Ha comenzado la pesadilla...
Agosto, 10 del corriente año...
Me había levantado más temprano de lo debido, pensaba faltar a clases, pero no lo hice. Observando mi celular, comencé a ver las noticias. Un hombre asesinado de diez puñaladas. Crimen atroz en el barrio de Versalles. Un choque múltiple, por actos de violencia entre manifestantes. Varios muertos. Incendio intencional en una fábrica.
- Es aquí cerca. Todos es aquí cerca. Me pregunto si Mei, lo habrá visto. ¿Quién haría tal monstruosidad? ¿Quiénes lo harían? Bueno ello no me incumbe. El día se trasladó al otro tan rápido como los desastres. Seguro ella aún,
Como a toda hora ocurrió lo mismo de siempre. Una tras otra las voces se intensificaron. Hoy está peor que ayer, y mañana puede que también. Debo ver a Mei. Asistí a la escuela secundaria. El día estuvo un tanto nublado como de costumbre. No caía el aguacero del día de ayer. Algo sombrío de camino al recinto, me rosó la espina. Sentí que mi alma quería escapar de su sitio. Detrás de mi Mei, con una parsimonia inusual.
- ¡Hola! – No quise decir nada más. Realmente estaba asustado, y aparte de ello la noticia. No sabía cómo mencionarlo – ¡Lo siento! -Expresé
- Hola... - Agachó la mirada - ¡Gracias!.. supongo que tarde o temprano pasaría ello.
- ¿EH?
- Ella estaba muy comprometida con todo éste asunto. No creo que se haya suicidado. Cada vez, todo está más complicado Octavio.
Ella no traía su parche en el ojo. Era de saber que todos los días lo cambiaba por cuestiones de higiene. Esta vez no. Su cabello, en flequillo tapaba aquel.
- ¡No te has puesto tu parche!.... ¡Veo! ¿Estás segura?
Ella, negó. Y me mantuve callado.
- ¡No quería traerlo! Luego de lo ocurrido a Dolores, decidí quitarlo
- ¿No te hará daño?
- Tal vez. Lo que pueda llegar a ver. Un viento sopló desde el horizonte. Estábamos en épocas muy gélidas. Y pronto vendría otro gran diluvio.
- Otra vez lloverá – Maldije
- Es inevitable. La lluvia, la neblina, los días grises.
Los inviernos aquí en la zona austral, cerca del rio son crudos, y todos los días parecen que fueran un campo de neblinas, y penumbras. Mei, podía ser la reina de aquel paisaje si se lo propusiere. Estaba pensativa...
Nos fuimos de camino a la escuela que estaba cerrada de momentos. Ambos insumidos en nuestros pensamientos abordábamos conjeturas para determinar lo que estaba sucediendo. Mei rompió el silencio.
- Si el barrio esta maldito. El origen de la desagracia, es un mal que no podemos enfrentar. ¿Sabes a lo que me refiero?
- ¡La muerte!
- Hasta ahora vemos que están sucediendo todo tipo de hechos violentos que conllevan desgracias. Veo rostros inhumanos y macabros en quienes lo realizan y tu oyes sus voces.
Mei intentaba dar con una respuesta fidedigna de la situación.
-...... - Respiró hondo con una pausa de un minuto. Lapso de tiempo para analizar.
-........Tus voces.. Mi orificio de mi ojo faltante..Escuchan y ven.........
-...tu familia no es tu familia....como lo mencionan...........
- ....Hay una maldición de mis a antepasados............
- Otro asunto es que quienes mueren suelen regresar para perpetuar los
actos y llevarse nuevamente otros seres. Tú los has visto. Yo lo he visto.
- Todos los hechos ocurren dentro del barrio...pero nadie sale de aquí...Y
ahora están sucediendo en otros lugares de la ciudad. Y de ser posible en el país.
- ......vimos una especie de muerto, diferente, parecido a un zombi..
- .......Dolores se suicidó..
- ........tanto Mei como yo... sentimos que nos falta algo importante. Somos
vacios, huecos andantes...
El escuchar las razones hipoteticé otro tema.
- Mei, es extraño decir esto. Pero es como si la muerte hubiera decidido venir aquí.
- O alguien la haya traído.
