Chapter 19 - Capítulo 18.

Max: 『 ¡¡¡Que todo el mundo solo lleve lo básico!!! ¡¡¡Olvídense de los muebles, recuerdos o cualquier otra cosa que no sea indispensable!!! ¡¡¡Basta con que carguen algo de comida, ropa y también unas cuantas cobijas!!! 』

Los aldeanos de la colonia iban de un lado a otro, entraban y salían de sus casas llevando en brazos tanto como pudieran, subiéndolo a los dos carritos de carga que había disponibles, y aunque les mandábamos cargar con solo lo esencial, hubo quienes no acataban las órdenes.

Max: 『 ¡¡¡Señora Kappel, ¿qué cree que hace?!!! 』

Sra. Kappel: 『 ¡P−Pero, son las cosas de mi esposo! Aquí tengo sus recuerdos de cuando aún estaba conmigo. 』

Max: 『 Esa caja es demasiado grande para ponerla en el carro. No puede llevarla. 』

Sra. Kappel: 『 ¡Por favor, es lo único que me queda de él! ¡S−Si es necesario, cargaré yo misma con ella−! 』

Max: 『 Si carga con ella se quedará atrás en el grupo. No puedo permitir que la lleve. 』

Por más que la pobre ancianita insistiera, Max no le concedería su capricho. Apenas y teníamos espacio para tantas cosas en dos miserables carruajes de comida tirados por unos flojos asnos.

Todos estaban desconcertados con la evacuación. Era demasiado difícil para ellos tener que desprenderse de sus cosas y de sus hogares de repente. Todo aquello por lo que trabajaron y se esforzaron, aquello que hicieron con tanto empeño para conseguirlo, a lo que le tenían mucha estima y orgullo. 

Las cartas de amor de una joven pareja, el caballito de madera de un pequeño niño, el retrato de un difunto padre, el bastón que dejó un esposo a su amada, la muñequita de trapo de una dulce niña; aunque fuera muy doloroso, todos tuvieron que dejar algo atrás, incluso nosotros.

Max: 『 ¡Señora, ya se lo dije, no puede…! ¿Huh? 』

Por la entrada de la colonia, aparecieron unas siluetas cuadrúpedas que trotaban entre los residentes y venían a nosotros. Varios los miraban con asombro, algunos como si fuese la primera vez. Eran Tzar y Snel, habían vuelto por sí solos al castillo, con sus sillas de montar vacías y manchadas en sangre. Sus pupilas estaban muy dilatadas y respiraban con bastante agitación, algo o alguien provocó que se asustaran y huyeran.

Shun: 『 ¡Hey, volvieron! ¡Qué bueno que están bien! 』

Max: 『 Shun, esta sangre… 』

Shun: 『 Sí, es probable. 』

Max: 『 ¡Dios! ¿Qué habrá pasado allá afuera? 』

("¡¡¡PUM!!!"). Sin previo aviso, un fuerte golpe retumbó cerca de donde estábamos. Era como una repetición de la escena anterior. Una enorme bala de roca cubierta en llamas atravesó el submuro que separaba la colonia con la escuela militar, rodando hasta los campos de cultivo y creando un enorme agujero en los cimientos de la gruesa barda. 

Arruinó por completo los cultivos, dejando un rastro de ceniza negra en el medio de la tierra, hasta que acabó su trayecto al aterrizar en el canal, ahogando por completo sus llamas. 

El fuerte estruendo alteró a los caballos, haciéndolos relinchar y saltar. Los tranquilizamos para evitar que volviesen a huir, aunque de manera momentánea. Otro proyectil así y saldrían corriendo. No podíamos dejar que se fueran, necesitábamos de su ayuda para tirar las carrozas.

La gente también se alarmó y quedaron petrificados viendo el daño producido por la gran roca. Tal imagen provocaba que se distrajeran y se desenfocaran en realizar la tarea de cargar con los suministros necesarios para partir en viaje. 

