Caminé a casa tranquilamente,una densa la niebla cubría la Sharia, mientras el comercio empezaba a abrir. Nada había cambiado, salvo por algunas tiendas nuevas y otras pequeñas que cerraron, pero los lugares que casi siempre frecuentaba estaban todos ahí. Pasé por la casa de mis padres, para visitar a Mamá, Lilia y Norm, pero nadie salió, así que asumí que estaban en mi casa.
Llegué a mi hogar cerca de las ocho de la mañana, la hora del desayuno. Eso era bueno. Extraño la cocina de Silphy. Pensaba en eso cuando me llegó el olor a pan recién horneado era señal de que Lilia estaba en casa. Dios, me comería unas empanadas de queso, o un sándwich de queso con jamón o salame. Uuuuf, qué rico. Si solo las aceitunas existieran en este mundo. Espero que estén haciendo leche caliente con chocolate, o té con leche. Mmm, ahora que lo pienso, no dejamos los chocolates con la cubierta de magia de tierra para que Nana pudiera sacar . Tal vez Nana y los niños ya se los acabaron. Mierda, no le llevé chocolates a Ruidjerd. Bueno, si viene, le daré, pensé, mientras llegaba a la entrada de mi puerta.
Cuando golpeé la puerta (ya que la llave la perdí), escuché a Silphy gritar.
— Lucy, ¡no abras la puerta si no sabes quién es!
— ¿Quién está ahí? —me dijo Lucy, con su hermosa voz.
— El monstruo que come niñas desobedientes de la mamá, —le dije, pero eso no funcionó. Ella reconoció mi voz y abrió la puerta.
— Papi, —gritó, saltando en mis brazos, mientras pegaba sus mejillas contra las mías.
— Te extrañé mucho, mi niña hermosa. ¿Cómo estás?
— Bien. Te extrañé mucho papi .
— Y yo a ti, mi amor.
— ¿Qué le pasó a tu pelo? ¿Te lo pintaste?
— Sí, mi amor. Pronto volverá a ser como antes.
— Te pareces a papi blanco.
— Jajaja, sí, me parezco mucho.
En ese momento, Lara apareció bostezando y estirándose mientras se refregaba los ojos.
— Hola, mi niña, —dije, agachándome con Lucy aún en mis brazos y ofreciendo mi otro brazo libre para abrazar a Lara.
— ¿Llegaste, Rudy? —me dijo, mientras se quedaba ahí parada, aún en pijama, mirándome.
— Oh, por el amor de Dios, —dije, acercándome a ella y tomándola en brazos mientras le besaba las mejillas y la abrazaba. — Te extrañé mucho, Lara. ¿Te has portado bien?
— Sí, —me dijo Lara, aún bostezando y limpiando sus mejillas donde la había besado.
— Mentira, papi. Lara se porto mal, se le escapó a mami Nana varias veces , y montaba a Leo en el jardín. Y mami Nana siempre estaba asustada buscándola, —me dijo Lucy, con las mejillas infladas.
— Es mentira, —dijo Lara, sonriendo.
— Yo no miento, —dijo Lucy, inflando aun más sus mejillas.
— Sí, dices mentiras , Lucy. Te robaste unos chocolates y dijiste a mami Nana que tu no fuiste y los habías escondido bajo el colchon.
— Mentira, —dijo Lucy, y empezaron a tirarse del pelo.
— Ya basta, ustedes dos. Dejen de pelear. Son hermanas, —les dije, algo molesto.
— Lo siento, papi, —dijo Lucy, y me dio un abrazo.
— Ya, tranquilas. No me gusta que peleen. Quiero que se quieran y se protejan. ¿Está claro?
— Sí, —dijo Lucy, y Lara asintió con la cabeza.
— Hija, ¿por qué no me llamas papá?
— Porque mami azul, blanca, roja y Nana te dicen Rudy.
— Es porque ellas son mis esposas, mi amor. Tú eres mi hija.
— Entonces, ¿la reina también es tu esposa? Ella te llamó Rudy cuando vino.
— Shihhh, no digas eso, que mami blanca y mami Nana se enojan, —le dije, mientras Lara sonreía.
Justo en ese momento, Silphy, Roxy, Nana y Eris aparecían hasta donde estaba, y corrían a abrazarme. Silphy, con Siegh en sus brazos, y Eris con Ars.
