"La chica del piano"…
No podía creer que esta chica me había hecho cambiar. Después de mucho sufrimiento, esa chica logró que pueda avanzar y poder estar riendo, e incluso contemplar su sonrisa…
Capítulo 1:
"Inicio".
Era un lunes por el medio día, estaba con mi madre en el comedor: era tan hermoso ver su sonrisa cuando yo no quería comer el queso que servía con las tostadas.
--Hoy es tu primer día en la secundaria.
--Lo sé, estoy muy emocionado por ver cómo será.
--Al principio es difícil, pero luego te acostumbrarás.
--No te preocupes por eso, por cierto, ¿Dónde esta papá?.
--Aun duerme, ayer volvió muy tarde de su trabajo.
Sabía que me estaba mintiendo, podía ver como volteó la mirada hacía abajo, pero seguí con la conversación.
--Tiene que ser duro el trabajo de programador.
--Supongo. En fin, vamos o llegarás tarde.
Salí de casa, cuando veo a mi padre con una mujer en la esquina, estaba tocándola a su antojo por lo que veía. Crucé la calle y los ignoré, pero tenía mucha rabia, ¿Por qué diablos estaba con otra mujer?. De tanto pensar en lo sucedido, accidentalmente hice que a una chica se le cayeran unos cuadernos, con dibujos y anotaciones extrañas. Le ayudé a levantar sus cuadernos, cuando levantó su mirada. Era hermosa: usaba lentes, su pelo era verde y violeta, tenía pequeños expansores, un gorro de lana negro, que le daba el toque de estilo máximo, Jeans apretados y una sudadera negra, que tenía dibujado una enorme calabaza, junto a esas zapatillas con franjas de carrera. Todo lo que vi de arriba abajo, era súper loco, hermoso. Por otro lado, yo iba vestido según las normas, parecía un pelele, pero la chica me vio con esos hermosos ojos café, que me hicieron olvidarlo todo. Ella me agradeció y me dijo que vayamos deprisa o llegaríamos tarde. Felizmente la seguí, hasta que llegamos a la Secundaria Barner. Era enorme, mucha gente reía y sonreía, habían muchas chicas fanáticas de esos ídolos coreanos, chicos que se vestían como querían e incluso chicos que vestían similar a mi, eso me ponía un poco feliz, ya que no era el único que seguía las reglas.
Tras el discurso, pude entrar a mi salón, allí me encontré con Nick y Sara, que tenían una especie de relación o eso intentaban. Ambos se acercan a decirme, que estábamos en la misma clase: 1ªB, el último salón del primer piso. Nos sentamos en las mesas del medio, ya que casi todas estaban ocupadas, y no queríamos líos en el primer día, pero ese deseo no se haría realidad, ya que un tipo vio a Nick y decidió acercarse; no tenía buenas intenciones.
--Oye tu, cabeza de pene, ¿Por qué rayos me mirabas?, ¿Acaso eres gay?, ¿Te gusto? --Dijo el bravucon.
--Aquí vamos, ¿Quién diablos te crees imbécil? --Responde Nick.
--Cierra la boca idiota, cuidado con lo que dices, o te golpearé hasta romperte la nariz.
--Inténtalo deformado, veamos de lo que eres capaz.
Nick, comienza a golpear al tipo que vino a insultarlo, pero se dejó llevar y terminó con un ojo hinchado y la nariz rota, además de ser suspendido. Si, el día de Nick comenzó muy mal, pero no le afectó mucho.
Rato después, comienzan a pasar lista. De todos los nombres, uno me llamó la atención. "Karen", era la chica con la que me topé en la calle. Su voz tan suave, era muy atractiva, pero no me había dado cuenta que estaba ahí, era tan callada que si no decían su nombre, quizá tardaría en verla. Volteé y ella estaba leyendo un libro, mientras escuchaba música. No parecía importarle mucho la clase, hasta que la profesora llamó su atención y le dijo que no use los auriculares.
Entre una clase y otra, la hora pasó volando. Nick, sara y yo, nos fuimos juntos hasta la calle Weston, donde había chocado con Karen. Doblan, mientras que yo cruzo para seguir derecho. Al cruzar, veo a Karen dirigirse a su casa. Llegué a la puerta, cuando escucho a mi madre gritar, y a mi padre contestando con insultos. Entro a casa, tomo un vaso con agua, para luego subir a mi habitación. Supongo que debió enterarse lo de papá. Entré a mi cuarto para esperar, mientras hacía mis tareas, pero los gritos no paraban. Mi madre le decía, que era una basura, mientras mi padre contestaba que no era suficiente en la cama, que era aburrida y estúpida. Escuché un golpe, bajé y mi madre lloraba, con un moretón en el rostro. Inmediatamente traje hielo para bajar la hinchazón. No podía evitar llorar, al ver a mi madre así. Siempre la vi tan feliz, que nunca pasó por mi cabeza, una escena como esta. Me quedé con ella, hasta que finalmente pudo dormirse, luego fui a cerrar la puerta con llave.
