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Chapter 12 - Acto once. Mei cuenta la posible leyenda. La muerte vino al mundo.

Realmente, puede que sea una maldición.

....los sucesos y ataques volvieron a perpetuarse. Nuevas imágenes nos muestran a varios hombres y mujeres con armas. Atacándose los unos a los otros. La policía intenta detener los disturbios sin éxito alguno.

- Aquí desde CBBB para el país intentando transmitir desde una cabina. –

¡Oh!..¡Dios!!...están viniendo hacia aquí.

- ¡¡Cuidado!!! – Expresó un camarógrafo

- ¡¡¡Noooo!!! – Gritó la periodista en cuando el vidrio de su bunker móvil se rompió. Un hombre con sangre en la boca y ojos rojos sin pupilas y retina entró hiriendo de muerte a uno de los integrantes. Otros ingresaron con él y comenzó allí dentro la matanza.

- ¡¡Nooo!!!...¡¡¡Auxilio!!! .... - Fueron las últimas palabras de la periodista movilera que recibía una cortada fatal en su cuello, como herida mortal.

- La transmisión se cortó allí mismo. Fue otro día terrible. Ya no era el barrio sino toda la ciudad. El gobierno ante ser una medida que no se expandía no decretaba medidas. Posiblemente intentaban verificar el origen de aquel desastre y de todos los otros que se iban suscitando.

- Quedé en verme con Mei, en algún café cerca nuevamente. Ya era fin de semana. Pero ella, la dibujante tenía que hablarme y yo a ella. Luego de ver lo que el diario de mi madre decía, no pude aguantar la situación. En mi cabeza rondaban muchas preguntas. Ella no se percató de que me haya llevado el mismo conmigo. Eran notas y notas de todo tipo. Su letra era tan predecible que no podía creer lo que había escrito allí.

- ​

- ....Octavio despertó y no recordaba nada de nada. Los médicos lo habían dado por muerto a él y la chica que estaba a su lado. Los demás estudiantes estaban fallecidos, pero sus cuerpos desaparecieron. – palabras de mi madre.

- Yo no puedo ocultar lo que ocurre...

- Y allí fue cuando me enteré de todo.

- Como su tía, debo velar por lo que sucede. Nadie nos ha dicho nada y no sabemos qué ocurre. Solo se que terminé con ella y con su padre cuando el deseo me invadió al haber regresado como lo hizo Octavio. Él no es igual a Frank.. No muestra síntomas de ello. Pero a mi ese deseo me está consumiendo en cada instante. No puedo evitarlo.

¡Ja! ¡Ja! ...quiero matar....y que me maten...

- Esas fueron sus palabras...las que me asustaron...fueron escritas según los datos hace mucho tiempo atrás. Frank estaba en las mismas condiciones. No sabía cómo tratarlos. Ambos estaban tranquilos en la casa. Mi madre que decía que era mi tía ..¿Y ambos que padecían trastornos..?

- Salí de inmediato al otro día. Era temprano. Pero debía ir. Mei al final me citó en otro lado.. a metros de mi casa. El galpón abandonado de los artistas. Temí por si ella tramaba algo.

Esperé solo un momento, cuando una puerta principal de reja se abrió con un chirrido escalofriante de óxido. Mei me invitó a pasar rápido. No quería que nadie nos observara.

- ¡¡De prisa!! – Dijo – No es bueno que vean que hay gente en esta casa. Se supone que es un lugar abandonado. Hay demasiados fanáticos que creen en la maldición.

Asentí, e ingresé directamente. Nunca pude ver bien, como era aquel lugar. Comenzaba con un jardín con grandes pastizales, que fueran olvidados con el tiempo. La casa, o galpón, estaba EN total desvalimiento, pues se cree que los artistas la dejaron así.

Caminamos por la sala grande. Lienzos tapados con telas polvorientas. Pinceles en los suelos como así algunas temperas ya corroídas y secas. Fui hasta unas escaleras que daban con varias habitaciones. A medida que íbamos avanzando me recorría en mi interior el escalofrió del desuso y la intranquilidad. Al llegar a ese cuarto, encontrábamos los mismos elementos que en el hall central. En un bastidor con un lienzo peculiar. Era de Mei. A su lado otro, y otro. Todos y cada uno de ellos, dibujaban lo que el ojo de Mei veía. Como aquel dibujo, cuando la conocí y pregunté por ello. Lo particular fue que no advertí el hedor, y el aroma del sitio era tan calmado en la habitación. Muy diferente a la sala principal, el patio y las afueras que lindan con la calle.

