Aiden deambulaba solo, perdido en sus pensamientos, rememorando todo lo que había experimentado, todo lo que había enfrentado, todo lo que había perdido.
–Es inútil... No importa lo que haga, siempre termino perdiendo a todos los que me importan... No pude proteger a ninguno de mis amigos, ni siquiera a la mujer que amo... Con la que juré pasar el resto de mi vida. –Aiden se dejó caer al suelo, exhausto por todo lo sucedido; perdió a los amigos que había hecho desde que llegó a este mundo, a varios compañeros que encontró en su viaje, y a Maya. –Maya... Te echo demasiado de menos... Solo deseo volver a verte una vez más... –Tras estas palabras, Aiden se desmayó por el agotamiento, tanto físico como mental.
Muy lejos de estos eventos, Raiden se encontraba meditando mientras Calibur esperaba a su lado y le ofrecía su consejo.
–La meditación puede fortalecer nuestro vínculo, así que debes dedicarle mucho tiempo cada día. –Explicaba Calibur. En ese momento llegó Olan, el excéntrico chico que afirmaba ser de otra dimensión, acompañado por una chica de cabello lila con una apariencia un poco menos extravagante que la de Olan.
–Hola, Raiden. Permíteme presentarte a Natira, ella es mi compañera en este viaje hacia tu mundo. –Anunció Olan. La chica a su lado vestía ropas rojas, amarillas y blancas bastante llamativas. Su cabello lila caía hasta los hombros y no parecía ser teñido.
–Olan me ha hablado de tus últimas hazañas, tu fuerza parece ser digna de respeto. –Comentó Natira con seriedad y un tono de voz respetuoso hacia Raiden.
Oculta en la ciudad, Elea observaba el horizonte con una expresión imperturbable que no mostraba ni un ápice de alteración.
–Sé que estás ahí, aún recuerdo tu presencia… Marbas. –Anunció Elea antes de girarse y dirigir su mirada hacia un maniquí que parecía moverse. El maniquí soltó una leve risa.
–Es un honor saber que aún me recuerdas, princesa Elea. –Respondió el maniquí. Elea frunció el ceño con enfado y adoptó una postura desafiante.
–¡No vuelvas a llamarme así! –Marbas retrocedió ligeramente al percibir la furia de la princesa. –Marca tu rumbo y finge no haberme visto.
–Como desee, después de todo, mi lealtad sigue siendo para usted. –Respondió Marbas, pero fue interrumpido por la voz firme de Elea.
–Una cosa más ¿Él está aquí? –Preguntó Elea, ocultando su aflicción tras una máscara de serenidad.
–Así es, pero no te preocupes, no revelaré su ubicación, aunque es probable que acabe encontrándolo. –Ágata no emitió ninguna respuesta verbal, pero Marbas entendió que tenía permiso para retirarse del lugar.
Marbas no tardó mucho en llegar a su destino: una reunión con los demás miembros de su organización. Tres de ellos estaban ocultos en la oscuridad, mientras que el último estaba a plena vista.
–¿Y bien, Marbas? ¿La princesa Elea se encuentra en esta ciudad? –Preguntó una de las personas ocultas tras la oscuridad.
–La he buscado por todas partes, pero no hay ni rastro de ella. –Respondió el maniquí.
–Debemos encontrarla. Es posible que ella pueda portar a Demon. –Anunció una de las voces ocultas en la oscuridad.
–Se dice que Demon es el prototipo de Dyrnwyn. –Comentó otra de las voces. –Permite a su portador alcanzar una forma bestial sin poner en peligro su esperanza de vida.
–Será mejor olvidarla. En esta vida, lo más importante es el poder. Si decide renunciar a él, entonces no sirve para nada. –Dijo el individuo que no estaba oculto en la oscuridad. Este individuo era una persona con un aspecto similar al de Elea, pero con el pelo más claro y una complexión más robusta. Llevaba una gabardina roja sin nada debajo, dejando su pecho al descubierto. Marbas soltó una leve risa.