Max: 『 ¡¡¡No se distraigan!!! ¡¡¡Tenemos que salir de aquí pronto!!! ¡¡¡RÁPIDO, RÁPIDO!!! 』

La gente recobró el sentido y volvieron a apresurarse. Por nuestra parte, quitamos las sillas de montar a los caballos y los amarramos a los carruajes junto con los asnos, así tal vez los motivarían a mover los grandes montones de cosas. Solo me preocupaba que Snel no pudiera hacerlo con su lesión presente.

Shun: 『 Perdón, amigo, pero necesito de tu ayuda. 』

Max: 『 ¡¿Listo, Shun?! 』

Shun: 『 ¡Listo! 』

Max: 『 ¡Bien…! ¡¡¡Que todo el mundo se mantenga unido!!! ¡¡¡Iremos en grupo hacia el Norte y−!!! 』

Soldado del castillo despavorido: 『 ¡¡¡AAAAAAAAH!!! 』

A la lejanía, gritos de dolor y agonía, y el fuerte eco del metal chocando entre sí llegaban hasta nuestros oídos. Nos congelamos por un instante preguntándonos qué era eso. Los ruidos cada vez se hacían más intensos y más gritos de sufrimiento se aproximaban por el agujero.

Uno de los soldados de la academia apareció por el hoyo, retrocediendo desesperadamente y gritando: 『 ¡¡¡QUE ALGUIEN ME AYUDE!!! 』; trato de traspasar por la abertura, pero antes de que pudiese poner un pie en la tierra quemada, una lanza perforó su pecho y cayó súbitamente mientras la sangre salía de entre su armadura.

Un pequeño pelotón de cuatro soldados, vestidos con armadura gris y cascos con penacho rojo corto, salió desde la cavidad y se nos quedaron viendo. Uno de ellos recogió la lanza empalada en el pobre oficial y los demás desenfundaron sus espadas; alzó su arma y desgañitó al aire con mucha emoción, incitando a sus compañeros a hacer lo mismo y correr contra nosotros, enseñando sus armas y su sed de sangre.

Los aldeanos corrieron y los invasores tras de ellos. Gritaban aterrorizados y se dispersaron, algunos iban de regreso a sus casas a resguardarse, otros decidieron escapar por su cuenta fuera del complejo. Varios se tropezaban del nerviosismo y chocaban entre sí, desesperados por huir a donde fuera.

Tomé una pala del carro y uno de los invasores apareció frente a mí, atacándome sin consideración con su espada. Bloqueé su golpe y respondí dos veces para desarmarlo y noquearlo. Otros dos venían atrás de él y embistieron al mismo tiempo, agache para esquivar y al primero lo apaleé en las espinillas y al segundo en la nuca, rematando con un golpe más al rostro del primero.

El cuarto apareció detrás de mí con su lanza próxima a atravesarme, pero sorpresivamente, fue alcanzado por una punta metálica en su torso antes que yo. Max había tomado la pica y clavó la puntiaguda herramienta en el agresor, dejándolo fuera de acción. Al confirmar la ejecución, retiró el arma improvisada del hombre y se tambaleó un poco, manteniéndose de pie con ayuda del mango del instrumento.

Shun: 『 ¡¿Max, estás bien?! 』

Max: 『 Yo te iba a preguntar eso, pero veo que estoy peor. Eso fue más duro de lo que pensé. 』

Shun: 『 … Pues vas a tener que acostumbrarte… Vienen más. 』

No teníamos tiempo para asimilar ni para tomarnos un descanso, más soldados seguían ingresando a la colonia. Max se puso de pie y olvidó sus leves náuseas para apoyarme a contener tanto como fuese posible a los invasores.

Dos de ellos vinieron contra mí en formación escalonada. El primero intentó acuchillarme con un corte horizontal que contuve, el segundo quiso aprovechar el momento y me atacó de lado. Empujé la espada retenida al costado para desbalancear al soldado e interponerlo ante su compañero, estorbándole y chocando ambos. Les pegué duro con un solo movimiento y fueron al piso.

Max parecía más ocupado que yo. Como si fuese una larga fila de espera, uno tras otro iba contra él tratando de acertarle un corte, pero les era imposible por los extraordinarios reflejos que tenía. Aunque él no tuviera tanta práctica y destreza en combate como yo, esquivaba y contestaba muy fácilmente los embates, parecía como si fuera un experto guerrero dándole una lección a un montón de reclutas novatos. Todos fueron cayendo al piso tras las cortadas y golpes que Max les provocaba con la larga arma-herramienta.