- ¡Por fin podemos conversar Octavio!

- Si, de hecho tengo mucho que decirte. Y quizás parezca una locura.

- ¿Qué nos conocemos desde antes?

- ¿Eh?...¿cómo lo supiste?

- Mi madre me lo dijo, cuando te vió la primera vez. Incluso se alegró de verte. En sus palabras me expresó: aún sigue igual, no ha cambiado, como tú.

- Pero...¿Por qué?

- Lo que paso ese día, hace tres años, ya era un vestigio de lo que vendría en adelante.

- ¿No entiendo nada?..nada de nada. Mi madre dejo unas notas. Entonces le conté todo a Mei. Ella reflexionó al respecto sobre ello.

- ¿Entonces tu madre, es tu tía?

- Así parece. Pero no es la misma que he conocido. La que me está trayendo a mi mente la memoria. Es otra. Es como un cuerpo vacío. Lo mismo ocurre con mi hermano.

- Quizás – Pensó Mei. Sean parte de esos a los que llamó otros

- ¡¡No!!, ¡!no puede ser!!..Ellos no.. – Me negaba a pensar que mi hermano y esa mujer que me crio pudiesen estar en la misma vereda en la que caminan los que tienen las voces. Esos fantasmas

- Te contaré algo – Dijo Mei, en cuanto agarraba un lápiz, y destapaba un lienzo en uno dibujo didáctico que recién estaba realizando. Comenzó cuidadosamente a trazar líneas rectas para ir armando un rostro. Un familiar mío. Hace muchos años. Vino un hombre al recinto. Aquí mismo. Una tez pálida, y una mirada robusta y arcaica. Pidió un dibujo. Algo muy particular a ese familiar. Su hedor y su cuerpo parecían estar en descomposición. Se podría decir que el hombre era un muerto ...a quien la artista dibujo.

- ¿Parecería que fuera la parca?

- Lo era. Era ella su forma tradicional. Era la parca misma que fue descubierta. El origen de todo era un solo hombre que había muerto, y pidió regresar al mundo, allí solicitó un dibujo a mi familiar, una vez que ella lo hizo, la mató. Ese dibujo desapareció con aquel hombre. Pero, es solo una leyenda. Luego se fueron inventando historias. Y vine al mundo, con una desgracia. Un solo ojo. Al principio no era molestia, sin embargo en adelante fue aterrador ver cómo podía encontrar vestigios de muertos en vivos que no lo son. ¿Me comprendes?

- ¿Puedes ver quién morirá?

- No...Puedo ver quien está muerto y tu oírlos. – Al mencionarlo, trazó tal el lápiz que rompió la tela

Mi rostro se dibujó de terror por ello.

- Podemos captar quienes están muertos.

- ¿Pero cómo alguien puede regresar de la muerte?

- No lo sé, el origen de todo es ese hombre. La muerte quiere muertos y no vivos quizás, un experimento muerte como se dice.

- ¡¡Me parece imposible!!

- No lo creo..a estas alturas puedo creer en todo. Por ello me han llamado bruja, parca, la que trae las desgracias. He presenciado hechos, hasta que me acostumbré.

- ¿Y cómo podemos saber ello?

- Solo investigando.. me han informado también que, nosotros pudimos haber perecido, y quizás estemos aquí por alguna misión. ¿No te sientes que no eres el mismo con tus recuerdos? O quizás fuimos un experimento de alguien que está detrás de todo, y culpa a la muerte por ello con leyendas. Es todo tan absurdo – Mei terminó de trazar el dibujo.

- ¿Podrías darle un trazo con otro color? – pregunté para escapar del comentario – ¡Es todo confuso Mei!

- Sería un trabajo complicado. Mira, y ella sacar su móvil de su bolso y lo enciende, digita con dedo índice la pantalla táctil, y entra en un icono de imágenes. Me muestra una serie de fotografías de diferentes sujetos.

- ¿Qué es eso?

- Son todas las personas que han participado de los disturbios en las últimas dos semanas. A las cuales se las declararon fallecidas. Una de ellas, la he visto en las calles. Al principio creí que era un error.

- Me ha pasado lo mismo – Confesé.

- Es lo que no entiendo. Por eso pienso que la muerte ha venido, o no ¡Shuuff! – Chistó como consternada. -

- Debemos dar aviso a alguien. A las autoridades – Me exalté

- ¡Octavio! ¿no lo entiendes? No podemos hacer nada, ¿Sino sabemos quién está detrás de todo esto?

- ¿Mei y tu ojo?

- ¿Por qué preguntas por ello?

