Todo el mundo está loco...¿Es nuestro fin?....... ¿O son solo una parva de insanos?
Hasta ahora, lo que sucedía en el barrio era contundente. Se fueron propagando con más frecuencia los sucesos y asesinatos, o accidentes. Pero la población no parecía disminuir. Incluso logré ver al hombre que fuera atropellado anteriormente por un camión. Aunque, algo no estaba bien. Se encontraba caminando por la calle como si no hubiera ocurrido ningún problema. Su fisonomía estaba completa. Creí que había fallecido, aunque debo confesar que me equivoqué. Sin embargo era muy insólito verlo así. Puede que el shock del momento me haya configurado una mala pasada a mi cerebro a la hora de procesar la información.
De todas formas no podía discutir que los hechos de violencia no se estuvieran realizando con frecuencia. Pronto me tomé mi cabeza con ambas manos. Era como fue antiguamente. Las voces.
- " ".....
- ¡¡Ey!!, ¡¡Tú!! ¿No ves que todo es muy confuso?
- Si, ¿No lo ves?
- ¿Quiénes son ustedes?..¿Otra vez?
- No lo ves. No, estas ciego..o estás muerto, y no quieres saber que las calles están llenas de los otros, que se llevan a los que están.
- ¿A qué se refieren?
- Dile a tu amiga que te diga la verdad....
No les presté atención a lo que me estaban expresando.
- ¡¡Déjenme en paz!! – Me golpee la cabeza con ambas manos varias veces.
Salí disparado hasta la esquina de la otra casa a la mía, y en el medio pasé por la casa abandonada del taller de la familia de Mei. Era un domingo muy desapacible. Y no creí que las voces, volvieran. Fue allí que me crucé con mi hermano, pero parecía que no me vió, y decidí ir hacia él, y justo crucé a Ricardo.
- ¡Octavio! ¿Qué haces un domingo? Deberías estar en tu casa descansando.
- Ricardo, solo salgo a quebrar el tiempo.
- ¿Pareces agitado?
- Solo un poco, no tiene importancia.
- Bueno, es común, luego de tanto tiempo allí metido como un ratón, es normal que te sientas así.
- Oye, noto muchas cosas extrañas en el barrio. Aunque no recuerdo que fuera tan lúgubre todo.
- El barrio siempre fue así de desdichado. Esa inquebrantable personalidad de toda la gente que lo habita, no es una novedad.
- Supongo que sí. Espero que las nubes alguna vez dejen salir un poco más el sol. Hasta el momento, siempre los días florecen que con lluvias y un cielo grisáceo. El viento es irascible, como la temperatura.
- Descuida, habrá que esperar el cambio de estación. Pero bueno no quiero mantenerte aquí en tu día libre, y debo continuar mis tareas.
- ¿trabajando?
- ¡¡Estemm!!...Pues sí..Debo irme – Dijo – ¡No vemos luego en otro momento!.
-
- Adiós. - Devolví el saludo con cierta mirada perpleja por su forma de actuar.
Seguí caminando, pensando que podría encontrar a mi hermano, sin embargo, había desaparecido a una velocidad en la distracción de la plática con Ricardo. Y continúe mi rumbo. Generé una idea de Mei, de todo lo que nos habíamos comunicado. Y lo que me fue narrando. Era tan distinta a esa funesta personalidad que exponía habitualmente. Lo que no podía evitar, era el luctuoso sentimiento que me producía como si fuera difícil estar cerca de ella. La siniestralidad, y otro sentimiento que volvía en mi memoria, basado en un compañerismo nato y afectivo.
Soy un empedernido idealizador, pero a Mei, la formé conforme los conceptos que fui recogiendo de las habladurías, y de lo que ella me expresó, narrando su pasado. Lo intrigante fue que se haya abierto a un Octavio, que no conoce, pero que lo tiene presente. Eso podría considerarse buena suerte, pues nadie en la vida se había fijado en mí persona, incluso mi familia, que actúan desde que supieron mi enfermedad como si en su lecho existiera un paria, que carece de merecer en el mundo de los vivos. Y me atrevo a manifestar con verdad en mis palabras que se escapan de mi cerebro que debe haber muchos parias como lo soy yo. Ese es mi motivo por el que cada día salgo de mi casa, y expresó mi investigación caminando por doquier.