Sin embargo, dos tiradores parados sobre la abertura, le apuntaban a Max con sus carabinas largas, preparados para jalar del gatillo y dispararle. No me lo pensé dos veces y arrojé la pala hacia ellos. El filo de la lámina ancha perforó el cuello de uno, empujándolo a su compañero y arruinándole el tiro que salió desviado. Fui contra él y le di una patada en la mandíbula, quitándole su arma.

Desde esa posición, pude contemplar el lío que se estaba llevando a cabo en la academia militar. Muchos cadetes, soldados y altos mandos peleaban contra el enorme batallón de invasores. Decenas de cuerpos de ambos bandos yacían en el suelo repleto de sangre y armas perdidas. Era igual que un enorme matadero donde no había discreción alguna.

Mientras veía la despiadada batalla, un disparo pasó cerca de mí y me hizo reaccionar ante un grupo más de invasores que venían hacia acá. Cargué la carabina y apunté al francotirador del grupo que me disparó. Fijé la mirilla y disparé, sintiendo una fuerte sacudida sobre mi hombro. La bala horadó la armadura y la piel del tirador, matándolo al instante. No obstante, sus compañeros no se inmutaron por el disparo y siguieron avanzando.

Aprovechando el uso de la bayoneta del arma, esperé a los hombres en armadura para atacarlos con el filo de la hoja y evitar que pasaran. Al primero de ellos le perforé en el estómago antes de que se me aproximara. Dos lanceros estocaron al mismo tiempo, me agaché para esquivarlos y corté sus espinillas para impedirles estar de pie, golpeándolos después con la culata para noquearlos.

Dos más me habían pasado por alto, pero Max los frenó a pocos metros del agujero, clavándoles la pica en las piernas y golpeándolos de lleno en la cara. Por desgracia, no había respiro para ambos, parecía que por cada enemigo que derrotábamos dos más lo remplazaban. Si continuábamos a este mismo ritmo, terminaríamos completamente rebasados en unos cuantos minutos.

Necesitábamos encontrar una forma de cerrar el hoyo para que dejasen de venir. Buscaba algo que hubiese en el alrededor para que nos ayudara, entonces vi en la bolsa del tirador que derribé una granada de mecha. Si explotábamos dicho artefacto en la parte de arriba del agujero, podríamos derrumbar parte del submuro y tapar el acceso. Sin embargo, había un problema, no teníamos nada con que encenderla; las bolsas del difunto estaban vacías, ni pólvora tenían ya. Revisé las del otro cuerpo y estaban igual.

No había de otra, tenía que ir a buscar algo con que encenderla, pero no podía dejar a Max combatir solo en lo que yo indagaba. No obstante, sería mucho más viable si invirtiera los roles.

Shun: 『 ¡Ten, busca algo para encenderlo y vuela el agujero! 』

Max: 『 ¡¿Qué...?! ¡¡Oye, espera!! ¡¡¿A dónde vas?!! 』

Shun: 『 ¡¡Los frenaré todo el tiempo que pueda!! 』

Max: 『 ¡¡¿Estás loco?!! ¡¡Te quedarás atrapado de ese lado!! 』

Shun: 『 ¡¡¡Ya no hay tiempo, Max!!! ¡¡Tienes que hacerlo…!! 』

Max: 『 … 』

Shun: 『 ¡Confía en mí! 』

Sé lo arriesgado que podía ser, pero era lo único que teníamos. Aunque le costara, Max debía confiar en mí por una vez, por el bien de todos.

Max: 『 ¡¡¡Aaaah, Mierda!!! ¡¡Te veo en la intersección, NO FALTES!! 』

Shun: 『 ¡Ahí estaré! 』

Nos separamos en caminos distintos, él fue hacia la colonia y yo me adentré a la zona militar infestada de invasores. Venían desde dentro del castillo y de la entrada de la academia. Me percaté que esa puerta secundaria también estaba destrozada, el proyectil que la derrumbó debió de haber rodado hasta donde estaba el submuro; y dentro del palacio, las fuerzas de contención debieron de haber caído.