–Es irónico que tú digas eso, Rakku, siendo que eres el más débil de todos nosotros. –Respondió Malfas. Rakku solo se giró indignado. –Entonces, si no hay objeciones, ¿se me permite destruir esta ciudad?
–Petición aceptada. –Dijeron las otras tres voces que se ocultaban tras la oscuridad.
Marbas se apresuró y llegó a una zona poco habitada de la ciudad. Decidió iniciar su ataque en un área alejada de donde creía que podría estar Elea, dando tiempo para que ella escapara. No pasó mucho tiempo antes de que provocara una enorme explosión que redujo todo a cenizas, dejando solo el maniquí en pie.
Raiden, Olan y Natira corrieron hacia el lugar de la explosión y observaron cómo el maniquí se movía de manera antinatural.
–Esto es extraño. Estos maniquíes son de una raza proveniente de mi mundo, pero se supone que los entes son únicos en su especie. –Comentó Calibur. Raiden entregó a los otros dos una de las pastillas de super dopaje para que pudieran ayudar en el combate. –Recuerden, debemos actuar con cautela hasta que descubramos cuál es su habilidad. Raiden asintió y se dirigió a Marbas.
«Calibur... Si la princesa Elea se lo llevó para... Entonces, la princesa no pudo pedir el deseo.» Pensó Marbas al ver cómo asomaba la espada de Raiden. «Si mato al paladín, el puesto quedará vacante de nuevo. O al menos eso espero.»
–Muy bien, seas lo que seas. Si no quieres sufrir una humillante derrota, será mejor que te retires con el rabo entre las piernas. –Anunció Raiden. Olan aprovechó su capacidad de telequinesis para lanzar una gran roca a Marbas, pero luego notó cierto daño.
Natira corrió rápidamente junto a Olan y aprovechó su capacidad de piroquinesis para rodear a Marbas, impidiendo que pudiera escapar del intercambio de golpes con Raiden.
–Compañero, entiendo ese leve temor que sientes, ya que esta criatura se parece a lo que ustedes llaman maniquí. Pero si te dejas dominar por el miedo, podrías terminar convertido en uno, al igual que él, y perderías una parte de ti mismo. –Raiden quedó anonadado por las palabras de Calibur. –Esta raza surgió debido a la incapacidad de nuestras sacerdotisas para moverse. No te preocupes, yo poseo el aura del valor y la compartiré contigo.
Olan lanzó nuevamente varios objetos que tenía a su alrededor para intentar hacerle daño, pero él también sintió dolor. Natira comenzó a lanzar múltiples ataques de fuego, y no muy lejos, Elea observaba todo desde la distancia.
–Ella puede ejecutar ataques de fuego… Parece que tendré que acercarme más a ellos. –Dijo Elea para sí misma.
Marbas esquivaba con facilidad los ataques de Natira, pero de pronto Olan le asestó otro golpe exitoso y volvió a sentir dolor.
–Este chico es peligroso, no puedo percibir sus ataques. Si descubren mi habilidad demasiado rápido, se quitará la diversión. –Susurró Marbas al ver a Olan acercarse al resto del grupo.
–Tenemos que obligarlo a mostrar su habilidad, debemos seguir presionándolo. –Dijo Calibur a Raiden y Natira, pero Raiden se lanzó solo para continuar el combate. Natira iba a seguirlo, pero Olan la detuvo para hablarle.
–Natira, tengo una teoría, pero necesito comprobarla. Atácalo con todo lo que tengas. –Dijo Olan con tono de seguridad. Natira asintió y mientras Raiden tenía su intercambio de golpes, se percató de que Natira iba a golpearlo con toda su fuerza, así que sujetó a Marbas desde atrás para que recibiera el golpe con todo su cuerpo.
–No hace falta que me sujetes, no tengo pensado esquivarlo. –Dijo Marbas. Raiden no entendía a qué se refería, pero en cuanto Natira golpeó a Marbas, perdió el equilibrio y casi se dejó caer al suelo por el dolor. Olan usó su telequinesis para llevarse a ambos a un lugar seguro.