Desde que regresé del hospicio solo veo rostros, que parecen inhumanos a la verdad de lo que somos realmente. Tal vez debería salir de éste barrio iluso, y ver los siguientes horizontes de la ciudad, para darme cuenta de ello.
- ¿Me podría ir a tomar un café en principio....? Eso no sería nada malo. Aún el día comienza. Hubiera preferido que viniera Ricardo, pero estaba con sus dificultades, y no soy quién, para causarle problemas.
Direccioné mi trayecto nuevamente hacia otra calle, y di la vuelta en una avenida. No existía recorrido de autos en el tránsito. Posiblemente fuera porque es domingo. El Café-Bar matutino, estaba abierto, así que fui a sentarme unos momentos allí. Al ingresar, el lugar estaba vacío. Claro, es domingo. Un hombre de unos veintiséis años se me acercó.
- ¡Buenos días! Le dejo la carta de pedidos. -
- ¡Buenos días!. Gracias, ya tengo decidido que voy a pedir. Quiero un café con dos medialunas
- ¡Perfecto!
El lugar era el típico café bar. Me senté del lado de la ventana. Tenía aproximados, seis mesas con sus cuatro sillas. Había algunos cuadros con dibujos, y fotos, en los contornos de las paredes. En la esquina la barra en la cual no había nadie. Y detrás las botellas de adornos y especies. Había dos puertas. Una para el baño y la otra para la cocina.
El hombre se fue. Algunas voces se oían del otro lado de la barra en la cual hay una pared. Por un momento y ante el susto de creer que eran mis voces, me iba a disponer a irme del sitio.
Estaban discutiendo, y se sentía un hedor como el de las calles. Esperé hasta que el mozo llegó y dejó el café con las medialunas.
- ¡Que lo disfrute! – Expresó. Mi mirada estaba perdida en el fondo de la barra por esos gritos. Y el mozo se percató de ello. – Resté atención a ello. Suele suceder siempre que los cocineros discuten.
- ¿En serio? ¡¡Uff!! Hay muchas discusiones hoy en día.
- Estamos viviendo épocas nefastas ¿Sospecharía que fuera un virus, o algo que hace que las personas se vuelvan locas no? ¡Ja! ¡Ja!. – Se rió por la suposición. Yo en cambio estaba serio, pues me daba un cierto miedo su expresión.
- Esperemos que todo mejore de alguna manera. – Saqué de mi bolsillo la billetera, y decidí abonarle antes de concluir con la propina respectiva.
- ¡Gracias!.. y cuidado todo está confuso, incluso para uno mismo.
- ¿Confuso? Se asemeja a un trabalenguas ¡Je! - Expresé con una mueca de burla
- No está fuera de la realidad. ...¡Veelo! Por ti mismo desde su óptica. incluso podrías hasta darte cuenta de con alguna solución a los que ocurre.
- ¿Es que hay un problema realmente?
- No lo sé, ¡dime tu!...Aquí solo vemos lo de siempre.
- Yo no recuerdo muy bien, pero sé que algo no estaría en su lugar.
- Habrá que investigar, pero bien. Es bueno tener una plática sobre algún tema en especial. Mi nombre es Reynaldo
- Un gusto el mío Octavio.
- Igualmente – Y se fue hacia la barra con su bandeja y el café con su cuchara.
- ¡Qué sujeto raro! – Me dije
Al salir de allí, fui caminando por la avenida, hasta dar con un parque. El mismo en el cual me había encontrado con Mei. Y para mi asombro ella estaba allí nuevamente. Nos habíamos visto en el día de ayer. ..¿Momento? algo no está
bien. Ella estaba sentada en una banca, y a su lado una persona muy parecida a mí.
Me fui acercando hacia ellos. Y ellos sorpresivamente se levantaron de su asiento y comenzaron a caminar hacia delante. Fui tras ellos, pero mi andar era muy lejano. Ambos iban de la mano.
- ¡¡Mei!! – Grité y no me escuchaba - ¡¡Mei!! –
Continuaron caminando hasta cruzar la calle de la avenida. Los seguí, y entonces un auto con su bocina ensordecedora me convulsionó. Era su luz la que estaba enfocándome.
- ¡¡Maldito idiota!!
