Andrés, cegado por la niebla y la desesperación, salió de la cabaña para luchar contra la criatura que amenazaba con arrebatarle a la mujer que amaba. La oscuridad no era solo una presencia física, era una entidad mística y poderosa que podía leer la mente de Andrés y usar sus miedos más profundos en su contra.
En una batalla épica y desigual, Andrés no solo luchaba contra la oscuridad física, sino también contra sus propios demonios. La criatura le mostraba imágenes de su pasado, de sus errores, de sus inseguridades, aumentando su terror y debilitándolo con cada recuerdo. Andrés se encontraba en un campo de batalla mental, donde la oscuridad lo acorralaba y lo llenaba de dudas.