- ¿Es tu ojo el que ha visto, no?

- ¡Sí! ¿Recuerda cuando te he dije que era placentero o maravilloso?

- Si, fue la primera vez que nos vimos.

- No dría la primera vez, pero bien. Realmente no lo es. Solo quito mi parche en pocas ocasiones. No quiero ver lo que veo. Así como tus voces te dan mareos, a mí me llega una información temible. Espantosa, que puede volver loco a cualquiera. Lo he resistido, pero prefiero usar una venda, para olvidarlo.

- ¡Entiendo! Quien diría que la muerte vino a tomar todo.

- Quizás se hartó de ser solo un simple sepulturero. En fin eso es lo que la leyenda explica. Y Nosotros los de la familia de artistas, somos solos parias.

- Hablaré con mi familia.

- No conseguirás nada Octavio. Te propongo algo. Conozco a alguien que puede darnos algunas pistas. Tú la conoces, y trabaja en el hospicio. Es enfermera.

- ¿La conozco?

- Si, ella misma te atendió ante tu insania. Su nombre es Clotilde.

- ¿tú, sabias que estaba allí? Entonces no fue mi imaginación

- Claro, que no ¡Je! ¡Je – Esbozó una leve risita

- ¿Y...?... - Recordé al fin su nombre - ¿?... ¿Ami? – Pregunté

Ella agachó la mirada

- Es alguien especial.

- Preguntaré cuando sea debido.

- ¡Gracias!.. Pero puedo comunicarla a ella.

- ¡Perfecto!

Luego de que Mei, me propusiera ello, fui a mi casa. Frank estaba frente al televisor castigando al tiempo con un video juego que lo distrajera.

- Octavio...¿quieres jugar también?

- No, quizás vaya a mi cuarto.

- MMM... ¿Te noto un poco preocupado?

Si bien, mi rostro no era el mejor. Estaba en lo cierto. Pero no le presté atención.

- Oye.. – Dijo – ¿Haz entrado al cuarto de mama?

- Si, la vez que fueron de compras – Respondí con cierta precaución.

- Ok...es que..

- ¿Qué? – Pregunté.

- Ella estaba un poco inquieta. Como si faltase algo importante.

- ¿No veo que podría faltar? – Le expresé. A decir verdad, no quería que supieran que recogí en mi poder aquel diario importante con toda la información.

- ¿MMM? ... Está bien. Si tú lo dices. –

- ¡Ja!..¡Ja! - Me reí para despistar el asunto – El que está comportándose extraño eres tu Frank. Pero no importa

Él, se remitió a no expresarse con una mueca un poco ofuscada. Se dio por enterado que algo podría ocultar. Me fui a mi cuarto para hacer unos deberes que me habían encomendado en la escuela.

- ¿Hola?..¡Aló!

- ¡Hola! Soy yo..

- Mei.. siempre es un gusto, mi niña errante.

- ¿Podremos ir mañana?

- Posiblemente. Solo media hora. Muchos directivos fortificaron la seguridad. Y ya sabes el porqué. No hay que meterse en problemas.

- Si, entiendo. Hay que evitarlos.

- Es solo precaución. Están todos muy asustados, con todo lo que ha sucedido, y no solo aquí. He hablado con colegas de hospitales y de dependencias. En todos los lugares están ocurriendo hechos inexplicables.

- ¿El cementerio?

- Ese lugar, no... es un único lugar que no ha sido profanado ¿puedes creerlo? Sin embargo los muertos no llegan allí.

- ¿Realmente será cierto? Será verdad..¿Que la muerte realmente existe como un ente?

- Como creyente, solo puedo decirte que esperes lo peor..De todas maneras. Muchos actúan extraño. He visto la llegada de un camión de color oscuro, y unos hombres de tez pálida que descendían y luego de una hora se retiraban.

- Es todo muy confuso.

- No puedo decir más. Los espero a la mañana en la puerta de la derecha que linda con el pasaje cerrado.

- ¡Gracias!

- ¡Adiós niña!

- ¡Adiós!

Mensaje de Mei, pude ver en mi móvil. Corté mis estudios para ver que necesitaba.

-

- Mañana, a la mañana temprano. Nos reuniremos en un punto en especial a una cuadra del hospicio. Te espero. – Mei

- Ahí estaré – Solo espero que no sea un problema ir allí.

Seguí en el hilo de los estudios, sin distraerme. A medida que iba realizando ejercicios de matemáticas, mi mente se aclaraba con otras imágenes escolares del antes y después del accidente. Sentí la puerta de la casa abrirse, era mi madre.

