Sorprendido de la poca durabilidad de su nueva espada, Eric descansó un poco para aliviar el dolor que sentía en su muñeca. Pensando profundamente y habiendo descansado lo suficiente, Eric decidió darle otro intento, por lo cual esperó hasta que amaneciera de nuevo para ir a cazar y conseguir más materiales.
Una vez consiguió los materiales, regresó a la cueva y comenzó de nuevo su proceso de "forja" el cual seguía siendo muy burdo. El mismo se dio cuenta de que realmente no tenía ningún conocimiento profundo sobre la forja, por lo cual toda su experiencia de forjado comenzará a ser a base de prueba y error. Concentrándose lo más posible en su técnica de forja comenzó a detectar los pequeños y grandes errores que cometía; su piedra con la que martillaba no era la más adecuada para martillar dichos cuernos, por lo cual decidió ver si podía adecuarla primero, para tener una herramienta más útil.
Metió la piedra que era más dura que el acero a su horno improvisado y esperó que por lo menos la piedra lograda ablandarse un poco para poder golpearla y moldearla. La piedra duró una hora en el fuego para poder ablandarse y emocionado, Eric la llevo a su "yunque" para comenzar a golpearla con otra piedra, primero trató de hacerle un hueco en medio y procedió después a darle forma de martillo. Se perdió en la concentración que se olvidó del paso del tiempo, no sabía si habían pasado horas, días, semanas o incluso años. Claramente no esperaba que pasara mucho tiempo por lo cual no le tomó importancia y siguió golpeando para darle forma a su martillo.
Tomando un descanso, vio la forma similar a un martillo en la piedra que pasó horas golpeando, con un pequeño hueco en el centro y un tamaño adecuado; Ni tan grande, pero tampoco tan pequeño. Después de descansar lo suficiente, tomó uno de los cuernos, lo llevo al fuego y justo cuando la punta estaba al rojo vivo, la clavó en el hueco de la piedra. Después de clavarla, tomó otro cuerno y comenzó a clavarlo en el cuerno que estaba al rojo vivo, partiéndolo un poco por la mitad, haciendo que el cuerno caliente se expandiera y el otro cuerno ocupara parte del lugar que quedó abierto, para poder así sellar correctamente el hueco de la piedra y evitar que el cuerno, que ahora iba a utilizar como mango para su martillo se saliera del hueco.
Admirando su nueva creación, se dio cuenta de que había tomado mucho tiempo y que no comió nada durante todo el proceso. Pero no le tomó importancia porque no sentía hambre. Simplemente estaba fatigado, por lo cual simplemente se acostó y durmió.