Estaba un tanto confundido entre el ruido de su claxon, y la luz de sus focos delanteros. Alcé la vista y perdí el rastro de Mei y esa persona idéntica a mí. El hombre, siguió maldiciendo y se apartó con el móvil, y se esfumó con gran velocidad. Tal vez solo fue mi imaginación. Mi cabeza me dolía un poco. Una jaqueca dañina.
Todo fue tan confuso que no pude determinar lo que sucedió. Resolví regresar por donde había venido. El sonido de una ambulancia, estaba circulando por los alrededores. Y luego la sirena del camión del departamento de bomberos. La tranquilidad que el domingo estaba otorgando se retiraba. El hedor matutino de los alrededores se profundizaba. El inconveniente venía en una dirección que me fue familiar. Al ir tras el alboroto, pude ver como el camión estacionó y con rapidez abrieron la compuerta en la cual estaba la manguera, para colocarla en la boca de la calle, en la cual extraer agua.
- ¡¡Vamos!!.....¡¡Ahora!! – Gritó uno de los voluntarios, mientras el otro direccionaba la llave de paso del agua. Un chorro de liquidó fue lanzado hacia el interior de aquel sitio.
Al verlo me sorprendí a mí mismo. Era el café-bar, al cual había ido hace una hora y media. Todo sucedido de forma brutal. En el suelo un médico llenaba unos papeles, y a su lado tres paquetes embolsados de cuerpos que posiblemente estuvieran calcinados. Otro de los médicos hacia una llamada telefónica y el fuego comenzaba a menguar, reduciendo su intensa capacidad de destrucción. Lo que se formaba en el cielo, era una inmensa nube de color grisácea con el humo, y se mimetizaba con el clima que estaba nublado.
Entonces sucedió lo peor, tuve un ligero mareo. Las voces en mi cabeza comenzaron a deslizarse.
- ¡Ey!...no te preocupes. Al final no quedará nada de nada.
- Si, y todo por una discusión.
- Yo no recuerdo muy bien, pero sé que algo no estará en su lugar. No perteneces aquí, pero estas. Y eso no es bueno. No, no lo es.
- Si, no es lo correcto.
Eran esas voces. Las de las personas que gritaban en el café-Bar, la de Reynaldo.
¿Qué está sucediendo?
Huir era lo indicado de aquel tugurio. Me fui corriendo, tapándome los oídos. No los quería escuchar. Eran como una pesadilla. Y no lo aguantaba. Regresé a mi casa. Entre apurado, y me dirigí a las escaleras, mi hermano descendía, y no me prestó atención, y me encerré en mi cuarto. Las voces habían cesado.
El cuarto en su oscuridad, se me estaba volviendo tétrico en todos los aspectos. Demasiado incomodo para que pudiese ser habitado por alguien normal, el problema es que nunca fui normal. En mi casa se comportaban de forma extraña. Sentí golpes en la puerta.
- ¡Pasa! – Dije. –
- ¡Permiso!
Mi hermano mayor Frank, se sentó al lado de la cama. Yo estaba recostado.
- ¿Veo que estas un poco aturdido Octavio?
- ¡No lo estoy.!..Los que están extraños son nuestros padres. No hablan, siquiera están en casa.
- Sabes que trabajan mucho.
- Sí, pero a penas los veo, y tú pareces comunicarte más con ellos.
- ¿Lo crees? Diría que estoy en tu misma posición.
- ¿Paso algo importante en mi ausencia?
- Nada crucial.
- Ya veo.... – Respondí con la mirada taciturna en observando el techo.
- Pero el motivo de mi visita, es que has venido muy exaltado. ¿Te ocurrió algo importante?
- No es importante, y tampoco, es comprensible.
- ¿A qué te refieres?
- Desde que llegué aquí, la casa, y la familia se comportan de forma extraña. Mismo Ricardo cuando me ha traído con el auto hasta aquí. Mismo siento constante hedor en la casa, en la cuadra, la escuela, y el barrio. Todos los días son nublados, y llueve de manera inconstante. Y las voces volvieron.
- ¿MMM?... Puede que estés pasando por un momento post traumático. Deberías descansar más.
- Frank, no quiero regresar al hospicio. Me costó demasiado salir de allí.
- No volverás. Solo tranquilízate. Descansa – Al decirme ello, se retiró de la habitación.
- ¡Gracias! ..... – Me dispuse a dormir un poco.