- ¿Y Octavio?

Frank continuaba jugando.

- En un su cuarto

- ¿Le preguntaste?

- Sí, pero no respondió

- Es claro que lo tomó él. Sería un problema para todos.

- Él es diferente. – Confiesa Frank – Asintió ella.

- No quiero que sepa nada de nada. Quiero que lo vigiles bien.

- ¡Perfecto!

- Dale aviso a Ricardo. Que esté atento. No sabemos cuándo todo pueda explotar

- Las personas siguen convulsionadas.

- Se está saliendo de las manos, todo.

- Deberían haber dejado las cosas como estaban

- No seas estúpido. No podríamos. Lo hecho, hecho esta.

- Y lo pagaremos. – Gritó Frank

- ¡¡SHHH!!.. puede oír. –

- Lo siento – Se disculpó

Ella fue a la cocina a dejar los comestibles. A la hora de cenar, todos se comportaban como si fuera una paz el mundo, y la tranquilidad del hogar.

Fui a descansar sin mencionar nada. Ellos tampoco se comunicaron conmigo. En la noche se oían truenos. Vendría una lluvia temporal muy fuerte según el pronóstico del tiempo.

Al irme a descansar, el sueño me invadió de tal manera que no podía escuchar los truenos, y siquiera, si hubiera voces en mi cabeza. La tormenta se fue expandiendo

durante toda la noche, e incluso al otro día que desperté y abrí las cortinas de la ventana ante el golpeteo del aguacero que lanzaba piedras congeladas del cielo.

Recogí mis cosas, y las guardé en la mochila, para salir en medio del aguacero. En casa seguían descansando. Corriendo con mi paraguas en la mano, llegué al primer ómnibus que avisté para que me llevara a la dirección cercana al sitio para encontrarme con Mei.

El viaje no fue complicado. Las voces se mostrar en una menor medida. Ante ello, el ser humano es una especie de costumbre. Y puede que pudiera resistirlo por ello. Descendí justo a unas cuadras del gran complejo que se verificaba desde las afueras. Di la vuelta por el otro lado en el cual me indicó Mei. Allí estaba firme debajo de un techo de mampostería del edificio. Tenía su cabello empapado, con un atuendo de jersey, y una camisa. Pantalones jeans, y zapatos. Era otra dama, un poco más adulta con ese atuendo, diferente de mí, vestido con unos pantalones largos jeans y una camiseta arrugada con una chaqueta. Lo único que combinaba para ambos, eran nuestros paraguas, nos obstante no era una cita, era una misión.

- Llegas a tiempo – Expresó Mei.

- No quería hacerte esperar – Dije

- Eso lo he escuchado en alguna parte – Recordó ella. – Ven conmigo, Dolores, no está esperando. Ya le he enviado mensaje.

- ¿Crees que vendrá?

- Claro que vendré – Apareció detrás de mí con su sonrisa dibujada con un lápiz labial rojizo flúor – Tanto tiempo interno Couspide. -

- ¡Hola!

- Supongo que tienes más preguntas, aunque no las responderé de inmediato.

- Solo una sola pregunta

- ¡Dila!

- ¿Por qué no ayuda?

- Digamos que también estoy teniendo problemas con este asunto. Hoy sería el mejor día en el que solamente algunos enfermeros y médicos de guardia se encuentran, para que puedan venir, y pasar por el otro lado del parque. Solo les advierto que sean cuidadosos. Es un lodazal.

- Pensé que sería algo peor – Comenté.

- Puede serlo Octavio – Dijo Mei.

- Tenlo por hecho – confesó dolores. – Entremos por aquí – fuimos caminando por una puerta, en cuanto nuestros paraguas tapaban nuestros rostros, y a medida que íbamos ingresando los cerrábamos hasta dar con un pasillo oscuro con una escalera subterránea. – Hay que bajar por aquí. –

Seguimos sus pasos, entre el descenso y que desembocaba por debajo de las instalaciones de la entidad. Se hallaba una infinidad de sonidos de roedores. Dolores nos acompañó hasta la parte central.

- Tengan cuidado por aquí. Lo ideal sería que fueran por la parte central, como antiguamente se ha realizado Mei, pero han cambiado al personal, y trajeron muchos sujetos que desconozco. Entre ellos, los que se encargan de dejar los cuerpos.

- ¿Puede que sea peligroso? – Le pregunté

- No, Mei conoce bien el camino, y sabe en qué lugares escabullirse. Tu seguro has ido allí, por descuido ¿Me equivoco?