Esa suposición me hizo pensar: 『 ¿Qué paso con Lidia y con mi madre? ¿Habrán escapado de todo esto? 』Me traté de mantener positivo y creí que así fue, aunque en el fondo, mi incertidumbre me hacía pensar en lo contrario. Tenía bastantes cosas en la cabeza, pero no me podía distraer. Un falso convencimiento me impulsó a combatir con tal de perseverar y ganar tiempo para la gente de la residencia.

Me dirigía directo a un mar de armaduras grises con nada más que un mosquete vacío. Primero, me encargué del grupo de adelante; golpeé tantas veces la carabina que la termine quebrando sobre uno de ellos. Tan pronto se abrió una oportunidad, robé una espada para seguir combatiendo y facilitarme las cosas.

Zigzagueaba por todos lados, esquivando y contrarrestando los estoques y lanzas de los enemigos que me rodeaban. Contratacaba tan rápido como fuera para no darles tiempo de reacción. Cortaba casi como un maniático frenético que no podía detenerse, más de un brazo y pierna terminaron cercenados por mi cuenta. Saltaba por encima de ellos y los atacaba antes de que lograsen voltearse, los confundía con mi velocidad para desbalancearlos y hacerlos chocar con tal de que se apuñalaran entre sí.

Pero, aunque sonara fácil lo que hacía, no lo era. Cuidarse constantemente de no ser tajado mientras peleas con más de 10 hombres a la vez me empezaba a agotar físicamente. Exigía a mi cuerpo y mente al más del cien por ciento. Cuando vencía a un pelotón, otro más venía a reforzarlo. Me empezaba a ser difícil pararlos a todos, hubo algunos que solo pasaban y aprovechaban que la abertura estaba descubierta.

Los cortes en mi ropa y mis extremidades me señalaban que iba perdiendo velocidad y resistencia. Cada vez la dificultad subía y me costaba mantener el ritmo. Pero no podía detenerme, no debía detenerme. 12, 15, 18, 20…; debía ir más rápido, mucho más rápido, aún me faltaban más. Las lanzas y espadas se duplicaban y atacaban al mismo tiempo. La fatiga en mis brazos se hacía mayor y mis piernas empezaban a hormiguear.

Ya solo pensaba en cómo salir de esa situación tan comprometedora. Sentía que estaba cerca de tirar la toalla. El tremendo esfuerzo constante me drenaba y mi respiración se aceleraba. Era un conejo entre una manada de lobos, corriendo y saltando para escapar.

Detuve un fuerte tajo de último momento que me llevó a la polvosa acera. Intentaban darme el golpe de gracia mientras me postraba en el suelo, inclinaba mi cuerpo como un gusano para que no me dieran. Di una patada para zafarme, pero los soldados no me permitían levantarme y antes de siquiera hacer el esfuerzo, otro sujeto apareció encima de mí con su lanza.

Parecía imposible esquivarlo, el filo de la hoja ya estaba en el medio de mi rostro, cuando de pronto se detuvo. Una larga y oxidada barra de metal se interpuso en el camino y desvió el golpe. Alejó a los demás de mí y me dio chance para recomponerme. Creí que había sido Max quien lo detuvo, estuve a punto de regañarlo por eso: 『 ¡¡¡¿Qué rayos haces aquí?!!! ¡¡¡Te dije que−!!! 』; pero cuando me percaté de quién se trataba, mis palabras quedaron a medias.

Sr. Jakob: 『 ¡Vaya manera tienes de agradecerme, chico! ¡¡Venga muchachos, no se contengan!! 』

Era el Sr. Jakob junto con tres hombres más que reconocía fácilmente: el Sr. Evers, el mayordomo Ventura y el Sr. Heeren; todos combatiendo con herramientas convencionales y llevando encima pechos y hombreras de armaduras viejas, tomando por sorpresa a los invasores y dándoles una buena paliza. Aunque fueran trabajadores normales y corrientes, sus movimientos parecían ser los de expertos artistas marciales que aleccionaban a los soldados grises. 