–¿Sentiste algo cuando le golpeaste? –Preguntó Olan seguro de su teoría.
–Fue muy extraño, como si me hiciera daño al golpearlo. –Respondió Natira, recuperando el aliento.
–Como me imaginaba… –Respondió Olan, tomando una postura pensativa.
–¡¿Y si ya lo sabías, para qué me dices que lo haga?! –Exclamó Natira con tono enfadado.
–La habilidad de Marbas es la de dividir el daño con su atacante, la fuerza se divide entre él y su atacante, lo que significa que el daño recibido será la mitad del total para ambos. Marbas es un ente de segunda generación con una resistencia superior. –Explicó Elea, que acababa de llegar al lugar donde se encontraba el grupo.
–¿Cómo sabes tanto? –Preguntó Raiden con cierta desconfianza.
–Eso no importa. –Respondió Elea, dándole la espalda a Raiden. –Así que dime, ¿qué harás? ¿Usar a tus amigos? –Las palabras de Elea enfurecieron a Raiden, quien decidió enfrentarse a Marbas solo.
–¡Raiden, debemos pensar antes de actuar! –Exclamó Natira, pero Raiden no la escuchó, seguía corriendo hacia Marbas con la intención de luchar.
«Marbas conoce muy bien su habilidad; solo recibirá los golpes que aseguren un daño severo al atacante.» Pensó Elea mientras observaba el combate.
Raiden notó que Natira había preparado una embestida rodeada de llamas, así que él hizo lo mismo rodeándose de aura. Marbas pudo prever sus movimientos a tiempo, logrando bloquear ambas embestidas, pero Olan aprovechó su telequinesis para desviar los brazos de Marbas y que recibiera el golpe directamente, dividiendo el daño entre los cuatro. Tras esto, Olan levantó cientos de rocas dispuesto a lanzárselas a Marbas.
–¿De verdad vas a atacarme con todo eso? –preguntó Marbas con tono burlón. –Mi maestra me enseñó a llevar mi habilidad a su máximo potencial; he entrenado mi resistencia hasta el límite de mi cuerpo. –Olan lo ignoró y lanzó todas las rocas a modo de ráfaga, mientras que Natira lanzó una potente ráfaga de llamas y Raiden preparó un ataque con su atributo rayo.
–¡Compañero, ¿a qué estás esperando?! –dijo Calibur al notar que el ataque ya estaba listo, pero Raiden no atacaba. No pasó mucho tiempo hasta que Olan y Natira no pudieron aguantar más y cayeron al suelo agotados. Fue entonces cuando Raiden liberó toda la energía acumulada a modo de rayo, pero, en cuanto impactó, Raiden también cayó al suelo derrotado y avergonzado de sí mismo. –Tu comportamiento ha sido patético, jamás esperé que las palabras de Elea te afectasen de esa manera. Si tan solo te hubiera entendido mejor… Está claro que aún debemos mejorar nuestro vínculo. –dijo Calibur mirando a Raiden con expresión seria. –¿Recuerdas tu deseo? Cuanto mayores sean tus ganas de proteger a tus amigos, mayor será su efecto. Levántate, yo te necesito para cumplir mi misión y tú me necesitas para proteger a tus amigos. Juntos recorreremos este camino, el camino de la tormenta. –Raiden, al oír las palabras de Calibur, logra extender su mano hasta su mango con intención de blandirlo.
–Tus palabras me conmueven. No sabes lo mucho que te lo agradezco. –respondió Raiden. Tras esto, un potente destello de luz cubrió a ambos. Al disiparse la luz, pudo vislumbrarse que habían alcanzado un nuevo modo. Raiden y Calibur se habían combinado, Raiden ahora llevaba el rostro de Calibur en el pecho y sus salvamanos en forma de alas se habían convertido en hombreras. Tenía un protector facial del mismo metal que la hoja de Calibur y unos guantes del mismo metal. Su pelo podía notarse más plateado y ahora llevaba unas botas metálicas similares a las del modo caballero.
