cuando entre solo me fui a mi asiento, después de unos segundos me vio Paola, le dió una seña a Gabo para que me esperara y se acercó a mi asiento.
—Buenos días, Yume. —Se sentó en el que estaba al lado de mi muy feliz.
—Buenos días, Paola.
—Te tengo chismes. —Me sonrió hasta que noto mi cara decaída. ¿Estás bien?
—Si, tranquila solo es malestar en la cabeza, prosigue. —Le sonreí un poco
—Te tengo que contar algo muy lindo, escucha, escucha. —Empezó a contarme con lujo de detalle lo que pasó en la noche anterior.
No sabía que decir solo la escuchaba viendo a otro lado sin darle mucha atención, ya sabía cómo terminaba esta historia y no me agrada para nada el final.
—Paola yo. —Fui interrumpida por el abrir de la puerta, era la profesora de artes, era la materia que nos tocaba hoy, al verla se me vino a la mente el trabajo que teníamos que traer.
"Se me olvidó el trabajo" pensé y me estruja la cara.
—Muy buenos días muchachos. —Decía la profesora dejando sus cosas en el escritorio mientras se sienta en su silla— por favor todos pasen sus trabajos a el escritorio.
—Levanté mi mano para que me dejara hablar— no traje mi trabajo, se me olvido —estaba avergonzada de decirlo.
—¿no lo trajiste? Yume eso es raro de ti —se recostó más en su asiento y me vio con sus ojos dominantes y aterradores— muy bien, por ser tú lo dejó pasar por esta vez por favor tráelo mañana, pero ¿Trajiste los materiales? ¿No?.
—Me quedé callada un momento, si, se me olvidaron los materiales— no —lo dije lento y muy avergonzada.
—La profesora se restregó los ojos un poco— muy bien, sabes que no puedes venir a la clase de pintura por no traer los materiales ¿Verdad?.
—Asentí con mi cabeza— si, perdone —veía al suelo.
—Profesora, ¿le puedo compartir mis materiales a Yume? —decía Paola rápidamente.
—Paola, aunque trajeras más de lo necesario, no lo permitiría, porqué Yume tiene que tener responsabilidad con lo que le piden —le recalcó.
—Si, pero ella siempre trae los materiales y es responsable desde pequeña, ¿no le puede perdonar está vez? —seguía insistiendo.
—Tienes razón, por eso le doy espacio para mañana de traer todo y no la puedo tener aquí en una evaluación mientras que ustedes dos se estén pasando materiales, perdón, Paola se que ustedes dos son muy amigas, pero No puedo hacerlo.
Detuve a Paola que estaba apunto de seguir hablando colocando mi mano en su brazo.
—Tranquila, tiene razón, voy a salir. —Me levanté de mi silla agarrando mis cosas y salí del salón y me senté en un banco de afuera.
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Paola
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No quería que ella se fuera porque sabía lo importante que es para ella las notas.
Solo suspiré y la profesora seguía hablando.
Digo que para esta ocasión teníamos que hacer un dibujo de la persona que más amamos en este mundo, pensé un poco, y sabía ya lo que tenía que pintar.
Nos pinte a mi y a Paola el día que nos conocimos.
Hizo un sol brillante una niña pequeña de unos 7 años, llorando, con un cono de helado y el mismo helado en el piso.
Hace 10 años, ví una niña un día en el parque la cual estaba llorando, me acerque y le pregunté qué le pasaba estaba preocupada por ella.
—¿Estás bien? —le dije a la niña, ella intentó limpiar sus lágrimas.
—!Mi¡, !!mi¡¡, !!!mi helado¡¡¡ —Continuó llorando aun mas fuerte estrujando sus ojos.
—Me quedé congelada no sabía qué hacer, ví mi helado y estiré mi mano ofreciendo mi helado—. ¿Compartimos el mío? —La niña dejó de llorar un momento y se limpió los ojos—. Me llamo Paola como te llamas.
—Me llamo Yume —me vio con sus ojos llorosos— ¿quieres dar tu helado? —moví mi cabeza diciendo que sí— pero es tuyo.
—lo compartimos —sonreí y me senté a su lado comiendo un poco de helado—— come.
La chica empezó a comer un poco de helado.
Así fue como nos conocimos Yume y yo, sonreí un poco viendo el cuadro y la profesora se acercó a verlo.
—muy buen trabajo como siempre Paola, bien hecho —me sonrió— ¿quién es?
—Yume —voltee a verla mientras seguía haciéndole pequeños detalles a la pintura.
—¿En serio? ¿Yume es a la persona que más amas? —le asentí concentrada en mi pintura— ustedes dos son...ya sabes.