Tras abrazar a las chicas, y abrazar a Siegh, que me dio una linda sonrisa y a Ars que rompió en llanto, apareció Mamá, con Lilia y Norm. Lilia, cuando me vio con el pelo blanco y más delgado, estalló en llanto. La verdad, no sé por qué hizo eso, pero Mamá tuvo que calmarla. Ya más tranquila, Lilia me dio un largo abrazo. Seguramente, el idiota de papá le dijo algo, y la pobre Lilia debe haber estado muy asustada.
Luego de separarme de Lilia, abracé a mi madre, la cual como siempre, no tenía emoción en su mirada. Sin embargo, devolvió mi abrazo. Cuando nos separamos, Mamá me miró a los ojos, y habría jurado que frunció el ceño. Fue en ese momento que Mamá me dio una tremenda bofetada.
— ¡Auch, Mamá! ¿Qué hice, Ahora ? —dije, pero Mamá en vez de detenerse, tomó el uslero de madera de la cocina y procedió a darme una paliza.
— ¡Auch, Mamá! ¡Ya basta! ¡Auch, me duele! ¿Qué le pasa? —le preguntaba a mis esposas, mientras Lilia, Nana, Roxy y Silphy trataban de calmarla.
Cuando paró la paliza, Mamá se dejó caer en una silla y me miró fijamente.
— Auch, Lara, amor. ¿Puedes preguntarle a la abuelita Zenith por qué me pega? —le pedí a mi hija.
Lara se acercó a Zenith y se miraron a los ojos.
— Buelita Zenith no me dejó ver por qué estás molesta con Rudy, pero está muy enojada, —dijo Lara, que a todo esto, mientras me golpeaban, pude ver una maligna risa en su rostro, como si disfrutara de la golpiza que me daban.
Una vez que Silphy me lanzó magia de curación, me senté a desayunar.
De pronto, Lara me habló.
— Rudy, Buelita Zenith dice ¿dónde está buelito Paul? .
— Oh, él está en la cabaña, Mamá. Estaba durmiendo cuando llegué. Aisha preparaba el desayuno.
— Buelita dice que le digas a buelito Paul que venga a casa. Ella está molesta con él también por no cuidarte.
— Ya me di cuenta que mamá está molesta mi amor, —dije, sobando mi cabeza recordando el palo que me llegó.
— Lara, es la última vez que te lo repito. No llames Rudy a tu padre. Dile "papá", el es tu padre no tu amigo,—la regaño Roxy.
Lara le dio una gran sonrisa y afirmó con la cabeza.
Lilia me consintió con una gran jarra de chocolate con leche y comía como si fuera mi última cena.
— Tienes mucho apetito, amor, —dijo Nana.
— Sí, bueno, extrañaba esto. Gracias por hacer comida de mi otro mundo, Lilia, —le dije, mientras devoraba unas empanadas de queso. — Hablando de comida de otro mundo, Nana, te traigo un regalo, amor.
— ¿Qué cosa? —dijo Nana.
— Esto, —dije, mientras sacaba dos frascos de mi mochila.
— ¿Qué es? —preguntó Nana, con curiosidad, mientras los recibía.
— Pues, ábrelo y huélelos.
— Rudy, si vas a hacer algo parecido a cuando me dijiste que me metieras bajo las sábanas luego de soltar un gas y me atrapaste ahí , me iré a vivir con tus padres una semana. ¿Entendiste?
— Sí, y conmigo no lo vuelvas a hacer, —me dijo Roxy y Silphy. Eris no me dijo nada, porque me dio un tremendo golpe cuando le hice la broma.
— Buelita Zenith dice que buelito Paul hacía lo mismo cuando eran aventureros, dijo Lara.
— Mmm, ya veo de dónde sacaste esa estúpida idea, —me dijo Eris.
— Bueno, no es nada de eso, Nana, solo ábrelo, —le dije.
Cuando lo abrió y el aroma le llegó, abrió mucho los ojos (bueno, dentro de lo que puede una oriental). Con cuidado, probó la soja y el miso, y sus ojos se abrieron. Se puso de pie, y me dio un gran beso que me hizo caer de la silla.
— Muchas gracias, Rudy. Esto es lo mejor que me has dado te amo, te amo mucho. Pero, ¿cómo lo conseguiste?
