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Chapter 12 - El comienzo de un nuevo amanecer

Las luces parpadearon una vez, dos veces, antes de iluminar por completo la estancia. Sofía trató de adaptarse a la repentina claridad; cuando finalmente lo logró, sus ojos se hincharon. Intentó hablar, pero sus labios se negaron a cooperar al ver cómo unos hombres encapuchados ingresaban con armas en mano.

Sus sombras se cernían sobre las paredes como gigantes distorsionados. El sonido agudo del metal resonó en sus oídos como una advertencia de muerte; el aire de por sí ya era denso y pesado, con el hedor a hierro oxidado. Ahora, el tener que mantenerse en pie ante tal amenaza mermaba su cordura.

—¡Bajen las armas ahora mismo! —La voz ronca del líder resonó con una autoridad imposible de ignorar.

Al instante los hombres obedecieron, sus armas cayeron a los costados y el ruido de los cascos se desvaneció. Aunque sus movimientos eran firmes, las manos de algunos temblaban ligeramente al tener cerca al ser que temían. De pie en medio de la escena, observó atentamente a sus subordinados. Su mirada se movía de un rostro a otro, estudiando cada expresión que llamaba su atención; sin embargo, lo que más le atraía eran aquellos dos jóvenes. Con manos temblorosas, se acercó a Sofía y Axel, tocando sus rostros en el proceso.

Los murmullos empezaron a llenar el espacio, pero eran suaves, como si cada palabra temiera perturbar el frágil equilibrio restaurado. La expresión en el rostro de Sofía mostraba rebeldía y repudio, lo cual agradaba a ese hombre. Axel, por su parte, intentaba ver más allá del presente; su mirada, aunque perdida y vacilante, aún mantenía la determinación de no caer fácilmente ante el miedo que lo rodeaba.

—Parece que tienen lo que se necesita. ¿Pueden decirme qué los motiva a no perder la cordura? —preguntó Jasón.

Axel y Sofía intercambiaron miradas cargadas de confusión y temor, participando en un silencioso duelo de voluntades. El hombre, con expresión cansada y ceño fruncido, ajustó sus gafas antes de fijar nuevamente su mirada en ellos.

—¿Necesito saber cuáles son sus límites? —continuó Jasón, empujándolos hacia un abismo sin escape. Con una mezcla de valentía y desesperación corriendo por sus venas, Axel apretó los dientes y respondió con determinación:

—Yo debo salir de aquí. Necesito detener lo que está por comenzar. Como líder de los Winter, mantenerme aquí es una afrenta.

Mientras les ordenaba que lo dejaran ir, se golpeó el pecho intentando transmitir la urgencia de sus palabras y señaló hacia el horizonte, donde imaginaba la sombra de una guerra inminente.

—Lamentablemente, tu libertad escapa de mi poder. No puedo cumplir con tus demandas —respondió Jasón con una frialdad calculada.

—Si me retienes aquí, el destino de muchos recaerá sobre tus hombros. ¿Estás preparado para cargar con ese peso?

Jasón, con autoridad inquebrantable en su voz, calmó a sus hombres y les recordó que, aunque Axel pudiera tener razón, ya era demasiado tarde para actuar. Habían pasado seis días desde su llegada, dos de los cuales él había pasado inconsciente.

Jasón suspiró llevándose una mano a la cabeza y dijo:

—Es demasiado tarde, joven Winter... demasiado tarde... —No había vuelta atrás; ya no había posibilidad de evitar la guerra que se avecinaba entre los clanes rivales.

Jasón había confirmado sus peores temores, dejando al descubierto la verdad que había estado negando durante tanto tiempo. Sofía asintió solemnemente a su lado, como una testigo silenciosa de los horrores que habían tenido lugar en ese lugar.

Axel sintió que el suelo se desvanecía bajo sus pies, apretó con fuerza el medallón que colgaba de su cuello, buscando algún tipo de consuelo. Miró a su alrededor e imaginó ver los rostros desolados de aquellos en quienes confiaba, cada uno enfrentando el duro golpe de su ausencia.

—Es mejor que descanses ahora, joven Winter, de lo contrario no podrás procesar el resultado de lo que sucedió. Entiendo que la líder de esta guerra era una mujer en la que confiabas, pero ella no dudó en recurrir a la violencia.

Su corazón se sentía como un saco de boxeo, siendo golpeado constantemente por malas noticias. Axel se las arregló para susurrar: "¿Es Liliana... o es Ester?"

Jasón suspiró y dijo: —Tengo que irme ahora, joven Winter. Pero ten la seguridad de que con el tiempo, comprenderás tu propósito en este mundo. Quizás en el fondo, ya sabes la verdad, pero ahora mismo estás demasiado abrumado para verla.

Con eso dicho, el grupo de hombres dio un paso atrás y cerró a la fuerza la puerta de hierro detrás de ellos, dejando a Axel con sus pensamientos y emociones.