Habían pasado unas dos semanas de aquel suceso. Mi padre no apareció en ningún momento, hasta aquel viernes por la tarde. Volvía a casa, cuando vi un auto negro mal estacionado frente a ella, así que me apuré. Al llegar, veo que la puerta estaba sin llave. Entro y lo primero que veo…es la casa desordenada, como si un fuerte viento hubiese arrasado con toda la sala de estar. De pronto escucho gemidos desesperados, y al subir, veo una escena que me dejó la mente totalmente destruída: la habitación estaba oscura, solo la televisión alumbraba. Mi padre estaba abusando de mi madre. Tironeaba de su pelo mientras le decía cosas como, "esto es lo que quieres perra", "sé que te gusta", "siéntelo asquerosa". Yo solo me quedé paralizado, hasta que mi padre me lanza dos botellas en la cabeza, haciendo que una de ellas, me genere una herida y esta sangre. Caí aturdido y con mucho dolor, ya que había lanzado otra botella muy fuerte, que se partió nuevamente en mi cabeza, haciéndome caer al suelo.
Estaba aturdido, mis ojos parecían cerrarse, pero aún escuchaba los gemidos, los llantos de mi madre, la cama y la respiración de mi padre. Decidí levantarme, bajar las escaleras e ir por ayuda, pero a mitad de recorrido, mi padre salió del cuarto, me disparó en la espalda y golpeó a mi madre, quien intentó detener el disparo…y la vuelve a llevar al cuarto. Como estaba ebrio, su puntería era mala, así que no fué una herida grave, pero caí rodando por las escaleras: sentí que mi cuerpo era una bolsa de papas, todo daba vueltas de lo mareado que estaba, hasta veía mi sangre que era una laguna en crecimiento.
Comencé a arrastrarme hasta la puerta, logré levantarme y abrirla con mi mano, para luego salir caminando, con toda la sangre cayendo al suelo. Un auto policial frena inmediatamente. Yo me caí, pero pude oír el ruido de las gomas, al raspar con el suelo y el olor de ellas. Uno de ellos me tomó en brazos.
--¡¿Qué pasó aquí?! --Preguntó el oficial.
Con mi último aliento, le dije el número de casa y luego me desmayé.
--Tr…tres, nueve, ci…cinco.
--¿Tres, nueve, cinco?. ¡Todos al tres, nueve, cinco!.
Desperté en una sala de hospital, el oficial que me hayo estaba ahí, y me contó lo que había pasado: habían entrado a mi casa, hallaron a mi padre abusando de mi madre, una ambulancia y cinco patrullas llegaron después, para arrestar a mi padre que estaba ebrio y forcejeaba. Mi madre estaba en una sala de testimonios, en la comisaria, mientras mi padre era encerrado en la cárcel. El oficial me dijo que tuve suerte, pero en mi mente quería morir.
Una semana después me dieron de alta, mi madre no me había visitado en todo ese tiempo. Le pregunté al oficial, si la habían llevado al un psicólogo.
--No tienen el dinero, como para un psicólogo.
--¿ Y qué hay del estado?.
--Esos malditos corruptos no darán una moneda, por la gente media ni baja.
--Entonces, ¿Dónde está mi madre?.
--En tu casa, ve antes de que suceda algo.
--Está bien.
Caminaba por las calle, que las sentía diferente. Era un mundo distinto para mi. En cada semáforo al que paraba, un fragmento de aquella tarde, pasaba por mi mente, era una pesadilla constante que seguía, hasta que llegué a la última cuadra. Aún podía ver las gotas de sangre, que se tornaron negras, por el tiempo que había pasado. La casa parecía normal desde afuera, pero al entrar, todo el desastre seguía ahí. Mi madre al escuchar la puerta, pega un grito y sube a su habitación. Me sentía deprimido, no quería ver a mi madre así.
Luego de horas de limpiar, decido hacer algo para cenar, pero no había nada, entonces ordeno pizza y mientras esperaba, subí a buscarla. Toqué una y otra vez, pero no recibía más que silencio. La pizza llega, mis últimos diez dólares, se habían ido por esa puerta y mi madre nunca bajó. Hice todas las tareas, que me habían enviado por correo.