— Pues, en Biheiril, es muy común. De hecho, los Ogros lo fabrican, amor y su cocina se parece mucho a la de tu país, así que inmediatamente pensé en ti y te traje esto .
— Gracias, gracias, gracias. Puedo cocinar esta noche, —dijo, mirando a Silphy.
— Claro, Nanahoshi. Después de todo, esta es una noche especial, —le dijo Silphy, guiñando un ojo, poniendo muy roja a Nana por alguna razón.
— ¿Pasa algo? —pregunté.
— Ya lo verás, —me dijo Eris, con una maligna sonrisa.
— Bueno, como sea, sabía que te gustaría, y desde ahora, siempre podemos pedirle a Ruidjerd que nos traiga. Por cierto, Ruidjerd vendrá de visita uno de estos días. Ya todos lo conocen, pero me gustaría que compartiera con nosotros, —les dije.
Todos asintieron, y Norm parecía la más contenta.
— Por cierto, —dijo Lilia, — ¿Aisha estaba con Paul?
— Sí. Estaba en la oficina, trabajando en la restauración con los mercenarios. Cuando me vine, estaba desayunando con Faria, Rinia, Purcena, y el demente.
— ¿Quién es el demente? —preguntó Lilia.
— El Dios del Norte, Aleksander Ryback, Kalman III. Es el demente que nos atacó, pero se cambió de bando, y Orsted lo reclutó, ahora es un aliado.
— Oh, ya veo, —dijo Lilia, con su acostumbrada calma. — Ya era hora de que Aisha hiciera un amigo.
— ¡Ni lo pienses, Lilia! Kalman III es un demente, un lunático, se le van los enanos al bosque, le hace cortocircuito, le faltan palos para el puente, le faltan gramos para el kilo .
—¿Qué quieres decir con eso joven amo?.
—¡Que el tipo es un loco! . Y De hecho, quería hablar contigo y papá. Aisha está entrenando con ese sujeto. Sería bueno que le aconsejen que se aleje de él. Alek es un peligro,— Le dije muy seriamente.
— Ya calmate Rudy, se te va a reventar una vena. A mí me parecía un chico muy amable, —dijo Silphy.
—¿Amable? Es un lunático, —dijo Eris, apoyándome.
— Sí, pero Orsted lo reformó, —dijo Roxy. — Dejalos que hablen. Además, no se harán novios solo por hablar.
— ¿Aisha novia de ese demente? Jajajaja, claro que no. Creo que ni le gustan las mujeres. Lo que me da miedo es que la ataque o la secuestre y la use de rehén, ademas tiene como 44 años por dios santo, es un viejo para Aisha .
—Yo tengo 60 años Rudy, ¿soy vieja para ti?, me dijo Roxy de manera que me asustó cmo lo dijo.
—No amor no lo decía por eso, tu vives 200 años en términos humanos tenemos la. Misma edad, con Alek y Aisha no es lo mismo, el es un lunático.
—Es lo mismo Rudy, ademas yo soy una demonio pura y Alek ya es más humano que demonio, y no vuelvas a hablar de la edad, me dijo Roxy severamente.
—Lo siento amor, le dije a Roxy agachado la cabeza, mientras Lara me miraba y se reía
— Dios, Rudy, ahora si estas siendo muy paranoico con respecto a tu hermana y que se haga amiga del Dios del norte , —dijo Nanahoshi.
— Uuuf , bien, como sea cambiemos de tema. Chicas, la verdad, yo quería que me acompañen ahora a un lugar solo ustedes, Debemos hablar, —les dije.
Por alguna razón, las cuatro se pusieron muy rojas.
— Será mejor salir de casa, —dijo Lilia, quien se puso de pie con Mamá y Norm, y se llevaban a los niños.
— ¿Ustedes a dónde van? —les dije.
— Vamos a salir, para que estén solos, joven amo.
—¿ Qué? , aaaaaah ya veo que esta pensando Lilia, gracias , pero no hablaba de eso. Eso será de noche. Me refiero a que quiero que vamos a ver a alguien, —les dije a mis esposas muy serio.
— ¿A quién? —dijo Roxy, con curiosidad.
No les dije nada. Baje rápidamente al sótano y subí.
—Lilia, Norm, cuiden a los niños. Volveremos pronto, —les dije, mientras mis esposas me acompañaban.