—¿Qué? —caí en lo que me preguntaba— ¿novias? No lo somos.
—Que bien. —Se volvió y se fue a seguir viendo otros trabajos.
¿Por qué "qué bien"? Sonó raro, demasiado raro.
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Yume
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Después de nuestra última clase yo estaba guardando todas mis cosas cuando se me acercó Paola.
—Yume, voy a ir para otro lado, no te podré acompañar a tu casa, perdón —Sonrió mirándome, mi cara era un poco inexpresiva por el malestar que tenía.
—No pasa nada, ve con cuidado —me acerque y le di un abrazo.
Me correspondió el abrazo y me habló en el oído —¿Te encuentras mejor? Por tu cara precinto que no.
—tranquila, solo es malestar, más tarde estaré mejor, espero —le respondí.
—Ella se separó del abrazo nuevamente— esta bien, que te mejores —se dió la vuelta y se fue del salón.
Al terminar de recoger mis cosas salí también dirigiendo a la clase de Alex el cual ya me estaba esperando en la entrada.
—Ey, ¿preparada?
—Si, vamos por él. —Lo dije decidida sacando mi celular.
Salimos del colegio en la entrada estaba Gabo con sus amigos, esperamos que se fueran, sus amigos por la derecha y el por la izquierda, lo empezamos a seguir lo más callado que pudimos hasta que observamos que el llegó a una cafetería.
—¿Aquí está? —Mencioné a Alex.
—Claro. Ven vamos antes que lo perdamos.
Seguimos caminando, entramos sin que él nos viera y nos colocamos en una mesa lo suficiente alejado de él, para estar más ocultos nos colocamos el menú en la cara tapándole.
En unos minutos llegó una chica y se dirigió hacia Gabo.
—¿Es ella? —Le pregunté a Alex con un pequeño golpe en el costado para que estuviera pendiente ya que estaba perdido en su celular.
—¡Ah! —Exclamó— ¿qué pasa? —señale a la mesa de Gabo el me dió un movimiento con su cabeza de aprobación, agarro mi celular y colocó la cámara y la apuntó hacia Gabo tomando foto tras foto y se les notaba la cercanía.
—Esto no es algo incriminatorio, necesitamos algo más significativo.
—Es que no hacen nada, ¿qué quieres que busque? —Me dice Alex aún tomando alguna que otra foto.
En un momento ellos dos se acercaron y se dieron un pequeño beso.
—Rápido toma la foto —sacudí a Alex con mucha intensidad para que tomara la foto, rápido.
Al tomar la foto Gabo miró hacia nosotros.
Nos escondimos detrás del menú al parecer no nos vio.
Gabo y la mujer se levantaron y se fueron del lugar.
—Esto estuvo cerca, que bien que se fueron, ¿nos vamos ya? —voltee a ver a Alex— dame mi celular porfavor —El me devolvió mi celular— muchas gracias.
—Oye, ¿quieres tomar algo? Sabes ya estamos aquí y pues —lo ví un momento sería, se le notaba que estaba nervioso— oh, si no quieres no pasa nada —replicó mientras mi celular se apagaba.
—No, no. Claro, vamos a tomar algo. Mientras mi celular —le doy un vista calmada.
—Yo pedí una malteada de chocolate y él un té helado— oye, Alex, gracias por ayudarme a hacer eso y bueno, por decirme lo que Gabo tramaba.
—No pasa nada, me gusta ayudar y creo que Gabo se salió con la suya muchas veces. —Prosiguió con una sonrisa.
—Muchas gracias por ayudarme a destapar toda la mentira de Gabo. Eres muy buena persona, Alex —le sonreí de vuelta. Su cara cambió de una tierna sonrisa a una muy apenada con sus mejillas coloradas— ¿Estás apenado? —De mi boca se escuchó una carcajada.
pasamos hablando un rato más, para ya irnos. El se fue por otro lado, mientras yo me fui hacia la casa de Paola, camine lo más rápido posible para llegar a su casa.
Mi rostro era triste. Ya que Paola se tiene que enterar así. Le hacía mucha ilusión tenerlo como novio, pero ahora... Aunque es mejor que se entere por mí y no por otra persona o peor, que ella se entere sola.
Llegué a su casa, toque el timbre y espere a que me abra... ¡Espera! ¿¡Cómo se lo digo!? ¡No prepare nada! ¡No le quiero llegar con la noticia así! Tengo que preparar algo, ¡rápido¡ ¡antes de que abra!
—Yume, ¿qué haces aquí? —me vio confusa.
—Ah, yo, él... ¡Gabo te engaña, perdón Paola! —creo que no lo tenía que decir así.