Shun: 『 ¡¿Qué están haciendo aquí?! ¡Tendrían que haber escapado! 』

Sr. Jakob: 『 Cierto, pero−(!)… no podíamos quedarnos sin hacer nada. Después de lo mucho que ustedes dos nos han ayudado−(!)…, teníamos que regresarles el favor. 』

Más que sus palabras, me asombró su habilidad de combate, atravesó como si nada a un par de soldados mientras hablaba con total calma. Los cuatro vencieron al enorme grupo que me tuvo rodeado, sin despeinarse. Gracias a ellos, el avance cesó un poco, pero se avecinaban más, aún no podíamos bajar la guardia.

Sr. Jakob: 『 ¡Déjanos las sobras a nosotros! ¡Corre de frente y elimina a cuántos puedas! ¡Solo no pares hasta que llegues a la puerta y salgas de aquí! 』

Shun: 『 ¡Pero, ustedes−! 』

Sr. Jakob: 『 ¡No te preocupes por nosotros! ¡Tal vez seamos viejos, pero sabemos arreglárnoslas!… ¡¡Ahora ve, muchacho!! 』

La confianza que irradiaba su mirada me contagió. Se aproximaba una tercera tanda y, justo como me dijo, corrí de frente, sin detenerme. Embestía contra las piernas, torsos y brazos de tantos invasores como pudiera, con tal de reducirlos en número y aligerarles la carga a esos cuatro que me ofrecieron el favor de cubrir el acceso.

Corrí hasta llegar al epicentro de la batalla. Trataba de pedir ayuda para que mandaran refuerzos a la parte posterior del área y al camino que conecta directamente con el palacio, pero nadie me escuchaba, como si fuese un mero poste. Todos combatían y se masacraban, nuestros números eran más bajos que los del enemigo y se notaba la superioridad en fuerza y nivel que ellos tenían.

Por tanto, decidí emparejar las cosas. Ataqué por sorpresa a varios de las armaduras grises que sobrepasaban a las plateadas, entrometiéndome en los duelos y salvando a uno que otro cadete sobrepasado. Una vez que la cantidad de enemigos se redujo considerablemente, logré llamar la atención y dar aviso de lo que estaba ocurriendo atrás de ellos: 『 ¡¡¡ESTÁN ENTRANDO POR EL PALACIO!!! ¡¡¡DENSE PRISA Y VAYAN ATRÁS!!! 』

Se me quedaron viendo, asimilando su sorpresa al ver a un campesino derrotar a tal cantidad de enemigos y dándoles órdenes. Por lo menos voltearon a ver a donde les señalé y entendieron que era cierto. Se concentraron en combatir en la parte posterior y así evitar que más intrusos siguiesen ingresando por el palacio. 

Me alivió un poco ver que ya había atención en esa parte. Parecía que la última fracción de invasores accedía por la puerta de la zona. Escondida en el bosque, se divisaba una de las catapultas que usaron para amedrentar el castillo, ya sin nadie que la cuidara y sin más proyectiles, eso también daba un poco de desahogo. 

Noté que dos soldados invasores se adentraban a los callejones entre los edificios de la escuela, manifestaban prisa por alcanzar algo, supuse que era algún cadete al que perseguían. Me puse en acción para ayudar al posible soldado en aprietos. Alcancé a uno de ellos y lo derribé desde su espalda con un salto y un golpe de rodilla, noqueándolo con el pomo de la espada. Pensaba que su compañero se daría cuenta, sin embargo, se concentró más en su objetivo y olvidó a su camarada.

Lo seguí entonces para saber a dónde iba. Escuché un grito que venía detrás de la torre de vigilancia de la prisión. Me aproximé y tomé cobertura en una esquina para ser más discreto y ver qué pasaba. Asomé ligeramente la cabeza y pude verlo, sujetando a una doncella y forcejeando con otra. No alcanzaba a mirar sus rostros, sin embargo, cuando la empujó al suelo, me di cuenta de lo que pasaba.

Soldado invasor: 『 En serio, las mujeres de aquí son lindas pero muy molestas. Creo que tendré que enseñarles un poco de disciplina. 』

Corrí a toda velocidad para alcanzarlo, y antes de que bajase su espada, corté con determinación su antebrazo, mandando a volar la extremidad que chorreaba en sangre.