Entre el sueño, y mis ojos que se iban cerrando, mi celular vibró en varias oportunidades. Pero ya estaba completamente en la fase onírica en la cual se desarrollan las imágenes en una compilación de partes de un escenario u historia.
Una y otra vez las vibraciones de los mensajes se producían. Mi mente no lo notaria en lo más absoluto, pues de mí solo restaba una pausa.
- ¡Vamos despierta! ¡Vamos!
Al abrir los ojos me encontraba en la habitación del hospicio. Me desperté por el grifo de la canilla del baño que goteaba. Decidí incorporarme de la cama. La puerta tocó varias veces.
- ¡Adelante! – Dije
Al entrar, varios hombres ingresaron. Y fueron directamente a mí.
- ¡Oigan!
Uno de ellos tomó el pulso de mi mano. Pronto me moví, pero aquel no hizo caso de ello.
- ¿Qué les pasa?
- Evidentemente está muerto.
- ¿Qué? – Me sorprendí
- ¡Hay que llevarlo!
Entonces pasaron sobre mí. Mi conciencia y allí estaba mi cuerpo pútrido.
- ¿Eh?.¡¡¡¡..¿Qué rayos?..!!!!
Los hombres transportaron mi cadáver a una camilla. Y de allí a una bolsa.
- Oigan...¡¡¡Oigan!! – No me respondían. Solo hablaban entre ellos.
- ¿Así que este es el chico?
- Es el que estaba con la otra niña. La que falleció.
- ¡Qué pena!
- ¡Increíble tan jóvenes!
- Fue una total masacre.
- Estaban todos desquiciados en esa escuela.
- Es verdad, pero de alguna manera había que parar el brote.
- El problema es que regresen.
- Si lo hacen no hay remedio. No podemos evitarlo.
- Aquí parece que la muerte se tomó vacaciones.
- No la nombres, ni ella, ni nada de ese maldito barrio donde nadie perece
No sabía de qué hablaban, solo que me llevaban a un sitio fuera de los límites del campo.
Si, lo recordaba. Era aquel lugar en el cual vi a Mei ingresar luego de pasar la lápida en la cual estaba firme en su estoicismo.
- ¡Ey! ¿Qué crees que pasará?
- ¿No lo sé? Me da miedo pensar que podríamos ser los próximos. Todos los años ocurre lo mismo.
- ¿Has conversado con alguien que haya regresado?
- ¡No exactamente! Aunque se dice que, no son la misma persona
- Un recipiente vacío, es un recipiente vacío. Lo mires, como lo mires. Si no tiene nada, por mejor imagen de lo que conocimos posea, no será igual.
- Es una pena. He escuchado que algunos repiten los mismos hechos como si los buscaran por si solos.
- Ya arroja aquel cuerpo al fondo del portón del mausoleo.
- Otro más que sumamos. Mira allí... - Señaló uno de los hombres Entonces los seguí a ellos. Una de las bolsas estaba rota.
- ¿Es la de la niña?
- ¡Exacto!
- Se debe haber ido.
- Eso ya no es problema nuestro.
Los hombres terminaron el trabajo y se fueron de allí. Por alguna razón no le colocaron llave a la puerta, ni candado. El lugar tenía el mismo olor fétido que ambienta el barrio. Fui a la bolsa que escondía con cuidado mi cuerpo y la abrí. Y allí me vió. Pálido, con una expresa mueca de seriedad. Quise acercar mi mano para tocar mi rostro endurecido. Los labios pasmados se rehusaban a hincharse. Y lentamente me acerqué hasta tocar mi nariz. Mis ojos de inmediato se abrieron y se lanzó hacia mí...
- ¡¡Ahhhh!! .... En un solo y único grito, desperté de aquel sueño.
Estaba en mi habitación. Mi cuerpo convulsionado. La respiración me faltaba, y exhalaba constantemente
- ¡¡Solo fue una pesadilla...!! Nada más – la agitación continuaba. Me tomé la cabeza con ambas manos.
- ¿Qué fue eso?
- ¿Qué demonios fue eso?
Sentí que era parte de otro ser. Un ser vacío de contenido. Que solo era un espectador de un final declarado para mí. Y que ese final solo era un nuevo comienzo.
Voltee del otro laso de la cama y allí estaba mi celular. Al tomarlo y verlo. Apreté botón y la luz se encendió. Tenía un mensaje de Mei.