–La unión entre dos almas… Recuerdo algo así relacionado con las sacerdotisas, pero jamás esperé que el paladín pudiera combinar su alma con la de Calibur. –mencionó Marbas al ver la nueva forma de Raiden, quien se acercaba al ente maniquí caminando tranquilamente.
–Ahora podemos proseguir nuestro combate sin interrupciones. –Comentó Raiden, confiado en su nueva forma. Marbas intentó lanzar un ataque, pero Raiden se movió a gran velocidad y logró asestar un golpe potente en el abdomen.
–Ahora el daño se divide entre ellos, solo recibirán una cuarta parte del daño. –Comentó Elea, que observaba el combate con interés. Raiden soltó una leve risa al notar que recibió muy poco daño y comenzó a asestar múltiples golpes con la misma fuerza a velocidades vertiginosas, haciendo vibrar el aire a su alrededor con gran intensidad.
–Parece que Raiden ha recuperado su aprecio por el trabajo en equipo. –Comentó Natira, impresionada por el gran despliegue de poder de Raiden.
–Raiden y su espada ahora son uno, el resultado es sorprendente. –Añadió Olan, impresionado de igual manera.
–¡Me siento ligero, muy ligero! –Exclamó Raiden, divirtiéndose enormemente con su nueva forma.
–Nos llamaremos el modo Égida, este es un modo ligero en comparación con el modo Caballero, en el cual nos enfocamos más en la defensa. –Explicó Calibur, disfrutando del combate de la misma manera que Raiden.
–¿Creíste que iba a dejarte golpearme sin contraatacar para debilitarte? ¡Estás muy equivocado! –Exclamó Marbas, harto de la situación, mientras preparaba un potente ataque aural. El ente maniquí lanzó su ataque como una enorme esfera de aura. –¡Veamos si tienes tanto poder como presumes! –Exclamó furioso.
–¡Está bien, entonces te mostraré todo nuestro poder! –Exclamó Raiden, rodeándose de una luz azul y dorada para detener el ataque de Marbas.
–¡Esto es inaudito, está usando dos auras al mismo tiempo, es la primera vez en la historia que alguien logra hacer eso! –Exclamó Marbas justo antes de que Raiden lograra devolverle su ataque, aunque Marbas lo recibió de lleno. Elea se acercó a Raiden, quien estaba agotado después de ese último ataque, y Marbas logró sobrevivir al contraataque. El ente maniquí se rió. –¿Sorprendido? Mis compañeros y yo recibimos un entrenamiento especial de parte de nuestra maestra, nos encontramos en otro nivel.
De repente, Raiden comenzó a emanar un destello blanco acompañado de los colores azul y amarillo de sus auras.
–¡Imposible! ¿Acaso el paladín tiene otra habilidad? –Marbas estaba atónito por cómo Raiden aún lograba mantenerse en pie.
–Te mostraré lo equivocado que estás… –Anunció Raiden, consciente de que Elea estaba a su lado, quien mostró una leve expresión de sorpresa.
–El anillo que te di te permite acumular la energía de tus amigos. Vas a necesitarlo para derrotar a Marbas, siempre y cuando creas poder resistir su habilidad. –Explicó Elea mientras observaba el anillo rosado de Raiden.
–Hace tiempo aprendí que la unión hace la fuerza. –Comentó Raiden, apretando su puño izquierdo donde llevaba sus anillos.
–Tal vez eso funcione para ti, pero no para aquellos que hemos decidido recorrer nuestro camino solos. –Respondió Elea mientras se marchaba del lugar. No necesitaba presenciar más del combate, pues ya estaba decidido.
Raiden alzó su puño izquierdo y empezó a acumular la energía de sus amigos, podía sentir como su energía aumentaba y fluía a través del aire, a gran velocidad la energía llegaba hasta él, cuando sintió que había acumulado la suficiente se lanzó contra Marbas con todas sus fuerzas dispuesto a acabar con el combate.