— ¿A dónde nos llevas, Rudy? —preguntó Silphy. Sin embargo, no dije nada. Solo Nanahoshi se dio cuenta de lo que pasaba.
— Rudy, ¿estás bien? —me preguntó Roxy al verme en silencio.
— Sí, amor. Lo estoy. No te preocupes, —le dije.
— Oye, ¿este es el cementerio? ¿Murió alguien? —preguntó Eris.
— De hecho, sí. Pero hace unos años ya, —le dije.
— Ya veo. Vamos donde el miko que podía ver el futuro, quien te visitó esa noche. ¿No es así, Rudy? —me dijo Silphy.
— Él no era un miko, Silphy, —dije, mientras llegábamos a la tumba. De mi bolsillo, saqué la empuñadura de mi sable roto y la pegué a su tumba con magia de tierra.
— ¿Quién está aquí, Silphy? ¿Lo sabes? —le preguntó Eris.
— No lo sé. ¿Tú, Roxy, sabes algo?
— No, yo tampoco. Sin embargo, Nanahoshi parece que sí, —dijo Roxy, mirando a Nana, que tenía una expresión seria en su rostro y acariciaba un anillo que tenía en un collar en su cuello.
— ¿Tú sabes quién está aquí? —le preguntó Silphy.
— Lo sé, pero es mejor que Rudy se los diga, —dijo Nana.
— ¿Por qué nos guardas secretos y se los dices solo a Nana, Rudy? Somos iguales en este matrimonio. ¿Porque ella lo sabía y nosotras no? —me dijo Silphy muy molesta.
— Porque cuando se lo dije, aún no era mi esposa, y había prometido no casarme con ella. Pero, al final, esa promesa no pudimos cumplirla, —dije, acariciando la mejilla de Nanahoshi quien me dio una sonrisa. — Pero, aún así, la voy a cuidar hasta mi último día de vida, como a todas ustedes.
— ¿Quién está sepultado ahí, Rudeus? —preguntó Eris, que curiosamente estaba más calmada.
— Soy yo. O más bien, yo dentro de 43 años.
— No entiendo Rudy, —dijo Silphy.
— Cuando volví del continente demoníaco hace cinco años, esa noche en que concebimos a Lara, el Hombre Dios me visitó. Me dijo que visitara el sótano qué había algo ahi. Me asusté. Pensé que alguien me había seguido del continente demoníaco. Saqué mi espada y bajé a ver. Pero, en ese instante, alguien me detuvo cuando voltee a mirar a mi despacho, el estaba sentado ahi. Él me dijo lo que iba a pasar. Hitogami mataría a Roxy, Cliff después a Silphy, Enfermaría a Nanahoshi. Lo hizo pelear con su Eris, y cuando al fin se habían reconciliado, su Eris muere. Luego, asesinan a Zanoba July y Ginger. Rúdeus del futuro Envió a Lucy y a sus padres a Neris, y se dedicó a cazar a los que le arrebataron a los que amaba. Llegó a viejo y nunca pudo encontrar al Hombre Dios. Sin embargo, encontró el método de regresar al pasado, y fue esa noche en que sintieron ruidos. Él murió poco después de decirme eso y entregarme los hechizos que robó en Milis y los planos de las armaduras. Me pidió que lo enterraran aquí, en su realidad, los que amo estaban aquí. Él me hizo jurar cuidarlas a todas ustedes, y murió en mis brazos esa noche. Y aquí sepulte sus cenizas , —dije, mientras caía de rodillas frente a la lápida y me ponía a llorar como un niño mientras la abrazaba.
— Rudy, eso no puede ser, —dijo Silphy. — Esa magia no existe.
Pero yo no le dije nada. Saque algo de mi bolsillo y Le pasé el diario del futuro, Silphy lo Miro confundida empezó a leerlo, en silencio, sin embargo Eris y Roxy querían saber que decía, así que lo empezó a leer en voz alta para que escuchara las demás chicas.
— Muchas gracias, Rúdeus . Sin ti, no habría podido ganar. Quiero que sepas que ganamos. El Hombre Dios tiene sus días contados. Ya puedes descansar en paz. Las chicas están vivas, y ahora tengo otros cuatro hijos, aparte de la Lucy que conociste, — Le dije, hablándole en castellano, dejando desconcertadas a las chicas, excepto a Nana, que sabe hablar un poco.