- He ido, sí. –

- Claro, era de suponer que no podrías estar así para toda la vida. Sobre todo cuando Mei estaba frente al árbol.

Al mencionarlo, me di cuenta que sabía todo mis movimientos aquí dentro.

- ¡Je!..¡Je! no lograran mucho, sin embargo puede que sirva de algo. Solo tengan cuidado, no despertar sospechas, y fundamental, no despertar a nadie.

Ambos asentimos y proseguimos hasta dar con la salida cloacal detrás de donde está la tumba de Amia.

- ¿Qué quiso decir con no despertar a nadie?

- Lo que hemos hablado. Los muertos vivientes, no muertos, no vivos.

- Quisiera que fuera más simple

- También quisiera lo mismo, pero así estamos con éste maldito embrollo Octavio.

- Estas empecinada en resolver todo. Nunca me daría cuenta que eres así de estricta ante una manera cerrada de disponerte ante los demás – Dije mientras abría el paraguas y salíamos del subterráneo cerca de la lápida y el árbol. En ese pedestal, el trazo de Amia, se formaba de la palabra principal que refiere a un nombre importante para Mei, que veía como se bañaba de fluidos del cielo.

- ¿Qué quieres decir?

- Perdona si soy sincero. Tu manera casi desinteresa de avocarte a los demás, incluso recibiendo insultos, y molestias que enfadarían a cualquier santo consagrado. Puede que la palabra sea bondad.

- Siempre fuiste igual Octavio. Al principio no me importaba, incluso no me interesan las personas de mi escuela, o lo que ocurre alrededor, pero el hecho de lo sucedido – Mi suspiró. – Esa imagen que tengo en mi cabeza – Mei se remordía los dientes, frente a la tumba – Mi hermana. ¡Ahh!¡mi pobre hermana! - Golpea la piedra con su puño de costado mojándose - Su fallecimiento, no fue una casualidad. No lo fue. Yo vi con mis propios ojos cómo se suicidó, y ella al igual que tu oía voces, muchas voces. Eso la llevó a un dolor extremo. Lo demás es solo una historia trágica. Éramos muy unidas – Confesó Mei con un soplo de voz y alguna nimia lagrima de su rostro de un ojo vivo – Y se le diagnosticaron problemas psiquiátricos. Como a ti, una

esquizofrenia incomprensible. Fue un día de lluvia como hoy. Que mi hermana Amia, como la quise llamar se suicidó en éste mismo lugar. Yo estaba con ella, y mi madre fue tarde. Dolores pudo rescatarme de aquel duelo con un abrazo para que no me destruya el alma y mi propio ojo. Mi maldito y propio ojo que lo había visto todo. Se había encontrado con la muerte que se la llevaba. Se le dio sepultura por orden de mi madre aquí mismo. Y regreso en cada momento a darle una flor, y averiguar si fue la parca del Hades misma que se la llevó. Años después, te conocí, y ocurrió aquel accidente fatal en la escuela. ¿Me entiendes? Esto, no es un juego barato Octavio. Algo muy malo está pasando, y seguirá.

- No sé qué decir al respecto Mei. Realmente no sé qué expresar. –

- No insinúes nada. Lo que puedas manifestar no servirá – Y se lanzó a llorar entre las gotas de lluvia que se desparramaban en su rostro mimetizándose con sus lágrimas.

Sin más remedio la abracé y sentí su calor. El calor que me reconfortaba cuando solíamos ser una pareja. Ella en su mente oía mis latidos de corazón aferrando a mi pecho. El paraguas resguardaba de las gotas, aunque el viento en su afán nos bañaba a ambos. El frio solo se expuso, como un tercero. Mei, estaba en mis brazos y lo único que podía darle era mi apoyo ante todo lo que seguro padecía. Así permanecimos en la coyuntura del tiempo preservando el sentimiento que teníamos y que aunque las memorias se hayan ido, no se perderían, sino que estarían presentes en nuestros corazones.

Éramos antes uno, y con cada pieza del rompecabezas, que nos dividió volvimos. Al terminar ella se fue separando de mí, tomando mi mano. –

- Debemos ir al perímetro del mausoleo

- Si – Afirmé, y fui detrás de ella. –

- Ahora que lo pienso, yo también estoy regresando a esa época, en la que éramos uno Octavio. Poco a poco estas volviendo a mí.

Al escucharla decir ello, lo supe. Supe porque me había interesado desde un principio en si figura en su misterio, y esa melancólica expresión de la dama que tuve a mi lado un tiempo en la escuela.

No dirigimos al Sepulcro interno del hospicio. El tétrico lugar de los cuerpos.