Tras volver a la escuela, no podía hablar sobre lo sucedido, tenía que fingir una sonrisa. Volver a casa, era ir a un lugar frio y solitario. La comida, no era más que pan, verduras y un trozo de carne quemada, así que decidí buscar un empleo, para poder comer, pagar la luz y el agua. Mi madre seguía encerrada, ya habían pasado días, desde que no veía su rostro. Todo era un espacio vacío, donde solo llegaba, dormía, me levantaba y me iba. Una tarde veo un cartel en un supermercado. "SE NECESITA EMPLEADO". Era perfecto, pero no me quisieron dar el empleo a la primera, así que tuve que inventar una excusa, de que mi madre no podía trabajar por discapacidad, y como el hombre era un imbécil, se lo creyó. Así comencé a trabajar de cajero, en un supermercado que estaba cerca de casa. Tenía el dinero suficiente, para la luz, comida y demás.
Una tarde llegué del colegio cansado, a veces no tenía tiempo de dormir. Al abrir la puerta, escucho el microondas, mi madre estaba haciendo té, pero no sentí nada al verla, había pasado un tiempo desde la última vez que la vi. Se había duchado, tenía el pelo húmedo, unos pantalones amarillos y estaba descalza. No me hablaba ni miraba, como si fuéramos unos extraños. El vacío que tenía al estar en casa, hizo que caiga al suelo de rodillas, y comencé a llorar con las manos en mi rostro. Ella solo tomó su taza, subió las escaleras y lo último que escuché, fué la puerta cerrarse. Al otro día, llegué a casa y mi madre estaba sentada en el sofá, mirando la pantalla del televisor, que estaba apagada. Se me ocurrió prenderla y poner su canal favorito, que era uno donde mostraban la vida animal. Ella se levantó, tomó el control, apagó la televisión y me golpeó, para irse luego a su habitación, como todas las noches. Como mi habitación estaba en frente, siempre podía oírla llorar silenciosamente, pero no hacía nada para ayudarla, pasando semanas, viviendo con alguien que consideraba extraño. Su mirada de desprecio, me decía que ya no era mi madre, solo era un fantasma que recorría mi casa. Yo estaba, prácticamente viviendo solo, en una casa que alguna vez estuvo llena de risas.
Cada semana era más aburrida que la anterior. Estudiaba, trabajaba al mismo tiempo y de vez en cuando, mi madre y yo cruzábamos las miradas. Nick me pregunta, por qué ya no venía a casa, yo le decía que estaban construyendo algo en mi patio trasero, y que hacía otras cosas, siempre evitando ese tipo de preguntas, cuando en realidad, era yo quien no sentía tener una "casa". En uno de los descansos, karen me envía una nota.
"Deja de fingir esa sonrisa".
Giré hacía ella borrando la sonrisa, tomé mis auriculares y comencé a oír música. Uno de los bravucones se nos acerca, nos comienza a insultar, pero los ignoré, aumentando el volumen de la música que oía. Otro de ellos se me acerca y comienza a hablarme. Al no recibir atención, me quita los auriculares, pero lo ignoro, me pongo los auriculares y vuelve a quitármelos.
--Si vuelves a hacer eso, voy a golpearte.
--¿Enserio, vas a golpearme imbécil?.
--Si.
Por tercera vez, me quita los auriculares del oído. Me levanté y comencé a golpearlo, hasta que cayó al suelo. Aún en el suelo, lo golpeé y no paré hasta que llegaron los directores, para separarnos y llevarme.
--¿Eres consciente de lo que hiciste? –Dijo el director.
--Si.
--Lo golpeaste y pateaste como si nada.
--Lo sé.
--Citaré a tus padres.
--Está bien.
--¿Qué pasa Josh?.
--Nada, no pasa nada.
--Entonces, ¿Por qué dejaste a ese chico, con una costilla rota, la nariz también rota y hasta le clavaste el lápiz en la espalda?.
--Él se lo buscó.
--Así no se resuelven las cosas y lo sabes.
--No me importa, no me gusta la gente molesta.
--Josh…
--Me retiraré, si no tiene nada mas que decir.
Josh se dirige a casa, cuando una chica de su curso, se le acerca repentinamente. Josh voltea a verla y ve como sus amigas, esperaban en la esquina. La chica mira a Josh. Hana, una chica de pelo oscuro y ojos negros, vestía con el uniforme del colegio, que era uno blanco, con el símbolo estampado en ella. Josh la mira, sin ningún tipo de expresión.
--¿Qué quieres?.
--Me llamo Hana, somos compañeros de curso y…
--Lo sé, ve al grano por favor.
--Si que eres frio, olvídalo, ¿Querrías salir conmigo?, estuve desde el primer día interesada en ti.
--No.
--Lo sabía, pero tarde o temprano aceptarás.