Me senté al lado de Silphy, aun llorando ocultando mi rostro entre mis manos, mientras ella aún leía el diario. Mientras Nana qué ya sabía toda la historia me abrazaba por atrás. Estuvimos alrededor de tres horas ahí sentados hasta que Silphy terminó de leer.
— Rudy, ¿esto es cierto?—pregunto secándose las lágrimas.
— Lo es, lo consumió la venganza, se volvió alguien cruel, sin embargo nunca dejo de amarlas.
— ¿Y qué pasó con Lucy en ese futuro?
— Ya no existe. Ese futuro fue eliminado al momento en que Rúdeus anciano viajó. Por eso, él también murió. Alcanzó a explicarme, darme los hechizos y el diario, y me dijo que le escribiera a Eris y que la cuidara el resto de mi vida .
— ¿Estás bien, Eris, amor? —le dije a Eris , preocupado porque ella no decía nada.
— Yo(…) te fallé, Rúdeus, dijo Eris con semblante como el con el que la vi cuando nos topamos con Soldat.
— Claro que no. No somos ellos, Eris. Nosotros creamos una historia propia, ademas ese Rúdeus nunca dejo de amar a Eris de ese futuro, simplemente ambos no fueron capaz de perdonarse hasta el final, nosotros no somos ellos amor . Eso ya te lo dije en Hammerpolka, ¿recuerdas?, No somos ellos Eris, y ese futuro ya nunca existirá.
— Entonces, ¿qué pasó con el alma de ese Rúdeus, Rudy? —me dijo Roxy, que tenía sus ojos hinchados ya que también estaba llorando.
— Simplemente desapareció o se fusionó conmigo nuevamente. No lo sé. Yo quería pedirles disculpas por ocultarles esto, pero no quería decirles nada, ni preocuparla hasta que estuviéramos todos a salvo, —les dije.
Silphy miró a Nanahoshi y la abrazó muy fuerte.
— Gracias por cuidar a Lucy, cuando yo y Roxy no estuvimos. También a ti, Eris, —dijo, abrazando a la pelirroja.
— Esas no fuimos nosotras, Silphy. Nosotras estamos aquí. Ese futuro cambió, y ahora Lucy y los niños sí van a tener a sus verdaderas madres, —le dijo Nana.
— No seas tonta, Nanahoshi. Tú también eres su madre, —le dijo Silphy, dándole un fuerte abrazo.
Yo abracé a Eris, que aún estaba callada, y la besé.
— Escuchame, Eris. Ese Rúdeus, el Dios de la muerte y esa Eris no somos nosotros y a pesar de que ellos pelearon mucho, Rúdeus y Eris de ese futuro siempre se amaron , pero cambiamos ese futuro. Ahora, seremos felices el resto de nuestras vidas.—En ese momento, como pocas veces en su vida, Eris lloró en mi pecho.
— Y esa es la historia, chicas. Quien está aquí sepultado es el verdadero héroe. Quien permitió que los cinco seamos felices, —les dije. — Por eso, no me gustaba que fueran conmigo a las misiones muy peligrosas como en la guerra de Asúra o la guerra de Shirone, ni que te enfrentaras a Atofe, Eris. Pero, al final, las cosas ahora son muy diferentes a como en ese horrible diario, —les dije.
— Me siento culpable por abandonarte, —dijo Silphy.
— No lo hagas. No fuiste tú, amor. Aunque yo me volvería loco si le pasara algo a cualquiera de ustedes cuatro, pero ya con esta victoria, podemos estar más tranquilos, nosotros y nuestros hijos y ahora debemos tratar de disfrutar la vida, —les dije.
Me quedé ahí con Eris y Nana, mientras Roxy y Silphy fueron a comprar flores, las cuales pusimos en la tumba del Rúdeus del futuro.
— ¿Cómo te ves de viejo, Rudy? —preguntó Roxy.
— Bueno, me parecía mucho a Paul. Tenía el pelo corto y barba, y tenía el pelo blanco como ahora, solo que eran canas. Era un anciano guapo, —dije, haciendo sonreír a mis esposas.