Fue cuando los dos guardamos las palabras, si poder decir nada.
- Todo, en los ciclos de la vida, tiene un inicio de raíz.
- Tienes razón. Una mala yerba solo puede eliminarse quitándola de raíz.
- Entiendes entonces lo que podría ser que ocurre.
- Pero...
- Pero..hay que seguir investigando – Ella clavó como una estaca su visión periférica a un solo punto. La escuela.
- Quisiera que esto terminase..Desde hace tiempo que nada es igual, aquí. - Manifesté. Mei se volteó para mirar mi rostro. Se acercó a mi persona y pasó su dedo por debajo de mi ojo, despojando un nimio síntoma de dolor transformado en una gota de lágrima.
- ¡No te preocupes! – Sonrió. Lo resolveremos juntos. Volveremos a la normalidad. – Expresó con una parsimonia. Ella es bastante fuerte y en un acto de misericordia me regaló un buen presente de palabras. Por lo menos una pequeña esperanza.
Entramos al horario normal, y cada cual se sentó en su pupitre. Todos estaban calmados, y algunos se encontraban conversando como de costumbre. Como siempre me coloqué del lado de la ventana en el segundo piso. Allí, podía apreciar la nocturnidad de un cielo opaco, y como las primeras gotas del aguacero caían si cesar. Y luego, voltee, hacia Mei. Estaba hermosa, y asustada. Ella se corrió el cabello que cubría su ojo derecho, y eso me produjo un malestar, como si mi estómago se retorciera. No tenía retina, ni iris, era como una bola de color roja, y negro. No parecía un ojo normal, incluso, quizás, no lo era. Era un vacio como un agujero negro. Ella observó el perímetro del aula, y de inmediato se tapó su rostro con ambas manos con un pánico que exponía la adrenalina, ante sus atacantes. Dos de las chicas se acercaron a mofarse de Mei. Otra vez volvía a comenzar todo esa persecución contra ella. Francamente no lo aguantaba, y sabía de antemano que todo lo que estaba sucediendo era por ello, aunque no podía actuar de ninguna forma. Mei antes me lo prohibió. No te metas si ellos vienen a mí. Por ningún motivo, te vayas a meter en su camino. Yo aguantaré lo que sea. Y comenzó todo el mini alboroto.
- ¡¡Ayy!!.. ¡¡Ella está asustada!!, - Le dijo con sarcasmo, y tiró de una de las líneas finas de su cabello. -
- ¡Esta tontita!..siempre obediente. – Golpeó la cabeza de ella con la palma de la mano, lo que produjo las risas de los alrededores.
Al ver semejante acto, me levanté de mi asiento y fui directo a defender a la que fue mi novia. Olvidé todo lo que dijo Mei. Estaba harto. Uno de los chicos se colocó frente a mí.
- ¿A dónde crees que vas...herooee? – Expresó con alevosía – Y me empujó. Del otro lado veía como maltrataban a Mei, y ella dejó ver su ojo, lo que produjo repugnancia alrededor, no obstante no cesaban los abusos.
El profesor estaba tardando, y decidí solucionar el asunto. Empujé a mi compañero que resbaló cayendo contra un banco. Nunca me había sentido tan bien. Ella, me vió, y se dio de un susto, en cuanto me iba acercando hacia su pupitre. Fue como si viera una bestia que me acompañase. Las demás chicas, se reían, y resolvieron, dar una pausa, en cuanto me ubiqué a su lado. Las maldiciones, y blasfemias del tonto de mi compañero no cesaban. Su nombre Rudolf, y los siguientes, Aron, Ernesto, las chicas, Clarire, Beatriz, Anela. Y podía contar otras, y otros.
- ¡¿Estás bien?!... – Pregunté, sin éxito de respuesta.
- ¡Tengo miedo Octavio! – Dijo con la cabeza gacha, su cuerpo era un terremoto de temblores y nervios. En voz baja, me susurró. Veo un baño de sangre. Veo cosas terribles. Rostros desdibujados. Sus semblantes parecen disfrutar del dolor.