- Te vi corriendo cerca de la avenida. ¿Estás bien? – Preguntó ella. Me sorprendí por aquel mensaje de texto en línea por parte de una personalidad
sellada bajo candado. Al ojearlo detenidamente, di por sentado ello y respondí.
- ¡Gracias!. Perdón que tardé en responder. Estaba durmiendo. Estoy bien. Solo un tanto abrumado por lo sucedido. – al terminar de escribir posé el móvil en la mesa de luz. Y me mantuvo recostado observando el techo de la habitación.
La luz del celular se encendió y al voltearme a verlo, lo recogí para verlo nuevamente.
- Supongo que fue por el incendio. No tienes que preocuparte. Suele suceder que estamos en el lugar y momento justo en el cual la muerte suele caminar.
- Suena a una metáfora, muy aplicada.
- Es la verdad. En el barrio parece que no quisiera irse.
- ¿La maldición?– Expresé a título de broma. -
- ¡Je! ¡je! ¿Tú, también estas con ello?
- A falta de ciencia, lo único que nos resta es lo sobrenatural.
- No es anormal que lo ocurre. Lo que sí es extraño es lo posterior a los hechos.
- ¿A qué te refieres?
- ¿No te has dado cuenta?
- ¿Mmm?...Puede que no.
- Si observas bien a las personas lo sabrás...y hasta podrás llevarte una sorpresa.
- Parece todo un misterio.
- ¡Lo és!..¿Ni yo sé muy bien el por qué?...Todo es diferente..
Al decir esa frase, me percaté de que era cierto..."Todo es diferente". Una causa transformó el barrio. Mi memoria a raíz del accidente se había perdido. Aunque primigenios flashes interrumpían con el pasado.
- ¿Te quedaste en silencio?
- ¡Oh!..¡Disculpa Mei!..Me mantenía pensativo en eso de que todo es diferente.
- No te preocupes. Obsérvalo por ti mismo.
- Mañana otro día duro de clase.
- ¿A qué va eso?
- Es por las situaciones que se desarrollan.
- ¿Por mí?
- ¡¡Ejem...!!
- No te preocupes..Ya me acostumbré
- Pero deberías defenderte. El maltrato es terrible.
- Ya te he dicho. No son ellos lo que lo impulsan.
- ¿Me vas a decir que alguien los obliga?
- Al final somos vehículos. Entiéndelo así.
- ¡¡¡Debes defenderte!!!
- Si actuó puede ser peor. Responder con violencia es lo que alimenta todo. Hay muchas cosas que no sabes Octavio. Te las mencionaré a su debido momento.
- ¿Eh?..Bueno, sin embargo, tú eres el blanco de todo. ¿Por qué tú?
- Porque culpan a mi familia de todo lo trágico que ocurre. Cuando en verdad el problema puede ser otro ¿Supongo que es eso?
- ¿Otra maldición?
- ¡¡Eso creo!!
- Sería un embrollo.
- Puede que lo relacionado se vincule a un sitio en especial.
- ¿Cuál podría ser?
- Tú, lo conoces bien.
- ¿Lo conozco?
- Debo retirarme..¡Nos vemos mañana en la escuela!
Justo con esas palabras me dejo cavilando sobre conocer un lugar. El mal de los males. El barrio es extenso y se divide en muchos sectores. Escuela-ministerio- cementerio-hospicio-iglesia-biblioteca-parque. Cada cual está ubicado en puntos estratégicos.
De inmediato y sin pensarlo, busqué en una página específica de internet, los alrededores de la ubicación en la cual nos encontrábamos con Mei. La interacción con el sitio en su topografía no era muy complicada. Digamos que en su extensión, juntos a parte de sus avenidas, calles, pasajes, y otros lugares correspondientes, lo conformaban en un sitio pequeño por así decirlo. Todos los acontecimientos se desarrollan aquí dentro.
- ¡Es una tontería! – Intenté explicarme a mí mismo. –
Ya era tarde, y tenía una fuerte determinación a irme a descansar. Me sentía más agotado de lo normal.
La noche plutónica, oscureció el cielo, tal así que ni siquiera la contaminación lumínica podría manifestarse....Ello era un claro mensaje de que estaba equivocado en mis hipótesis del barrio.
Al otro día se multiplicaron los hechos violentos con varias muertes extrañas fuera del radio predeterminado.