— Escuchen, se los repetiré. Lo que sale en ese diario no somos nosotros, y ya no pasó ni pasará . El Rúdeus del futuro nos salvó la vida y la de nuestros hijos y amigos. Ese fue su regalo para nosotros. Así que, de ahora en adelante, quiero que seamos felices. Vendrán problemas, y discusiones, pero estoy seguro de que saldremos adelante. Además, este hombre aquí sacrificó todo para que fuéramos felices. Es lo menos que podemos hacer por él, vivir la vida que a él le fue arrebatada cruelmente —les dije.
— ¿Qué fue lo último que te dijo, Rudy? —preguntó Roxy.
— Dijo que Lucy sería una gran mujer. Y cuando las escuchó hablar, dijo que las amaba. Y ahí murió en mis brazos.
Roxy se limpió las lágrimas, se puso de pie, y besó la lápida. El resto de chicas siguieron su ejemplo, y luego recibí un abrazo en masa de mis esposas.
— Bien, supongo que lo logré, Rúdeus, —le dije, ahora hablando en idioma humano, para que todas entendieran. — Gracias por darme la felicidad que a ti te fue injustamente arrebatada, —dije, poniéndome de pie y besando la lápida. Puse el diario cerca de la lápida y le prendí fuego.
— ¿Qué haces, Rudy?
— Me dio este diario para que fuera una guía para salvarle la vida y cuidarnos del hombre dios , y ya cumplió su objetivo. Además, es hora de que escribamos nuestra propia historia, —les dije.
Nos quedamos ahí hasta que el diario era solo cenizas.
— Puedo decirte algo, Rudy, —me dijo Roxy.
— Sí, claro, amor.
— Tú sí te pareces a él.
— Bueno, Roxy, somos la misma persona.
— No es eso. Me refiero a que pierdes el control a veces, como aquella vez en Shirone.
— Sí, lo sé.
— Pero no es eso lo que asusta, Rudy, es la crueldad que tenía tu otro yo.
— Tranquila, no torturaré a nadie. Pero, sin justificarlo, deben entender el dolor de esa persona, Roxy.
— Lo sé, pero si pasa algo, no me gustaría que te comportaras así, amor.
— Te prometo que no haré sufrir a nadie, Roxy. Los mataré rápido.
— ¡Dios, qué conversación tan oscura! —dijo Nana.
— Lo siento, pero será mejor regresar a casa, chicas. Y preferiría que lo que he hablado aquí con ustedes sea solo algo entre nosotros, —les dije. Todas asintieron, y regresamos a casa.
Eran cerca de la una de la tarde cuando regresamos, y luego de revelar lo del diario del futuro, no había mucho ánimo de hablar, salvo por Eris.
— Así que ese otro tú era el 5to entre las grandes potencias.
— Sí, bueno, eso creo, —le dije.
— Y tú eres el séptimo ahora.
— Bueno, al menos el símbolo Migurd de mi collar aparecía en la piedra. O, a menos que sea de alguien Migurd, —dije.
— Eres tú, Rudy. Derrotaste al Dios del Norte, por lo tanto, reclamaste un lugar, dijo Silphy.
— Apuesto que le ganarías al Dios de la Muerte y a Jino, —dijo Eris. — Tal vez deberías desafiarlos y ascender en el ranking.
— No haré eso, y de hecho, ¡más les vale mantener la boca cerrada de que soy el Dios del Cauce! Ni quería decirles, —les dije.
— ¿Y por qué tu símbolo es el de Roxy? —me preguntó Silphy.
— No, lo sé. Supongo que este collar que me regalaste, Roxy, me ha acompañado toda mi vida, —le dije.
— Sí, me sorprendió al ver eso. Me pregunto qué dirán los Migurd cuando vean ese símbolo en algún monumento, —pensó Roxy.
— De seguro pensarán que eres tú, amor, —le dije.
Ella entró en pánico. — Nooo, Rudy. ¿Y si viene un loco a desafiarme?
— Tranquila. Yo siempre estaré ahí para ti, —le dije, mientras la tomaba en brazos.
— ¡Bájame! Odio cuando haces eso frente a todos, —me decía, mientras me daba suaves golpecitos en la cabeza.
— Bien, bien. Qué mal carácter, —dije.
— Pero a mí me gusta, —dijo Silphy, saltando en mis brazos, mientras veía como Roxy inflamaba las mejillas.
— No te enojes, Roxy. Tú te lo pierdes, —le decía Silphy, mientras le sacaba la lengua.
