Cuando la píldora entro en el cuerpo de Adrián, esta exploto con una gran energía, y con la esencia de las plantas. Se rego por todo su cuerpo, y los moretones empezaron a disminuir, aunque no todos, algunos si desaparecieron.
Al ver esto, la anciana, saco un collar y lentamente lo puso en el cuello de Adrián. Canto unas palabras, antes de que el collar brillara.
El joven a su lado no la detuvo, supo que, desde ahora, ese niño seria su nuevo ayudante.
Después de hacer eso, la abuela le dio algunas indicaciones al joven antes de marcharse.
El joven asintió y se retiró igualmente.
En la cama solo quedaba Adrián, quien despertó luego de unos días, aunque fue de noche.
"El segundo nivel de la condensación del Qi" – Dijo Adrián, mientras podía sentir como sus dos aperturas, estaban ardiendo nuevamente, las dos aperturas de su brazo derecho habían sido culminados. El oso había sido herido, y Adrián aprovecho la oportunidad para atacarlo con todas sus fuerzas.
Aun así, el oso era muy fuerte, tanto que le provoco varias heridas graves.
Solo pudo someterlo unos instantes antes de absorber la energía del oso precipitadamente, antes de que este le diera un golpe en el pecho lanzándolo a volar bien lejos.
Ese golpe le había destruido el pecho, pero gracias a que absorbió bastante energía, y su segunda apertura se completó, su cuerpo había vuelto a la vida. Si no fuera por eso, ya habría muerto.
Luego de un tiempo, Adrián observo el lugar donde estaba, aunque estaba entre la vida y la muerte, aun pudo escuchar las palabras de la anciana y el joven.
Guardo su daga en su cintura, y la espada de madera en su espalda.
"Así que al fin despiertas" – En la noche, una voz sonó desde un costado de la habitación. Era la voz de una anciana.
Adrián evaluó con una mirada fría y sin emociones. No era normal que un niño tuviera tal mirada, la noche era como un refugio para que Adrián se moviera. Pero no lo hizo, toco el collar en su cuello.
"Desde ahora en adelante serás mi esclavo, niño, si quieres escapar puedo matarte en cualquier momento, trabajaras para mí, y si quieres tu libertad puedes comprarla, pero eso te costara mil monedas" – Dijo la anciana, mientras se marchaba riéndose.
Después de que ella se marchó, entro el joven que lo había rescatado.
"Sígueme" – Solo dijo unas palabras antes de salir por la puerta hacia el rancho, Adrián lo siguió, no sabia que estaba pasando, pero podía darse una idea, luego de mas de un mes de viaje, había llegado a un asentamiento humano.
El joven al cual se hacia llamar Ma Zu, empezó a indicar a Adrián su labor como esclavo de la abuela. Además, le hablo sobre las misiones que la ciudad ofrecía a sus pobladores.
No era una gran ciudad, era una muy pequeña, pero con mas de diez mil personas viviendo en ella. La ciudad era llamada, la ciudad de las estaciones diversas. Ya que, en este lugar, luego de la llegada de la espada y el rostro del demonio, las estaciones como la primavera, el invierno, pasaban muy rápido, dando paso a otras estaciones.
En este lugar, era muy común el trafico de personas, así como la compra y venta de esclavos, las misiones se publicaban a diario, el Señor de la ciudad ofrecía grandes recompensas, a quienes lograba encontrar un determinado objeto, planta, o cualquier cosa que buscaba en las ciudades prohibidas.
Las ciudades prohibidas, eran lugares donde todos los males se juntaban, junto con fenómenos inexplicables, esto había sucedido cuando la espada y la cabeza brillaron mutuamente, desencadenando un evento, conocido como divino, matando a todos los que una vez lo habitaron, mucha gente moría en ese lugar cada año, incluso ahora se rumoreaba que era mas peligroso, ya que una niebla muy espesa bajaba todas las noches en el norte de la ciudad prohibida.
Adrián no conocía de esos precedentes, solo lo que podía escuchar del joven Ma a su lado. Por el momento, esto era lo mejor que podía conseguir, era una nueva ciudad, y no conocía como vivía la gente aquí. Por el momento se puso a analizar.
También miro hacia el bosque, había enterrado su manual de cultivo, no confiaba mucho en poder protegerlo, solo podía esconderlo.
Mientras el joven Ma conversaba con Adrián, noto que este no hablaba mucho, no le importaba, llego hasta el lugar de las tiendas, donde se vendían un montón de objetos, algunos niños y jóvenes también estaban apiladas, bien vestidos y con un rostro apático.
Adrián que ya era un cultivador del segundo nivel de la condensación del Qi, pudo ver a varios guardias de la ciudad, o cazadores que caminaban furtivamente, con miradas amenazadoras, pudo sentir de ellos corrientes de energía espiritual, algunos tenían varios moretones, pero no tantos como Adrián tuvo en el pasado.
"Cultivadores" – Dijo Adrián en voz baja, muchos de ellos lo demostraban explícitamente, Adrián no lo hacía, se mantenía discreto.
Justo cuando llegaban a una calle, el joven Ma señalo una pared de madera.
"En ese lugar se colocan las misiones, si tienes tiempo libre, puedes hacerla si quieres, pero cada una es realmente peligrosa" – Dijo sin preocuparse de que Adrián escuchara sus palabras.
Para el joven Ma, Adrián solo era un niño, la mayoría de la ciudad no entendía muy bien el concepto de cultivadores, quizás solo el señor de la ciudad, así como los guardias y los cazadores furtivos. Para los mortales, pensaban que los cultivadores, eran gente más fuerte que ellos.
El joven Ma lo entendía, cuando empezaban las misiones que le interesaban a la abuela, solo lo mandaban como burro de carga, ese era su único deber, gracias a eso, se había salvado de morir.
Adrián entendió poco a poco la ciudad. También noto a bellas jóvenes, las cuales colocaban sus manos en el joven Ma, el joven Ma solo las rechazo con una sonrisa, quería divertirse, pero no tenía dinero.
Incluso en su codicio pensó en arrebatarle la espada de madera y esa daga a Adrián, pero no lo hizo, la Abuela, pueda que no sea la mejor persona del mundo, pero al menos tenia un techo y comida. Eso ya era mas de lo que la gente tenía.
Adrián recibió muchas miradas codiciosas, pero cuando veían su collar muchas de ellas se apartaban, fue solo por eso que podía caminar tranquilamente.
Al ver el interés por el collar que traía en su cuello, el joven Ma le explico a Adrián.
"Estos collares son una bendición, así como una maldición, nos permite caminar libremente, y no ser cazados por gente codiciosa, esto fue por el decreto del señor de la ciudad, cualquiera que matara a un esclavo dentro de la ciudad, seria asesinado, a menos de que realmente valiera la pena, mucha gente decide que es preferible alejarse de nosotros" – Después de su explicación, pasaron por muchas otras calles más, antes de regresar al rancho.