–Eso parece peligroso, será mejor actuar ya. –Dijo Marbas para posteriormente lanzar unos hilos de aura desde sus dedos que lograron detener a Raiden, Pero Natira lanzó un ataque de fuego obligando al ente a moverse liberando a Raiden y Olan lo paralizó con su telequinesis –¡Es imposible! ¡Yo seré el que purifique este mundo!
–¡Eres el único que se cree tus mentiras! –Exclamó Olan justo cuando el golpe de Raiden asestó de lleno en el pecho de Marbas liberando toda la energía de golpe.
Elea avanzaba sola y pensativa al notar cómo la presencia de Marbas desaparecía en menos de un instante.
«Lo siento mucho por ti, Marbas, pero esa fue tu lección. Te metiste con quien no debías.» pensó la misteriosa chica mapache. «Raiden, no apruebo tus métodos, pero ya no te juzgaré por ello.»
Olan y Natira se acercaron a Raiden, quien se separó de Calibur, volviendo a su aspecto normal. Raiden los miró a ambos y soltó una leve risa.
–Con el día que he tenido hoy, no me vendría mal una siestecita –dijo Raiden con tono burlón–. Esos poderes que tienen son impresionantes.
–En nuestro mundo desarrollamos un gas que otorga poderes similares a algunas personas –respondió Olan, igual de exhausto que Raiden.
Mientras tanto, Aiden yacía en el suelo, habiendo desactivado el aura de la soledad y ahora simplemente descansaba, con una sola cosa en mente. De repente, pudo escuchar los pasos de alguien más.
–¿Quién eres? Ahora estoy ocupado, no me molestes –dijo Aiden, visiblemente cansado.
–Aiden Astross, levántate, he traído unos amigos para jugar –sin duda era la voz de Jade. Aiden tomó a Dyrnwyn y miró a Jade a los ojos.
–Jade, por favor, dime cómo puedo revivir a los muertos... –La voz y la expresión de Aiden denotaban cansancio y tristeza. Jade ya había traído un zombie a la vida, así que si alguien podía decirle la verdad, era ella.
–Atacad –fue lo único que dijo Jade. Fue entonces cuando Aiden se percató de la presencia de otras tres criaturas grotescas que acompañaban a Jade, las cuales golpeaban a Aiden repetidamente mientras el aspirante a deiak no ofrecía resistencia.
–Por favor... –Aiden no se defendía ni tenía intención de hacerlo, solo quería que se lo dijese.
–No deberías insistir con eso. Aunque lograras encontrar la ekanita con su alma, solo puedes revivir a un zombie durante veinticuatro horas. Después de eso, su alma se destruirá y no podrá reencarnar –respondió Jade sin cambiar su rostro de expresión maquiavélica. Las criaturas que acompañaban a Jade dejaron a Aiden cuando consideraron que ya estaba muy malherido.
–Estoy muy decepcionada. Esperaba poder poner a prueba a mis quimeras, pero parece que mis expectativas sobre ti eran muy altas –comentó Jade mientras se acercaba a Aiden y lo miraba a los ojos. –No mereces cargar ese título –añadió, antes de atravesar el pecho de Aiden con una cuchilla que sacó de un espacio mágico.
Jade y sus criaturas habían abandonado el lugar, dejando a Aiden con la esperanza de que muriera. Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que se levantara de nuevo.
–¡No voy a morir aquí! ¡No me rendiré en medio de la nada! –exclamó Aiden, arrancándose la cuchilla de su pecho con gran dolor y luego cauterizando su herida con su atributo de fuego. –¡No moriré hasta cumplir mi promesa! ¡Me reuniré con ustedes después! ¡Hasta entonces, lucharé hasta el final, sin importar cuánto me desgaste! –Tras esto, Aiden cayó al suelo por el dolor y se activó otro sello oculto en su gabardina, un sello de curación.