Las paredes de mi corazón alguna vez estuvieron cubiertas con un manto oscuro y gris, donde la esperanza no tenía cabida. Sin embargo desde el momento en que nuestros caminos se cruzaron he sido testigo de su generosidad y amabilidad. Mi señor siempre ha llevado consigo una sonrisa cálida, sus ojos parecían brillar como el sol, cada momento a su lado es era una pincelada de alegría que ilumina mi mundo de color.

Hace ya diez años, la pérdida de mi madre me dejó sin voluntad de vivir. Los demás esperaban que me convirtiera en una espada afilada para servir a sus intereses, pero nunca tuve el talento necesario. Hasta el día de hoy, sigo maldiciendo no haber despertado esas habilidades.

Desde que tengo memoria, nunca me faltó nada. Pero siempre oía rumores maliciosos sobre mi madre. En aquel entonces, yo no entendía nada. No tengo recuerdos de mi padre en mi infancia y nunca me hablaron de él con afecto. Siempre lo veía a lo lejos, como un fantasma que merodeaba por nuestro hogar. Nunca me llamó hija ni me trató con cariño o cercanía.

Mi madre, a pesar de ser valiosa para el clan, fue acusada de ser una inútil que vivía a costa del prestigio de nuestros ancestros.

Lo que consideraba mi hogar y la cuna de mis sueños resultó ser una jaula opresiva que se volvía cada vez más pequeña. Cuando cumplí siete años, las cosas empezaron a cambiar drásticamente. Un día, los ancianos convocaron a mi madre en secreto. A escondidas escuche detrás de la puerta, mientras ella recibía gritos y humillaciones que soportaba en silencio. A veces, descubría heridas en su cuerpo que ella intentaba ocultarme por mi propio bien.

Este es apenas un breve resumen de mi desgarrador pasado, una oda a mis motivaciones que me han llevado a emprender esta guerra en nombre de mi señor. Su imagen me impulsa, su recuerdo me alimenta y me mantiene en pie. ¿Qué sentido tendría mi existencia, si él no está a mi lado?

En su lecho de muerte juré solemnemente a la familia Winter, defender y cuidar a su último descendiente hasta mi último aliento. Aún puedo sentir la desesperación y el dolor de mi señor al ver cómo se quedaba solo como el único heredero. Luna y Aurora fueron las maestras que me prepararon para este propósito. Ellas moldearon mi cuerpo y mi mente hasta convertirme en lo que soy ahora. Siempre estaré agradecida por confiar en mí.

En el pasado antes de conocer a los Winter, yo era alguien e incompetente, sin carácter ni talento. A pesar del intenso entrenamiento, siempre estaba por debajo de las expectativas. Y así fue como nos expulsaron del clan como si fuéramos perros rabiosos, tanto a mí como a mi madre.

Ellos renunciaron y olvidaron nuestro linaje honorable como sus leales y poderosas espadas. De no ser porque tenían ciertas expectativas sobre mí al nacer, mi madre hubiera sido expulsada mucho antes.

Hay cosas que prefiero dejar en el pasado, momentos que no deseo revivir, sobre todo lo que mi madre tuvo que hacer para alimentarme mientras crecía. Son sacrificios que prefiero guardar en silencio por ahora.

Jamás olvidaré el rostro inexpresivo de mi padre, él nunca hizo nada para protegernos del clan. Mi madre hizo muchos sacrificios para mantenernos juntas hasta que finalmente, al final su frágil cuerpo no aguantó más y me dejó sola en un mundo desconocido. Ella siempre tenía la esperanza en que mi padre lo reconsideraría y volvería a buscarnos.

Como una alimaña hambrienta, escarbaba entre los desperdicios de la basura, vomitando una y otra vez por las asquerosidades que tenía que comer para sobrevivir. Pero un día, ya no pude soportarlo más. En medio de una tarde lluviosa, me encontraba acurrucada en un rincón olvidado de la ciudad, esperando que todo terminara. Sin embargo, vi esa luz brillante y esa mirada inocente que se acercó a mí. Me ofreció su mano y, por primera vez en años, sola, sentí una calidez que no podía comprender.

Me dio su abrigo y su paraguas, y con ternura dijo: "Ven conmigo, yo te ayudaré". Extendí mi mano demacrada y temblorosa como una hoja en el viento. Mi señor Axel Winter había cambiado mi destino y me dio un propósito por el cual vivir.

"Señorita Ester, estamos a punto de llegar a los límites del territorio enemigo. Solo esperamos sus órdenes", dice uno de mis soldados.

Con mi espada en mano, cortaré y diezmaré a mis enemigos sin mostrar piedad. Mi corazón arde con la pasión de la batalla, siento que cada golpe y victoria me acercara más a mi sueño de tenerlo entre mis brazos. Aunque muchas veces he sido juzgada por ser fría e implacable, siempre he sido clara y sincera con mis sentimientos. Para mí, mi señor, es la única razón de existir. Mi lealtad y confianza son el combustible que me motiva a seguir luchando día tras día.