--¿Cómo estas tan segura?.
--Intuición femenina.
Josh voltea y sigue su camino, mientras Hana lo ve irse. Sonríe y en su mente pensaba.
--No será fácil, pero lo haré, esta vez no fallaré.
Josh llega a casa, abre la puerta, y al entrar, un aroma llega a su nariz. Su madre cocinaba el plato preferido de Josh: fideos con albóndigas. Josh estaba sorprendido, al ver a su madre cocinar. Ella tenía un aspecto renovado, y al ver a Josh, sonríe con mucha naturalidad.
--¿Mamá?.
--Llegaste a tiempo, la cena esta lista.
--¿Eres tu?, ¿Realmente eres mi madre?.
--¿Acaso crees que soy otra persona?, que gracioso, vamos siéntate.
Josh queda anonadado, al ver a su madre con esa sonrisa, que había muerto hace tiempo, como si no hubiese pasado nada. Josh se levanta y con lagrimas abraza a su madre, que le pide perdón también entre lagrimas.
--¿Cómo te recuperaste?.
--Al salir del cuarto, creí que estarías en otro lugar, pero cuando te vi, sentí un poco de paz ya que no estaba sola. Aún me sentía mal, pero una amiga tuya, me dijo que estabas sufriendo por todo lo que pasó. Me dijo que si no volvía, estarías en problemas.
--¿Una amiga mía?, supongo que Sonia.
--No. Esa chica no sabe lo de tu padre, ¿O si?.
--No.
--La chica que vino sabía todo, incluso me llamó ahora, diciéndome que rechazaste a una chica, y eso no esta bien, además creo que le interesas, ya que sabe bastante de ti.
--No me interesan esas cosas.
--Vamos, date una oportunidad, no es tan malo.
--Pero no se como, no se que tengo que hacer.
--Tranquilo, yo te ayudaré.
Había vuelto a sonreír, sentí mucha paz al poder recuperar a mi madre, pero…¿Quién era esa chica?, ¿Desde cuándo se supone que la conozco?, ¿Dónde vive?, ¿Cómo se llama?. Si no es Sara entonces, ¿Quién es?.
En una habitación oscura, que recibía iluminación de una vela, una chica triste tocaba el piano. Tenía moretones y heridas, pero tocaba una hermosa melodía, cuando se equivoca de nota. Una tensión envuelve la habitación, la chica tiembla, comienza a sudar, sus ojos comienzan a moverse de lado a lado, cuando una voz resuena desde atrás: una voz seria, pero fría, que proyectaba maldad y venganza. Su hermana estaba molesta.
--Es la quinta vez que te equivocas.
--¡Perdón, perdón, perdón!. ¡Por favor perdóname!.
--Te dije… que cada error…era una tortura, ¿Verdad?.
--¡Por favor!, perdóname, no volveré a meter la pata.
--No, no, no. No hay escapatoria hermana, te lo advertí, era una pieza difícil de tocar.
--¡Yo no quise tocar esta pieza!, ¡tu me obligaste!.
--Veamos… Golpes con palos, cortarte partes del cuerpo, quemarte o quizá…matarte.
--¡Por favor!, perdóname, ¡lo haré bien la próxima vez lo juro!.
--Creo que esta vez te mataré, si…definitivamente te mataré, pero lo haré lentamente…
--¡Por favor no!, ¡¿Por qué haces esto?!, ¿Por qué me odias tanto?.
--Robaste mi infancia, lo único en lo que destacaba, además, porque tu le llamabas mas la atención. ¡No pude decirle nunca lo que siento!.
--¿A quién te refieres?, ¿Acaso es…
La toma del cuello, le clava un cuchillo en la garganta, la tira al suelo. Comienza a atarla de pies y manos, para luego arrastrarla hasta el rincón, de esa sucia y oscura habitación, donde comienza a quemar la ropa que tenía puesta. Esta comienza a gritar de dolor, ya que su ropa se quemó con rapidez. Entre gritos y llantos, comienza a recibir golpes en distintas partes del cuerpo. Su hermana lloraba de tanto dolor, luego la miró fijamente y pregunta, "¿Por qué haces esto?". Su hermana sin decir nada, la golpea tan fuerte repetidas veces en el cráneo, que la desfiguró: sus ojos salieron de su cuenta, su cabeza estaba aplastada, rota, sangrando descontroladamente, su piel quemada, todo su cuerpo lastimado. Su hermana había muerto, tras casi seis golpes en el cráneo. Luego de dos horas, comienza a tocar el piano: ella también tocaba una hermosa melodía, mientras pensaba en su amado. Le molestaba que sonara un poco raro, y le hecha la culpa a su madre, diciéndole que se mueva.