Cuando llegamos a casa, casi me dio un infarto, combinado con diarrea explosiva y un derrame cerebral, cuando vi a papá en el patio trasero, cerca de la piscina, practicando esgrima con el demente de Kalman III y Aisha, bajo las miradas de Mamá, Lilia y Norm, quienes estaban con nuestros hijos ahí mirando.
— ¡QUÉ DEMONIOS! —dije.
— Oh, hermano, —dijo Aisha. — Invité a Aleksander a practicar, y papá se nos unió, —dijo Aisha, con una sonrisa.
— Maldito… (…).
No alcancé a decir nada, cuando Mamá me detuvo, mirándome a los ojos.
— Buelita Zenith dice que tío Alek es buena persona, y no es malo.
— Mamá, ese tipo es un loco.
— Buelita Zenith dice que nada pasará, que estés tranquilo, —me dijo Lara.
Así que me crucé de brazos y esperé a que terminaran.
— Ese joven es muy hábil, joven amo, —me dijo Lilia.
— Deja de decirme así, madre, por el amor de Dios. Y ese es un loco. Y si es hábil, es el tercer Dios del Norte, después de todo.
— Y tú lo derrotaste, joven amo.
— Sí, le gané.
— Aunque te derroté la última vez, Reidar, pero no recuperé el título de potencia mundial, —me dijo Alek, que recibía un jugo que les preparó Aisha.
—Es obvio demente, usaste la armadura del Dios de la lucha, mientras uses eso, el título será de la armadura no tuyo, tarado, pero si quieres recuperarlo aquí estoy, —le dije mientras rayos electricidad salía de mi cuerpo.
—Jajaja no pretendo eso Reidar, me derrotas te en buenos términos. Si recupero ese lugar, será desafiando al Dios del Filo o al Dios de la Muerte, —dijo Alek.
— ¿Por qué te llamo Reidar, joven amo? —preguntó Lilia.
— ¿Nanahoshi no te contó?
— ¿Qué cosa? —dijo Lilia.
— Soy el Dios del Cauce ahora, Lilia.
— No puede ser. Pero nadie me dijo nada.
— Lo siento, Lilia, —le dijo Norm. — Pero con todo lo que pasó, lo olvidamos.
— Ya veo, —dijo Lilia, sonriendo.
Cuando Alek pasaba cerca de Lilia, se fijó en el bebé que ella cargaba, Siegh.
— Vaya, pelo verde, —dijo, con algo de curiosidad .
— ¡Ni te atrevas! Es mi hijo y ahijado de Perugius, —le advertí .
— ¿En serio? ¡Vaya, como papá! —dijo Alek.— Nunca vi unelfo de pelo verde, —dijo, mirándolo.
— De hecho es un humano, y yo también, —le dijo Silphy. — Lo que pasa es que mi abuelita es una alta elfa.
— Ya veo. Pensé que se había extinguido, —dijo Alek, que le pasó el dedo a Siegh. Esto lo tomó y se lo rompió, haciendo un sonido de crak.
Cuando hizo eso, casi me dio otro ataque.
— Vaya, es un niño fuerte. Su aura de batalla es inmensa para ser un bebé . Oye, Reidar, este niño, si entrena bien, será un prodigio en la espada, —me dijo.
— Sí, lo sé, —le dije, mirándolo aún con desconfianza.
— Bueno, debemos volver, —dijo Paul.
— Mucho gusto en conocerlos, —dijo Alek. — Señora Greyrat, gracias por la comida, —le dijo a Lilia, mientras caminaban hacia las afueras de la ciudad.
Mientrasb regresaban a la cabaña.
— ¡Entraron a ese loco a mi casa! —les dije, algo molesto.
— Bueno, sí. Paul y Aisha llegaron con él, y les ofrecí comida.
— Es un loco, Lilia. Casi nos matamos con él.
— Buelita Zenith dice que no te preocupes, papi. Ella vio gentileza en sus ojos y buenas intenciones.
— ¿Segura, Mamá?
— Buelita dice que sí.
— Ya veo. Bien, mejor vamos a comer. ¡Un segundo! , me llamaste "papi", Lara.
— Sí, papá.
— Oh, mi niña, —dije, tomándola en brazos y besándola en la mejilla.
Ella solo me miró y se limpió la cara con la manga de su pijama.