 

Soldado invasor: 『 ¡¡¡AAAAAAAAAAAAH!!! ¡¡¡M−MI−MI BRAZO!!! 』

Lidia: 『 ¡¡S−Shun!! 』

Shun: 『 ¡Lidia, atrás! 』

El invasor soltó a Lidia y se arrodilló en dolor mientras apretaba fuerte su herida con su mano sobrante.

Lidia se alejó de él y auxilió a mi madre a levantarse. Estaba furioso, se había atrevido a lastimar a dos de las personas más importantes para mí, y por si fuera poco, tentó en asesinar a una de ellas. No dejaría pasar eso por alto.

Soldado invasor: 『 ¡¡DESGRACIADO!! ¡¡¿CUÁNDO APARECISTE?!! 』

Shun: 『 Jamás… te atrevas a tocarlas, ¿me escuchaste? 』

Lidia: 『 ¡¡¿ME ESTÁS JODIENDO?!! ¡¡¡¿ESO ES LO ÚNICO QUE DICES DESPUÉS DE LO QUE ME HICISTE?!!! ¡¡¡SOLO SON SUCIAS MUJERES, NO SIRVEN MÁS QUE PARA TRABAJAR Y FO−KAAAGH−AAAGH!!! 』

No soporté sus palabras vulgares y fuera de lugar. Rebané su garganta e hice que se callara. No toleraría que se dirigiera de esa forma a Lidia y a mi madre. La sangre me hervía y mi rostro se endureció por el odio. Me quedé de espaldas contra las dos para que no vieran mi reacción y se asustaran.

Lidia: 『 ¿S−Shun…? 』

Shun: 『 *Respiración profunda*… 』

Alcé la cabeza y respiré hondo para aclarar las ideas. Despejé la mente y los pensamientos de furia se disiparon. Fingí como si nada grave hubiese pasado y pregunté por su condición.

Shun: 『 ¿Están bien? 』

Lidia: 『 S−Sí, estamos bien… G−Gracias por rescatarnos. 』

Shun: 『 No me agradezcas... Si las hubiese buscado antes, esto no habría pasado. Por favor, perdóneme. 』

En ese momento, pensé que tal vez era mejor haberlas hallado antes de preparar la evacuación. De haberlo hecho, seguro no hubiesen estado heridas y no las habrían capturado.

Verónica: 『 … Esto no es tu culpa, hijo… ¡Ah, gracias a Dios que estás bien! 』

Mamá me abrazó cálidamente y suspiró en consuelo sobre mí. Me ayudó a tranquilizarme y que mi cuerpo dejará de hervir.

Lidia: 『 Shun, ¿dónde está Max? 』

Shun: 『 … Evacuando a los trabajadores. Quedé de verme con él en la intersección del Norte… 』

Lidia: 『 *Suspiro* Menos mal que también está bien. 』

Verónica: 『 Hay que salir de aquí, entonces. También necesito ver a tu hermano. 』

Shun: 『 De acuerdo…, entonces salgamos de aquí. 』

Lidia: 『 Sí. 』

Esperé a que ellas pasaran primero por esa extraña puerta que recién descubría. Me quedé solo un momento para sacudir la sangre que quedó pegada a la espada y así no mostrarles la repulsiva imagen a ambas.

Por fin tenía enfrente la gran oportunidad de salir de ese infierno, pero me preocupaba lo que les pasaría al Sr. Jakob y los demás, se estaban enfrentando ellos solos a los soldados enemigos para ganar tiempo y defender a sus familias. Dudaba en si escapar sería lo ideal. Entonces remembré las palabras que me dijo, que confiara en ellos y siguiera adelante, sin detenerme.

Tenía que avanzar. Solo me quedaba creer en el Sr. Jakob y creer en mi hermano. Ambos podían hacerlo, sabía que sí. Ahora debía de proteger a Lidia y a mi madre.

Lidia: 『 … Shun, ¿ocurre algo? 』

Shun: 『 … No es nada… ¡Andando! 』