Después de lo que parecían horas de estar en un vacío, Eric abre los ojos. Confundido sobre el porqué aún seguía vivo, si él había practicado muchas veces para tener un suicidio perfecto, comienza a mirar a su alrededor, a su vista se encontraba un páramo desconocido, lleno de una especie de tierra rojiza, al igual que el cielo que curiosamente tenía lo que parecían ser dos soles brillando con fervor. Aunque estaba extrañado sobre el porqué la temperatura no era tan alta, a pesar de aquellos soles que se alzaban en lo alto del cielo, indicando lo que en el mundo en el que vivía se le conocía como el mediodía. Se levantó con debilidad de aquel suelo con tierra rojiza y alzo su mirada hacia el horizonte en donde solo lograba ver montañas desiertas del mismo color que la tierra.
Comenzó a inspeccionar su cuerpo, aún tenía la incómoda ropa que vistió para su dolorosa última cita, y justo cuando recordó aquella cita, sus ojos comenzaron a lagrimear de nuevo, sollozando por al parecer no poder ver de nuevo a su amada y ahora definitivamente. Se había pellizcado todo el cuerpo mientras lo inspeccionaba, tratando de sentir aquel dolor del que hablaban para identificar si esto era un sueño o alguna alucinación producida por la falta de oxígeno que le provocaba aquella soga alrededor de su cuello.
Se dio cuenta de que esto era real al sentir ese fuerte dolor que se causó y la soga que aún tenía en su cuello lo confirmaba aún más; su suicidio fallo y al parecer también lo llevo a un lugar desconocido, un lugar donde no tenía sitio en donde colgarse de nuevo para intentar suicidarse otra vez. Parecía que solo le quedaba morir de hambre o deshidratado. Se sentó en lo que parecía ser una roca que curiosamente era muy cómoda y comenzó a reflexionar. Se dio cuenta de que a pesar de decir que amaba mucho a Brisa, no le dio ninguna oportunidad de hablar aún más a fondo las cosas y que tomo una decisión muy precipitada. Tal vez si lo hubieran hablado más hubiera descubierto algo importante, algo que parecía que Brisa le estaba ocultando al quedarse sentada de forma tan pasiva, muy diferente de la Brisa que él conocía, la cual era muy proactiva y honesta, nunca se guardaba ninguna palabra por más hiriente que fuera.
Quería verla de nuevo y descubrir si podían solucionarlo y volver a como estaban antes de todo este problema. "La extraño tanto" murmuró mientras pensaba en aquella linda sonrisa que le dedicaba Brisa cada vez que se veían. ""¿Qué es lo que haré ahora?"", se preguntaba mientras se recostaba en aquella piedra extrañamente cómoda. Su mente seguía dando vueltas, preguntando el porqué y recordando a su amada cuando de repente escucho un pequeño ruido cercas de él, ""Es mi imaginación"" pensó, no creía que en este páramo tan vacío hubiera alguna otra entidad aparte de él. Siguió recostado en la piedra cuando volvió a escuchar aquel ruido, ahora se escuchaba más cerca que antes, lo cual lo alarmó. A pesar de voltear por todos los lados no logro ver que era lo que provocaba ese sonido y debido a que no vio nada decidió sentarse en la piedra, ahora ya no confiaba en recostarse por temor a no poder reaccionar rápido en caso de que algo sucediera.
Después de un tiempo escucho de nuevo aquel extraño ruido que ahora pudo identificarlo como pisadas debido a la cercanía con la cual se escuchaba. Se levantó rápidamente y dio un giro para encontrarse cara a cara con una bestia extraña que tenía aspecto de un conejo mutado, no era tan grande, probablemente media unos 60 cm de alto y tenía unos grandes cuernos en su cabeza junto a unos afilados dientes, con una piel rojiza que se mezclaba casi perfectamente con el entorno, siendo esa la causa por al cual no pudo visualizarlo anteriormente. Eric trató de saltar hacia atrás del susto, sin embargo, pisó la soga que aún estaba en su cuello que olvido retirarse por estar perdido en sus pensamientos, esto hizo que la soga se apretara más alrededor de su cuello, haciéndolo tropezar para finalmente caer de espalda.
La bestia solo se quedó viendo como Eric caía por su propia culpa, haciendo una especie de cara extraña que realmente se veía atemorizante. Cuando Eric se recuperó de su caída y vio la fea cara de aquella bestia, dio un grito del susto, el cual alarmo a la bestia y comenzó a prepararse para saltar hacia él. Eric notó eso y se levantó rápidamente para poder reaccionar ante cualquier movimiento que hiciera aquella bestia. Mientras ambos se miraban fijamente, Eric comenzó a retirar la soga de su cuello y la tomo entre sus manos. Este movimiento tan repentino hizo que la bestia tomara acción y saltara repentinamente hacia Eric, tomándolo por sorpresa, logrando esquivar por muy poco aquella embestida, ese pequeño margen de esquiva logro rasgar la ropa que tenía puesta, asustándolo aún más de lo que ya estaba al principio, instándolo a correr desesperadamente de aquella bestia la cual comenzó a perseguirlo.
Justo cuando Eric estaba por quedarse sin resistencia, en un intento desesperado de hacer algo, además de correr, dio media vuelta y con la soga en la mano la lanzo hacia la bestia, atrapándolo por el cuello y estrangulándolo lo más fuerte posible, Eric se posó encima de la bestia y puso su pie en uno de sus cuernos mientras estiraba fuertemente la soga, provocando que el cuerno se desprendiera de aquella bestia, provocando un fuerte chillido del mismo. En ese momento tan crucial en el cual la bestia se encontraba aturdido por el dolor de haber perdido su cuerno, Eric tomo rápidamente el largo cuerno de aquella bestia y aprovechando el aturdimiento del conejo, comenzó a apuñalarlo repetidamente en el torso. El conejo chillaba cada vez más fuerte, pero con cada puñalada que Eric le daba sus chillidos comenzaron a hacerse más débiles cada vez hasta el punto en el que lo que quedaba era solo el sonido de la pesada respiración de un Eric lleno de la sangre de aquella bestia mientras sostenía el cuerno con el que lo apuñaló.
Cansado, Eric se sentó en aquel suelo rojizo justo a lado de la bestia, tratando de calmar su respiración, mientras más descansaba, la adrenalina que lo hizo tomar aquella decisión de atacar a la bestia fue desapareciendo, haciéndolo vomitar del asco que sentía por estar lleno de sangre. Después de vomitar la poca comida que había comido hacía horas en el hotel, se tranquilizó y se levantó, teniendo en su mente el buscar un refugio en el cual quedarse, debido a que toda esta persecución y cacería hizo que el tiempo pasara tan rápido que casi era de noche.
Tomando a la bestia en manos, comenzó a caminar sin una dirección en específico, buscando por lo menos una cueva en la cual refugiarse. Muy pronto encontró una pequeña cueva, qué duras penas lograba cubrirlo, pero era mejor que nada, puso a la bestia en el suelo y se sentó a descansar y comenzó a pensar en lo que podía hacer para poder sobrevivir a lo que parecía ser una difícil noche.