- ¡Calma!.. Estamos en clase. – Expresé asombrado. La locura quizás la consumió. Temí por Mei, ante el pasado esquizofrénico familiar. -
- ¡Ayy!.. La niña ve rostros malvados...¡Pobrecita! – Confesó Julieta, una más del todo que escuchó nuestra conversación. -
La puerta se abrió, y el profesor se hizo presente. Llegando a su escritorio fue confiando sus efectos.
- Buenos días – Saludó, y depositó su portafolios en el suelo. Sus apuntes en la mesa. Con sigilo nos miraba a todos. Su semblante, se estaba descolocando como si un síntoma de alguna afección lo corrompiese. Era como si estuviera extremadamente cansado. Mei, se volvió a tapar su rostro, y luego dirigió la mirada a mí. Parecía que estaba escupiendo una lágrima de esa bola que tiene en un orificio izquierdo, donde se mantiene su único ojo sano. Y del otro lado su plutónico orificio también.
El profesor se sentó en su silla, y leyó por sus adentros los apuntes, que algo especial decían. Luego cruzó sus manos como queriendo rezar. Era un tipo al cual se le prestaba para las burlas, las cuales en no le importaba. -
- Hoy es un gran día. Alumnos – Nos miró a todos – Hoy asesiné a mi esposa, y mis dos hijos .. – Sonrió de forma macabra - ¡Je!..¡Je! – Su risa fue como un sobresalto.
Todos se quedaron estupefactos por los comentarios. Y eso fue lo peor. –
- ¡Ja!..¡Ja!..¡Es un broma alumnos! Bien comencemos la clase. Gerardo, por favor al pizarrón, te dictaré un texto.
Gerardo, otro de la banda de Rudolf, se iba adelantando. Se reía por sus adentros. Algo tramaba. Ni bien llego al pizarrón se reflejó el matiz verde, con la lluvia desde el exterior. Todos estábamos quietos. El profesor dictaba, y él, escribía. Las chicas, algunas comenzaron a burlarse colectivamente, y luego los chicos. El Profesor de
nombre Abelardo, con sus sesenta años, no pensaba en lo que decían las palabras que le esperan. Al concluir, todos se mofaron, menos Mei, y yo, y algún que otro.
No había copiado lo que él dicto, sino que decía: El profesor es un terado...y un dibujo de su rostro. Gerardo era así de intrépido, y debido a una familia de poder, pensaba que podía hacer lo que quisiese en el sistema educativo.
Éste se rió al ver ello.
- ¿Qué te llevo hacer eso? – Preguntó Abelardo confuso y dubitativo. No era común que lo hiciese
- ¿Hay algún problema con ello....?
El hombre se levantó, y acercó al pizarrón, y Gerardo con su rostro de altanería, espero lo que dijese él. Una amonestación sin importancia, con seguridad.
- No es eso, sino que está mal escrito, la palabra tarado. –confirió un rostro serio. - ¡MMM!....
- ¿Y qué con ello? ¡Teradoo!
- Es que, la ortografía es indispensable en estos días. – Y lo observó fijamente con ojos endiablados, y chico nuevamente se rió. Abelardo respiró hondo – Hoy será un día interesante, parece.. ¿No chicos? – Volteó a nosotros. -
- Si, profesor, tarado. – Dijo Gerardo, mofándose. -
- ¡Nooo!..Grito Mei, desde atrás de todo. Los demás voltearon con sus rostros malditos por el grito, y conversaciones de por medio, luego al profesor.
- ¡¡¡Que divertido!!! – Se alegró el docente, y de su interior de sau guardapolvos, sacó una afilada cuchilla. Gerardo se quedó estupefacto y retrocedió hasta la pared del pizarrón– ¡¡Escribe bien maldito!!.. ¡¡Escribe bien basura!!..¡¡¡Es tarado!! – Y clavo su cuchillo contra el rostro de Gerardo atravesando la pared por la furia desmedida. La sangre comenzaba a escapar – ¡¡¡¡¡Escribe, bien maldito!!!! – Una y otra vez, le iba abriendo la cabeza, hasta dejar un agujero que veía el otro lado. Todos comenzaron a gritar desesperadamente. – ¡¡¡Escriban bien malditos!!! – La lengua se escapó de aquel como queriendo devorarlos, y se arrojó contra otro de los alumnos cortando su cuello.