Cuando regresaron al Rancho, el Joven Ma, le encargo a Adrián cuidar a los animales, mientras el se iba a descansar. Ya mismo era media noche.
Adrián asintió. Mientras miraba a tales animales.
Era la primera vez que veía tales seres, en los bosques solo había bestias salvajes, su carácter se había forjado luego de sobrevivir a situaciones peligrosas diariamente.
En el rancho había cerdos, vacas, ovejas, y pollos, seria esto normal de un rancho, si no fuera porque tales animales tenían varios moretones por todo su cuerpo. Además de ojos rojos como la sangre y venas abultadas, era algo aterrador para cualquiera, pero estos animales eran dóciles, solo se necesitaba alimentarles para que no provocaron ningún daño.
Cualquiera estuviera asustado de cuidar estos animales, pero Adrián no, simplemente hizo su trabajo. Antes de que su ciudad dejara de existir, su padre le enseño bastantes oficios, a pesar de que ahora solo tiene 7 años, nunca los ha olvidado.
Recordarlos, era tener viva la imagen de su familia.
Mientras pasaba el tiempo, desde el segundo piso de la casa, la abuela miraba como Adrián cuidaba a los animales, mientras el joven por alguna razón se escapaba a escondidas.
La anciana no hizo nada para detenerlo, sabía que volvería.
La mañana llego y un nuevo día empezó, Adrián miro como la luz del sol brillaba en el horizonte.
Además, de que un olor a comida salía desde la casa.
"¡A comer!" – Grito la abuela desde la casa, la cual se escucho casi por todo el rancho.
Adrián en ese momento, empezó a caminar hacia la casa, sin embargo, miro como de un arbusto aparecía el Joven Ma, quien parecía oler a alcohol, y tenia una sonrisa en su rostro.
El Joven Ma le dijo que no dijera nada, mientras ambos entraban.
Cuando ambos entraron, caminaron hacia la cocina, mientras una variedad de platos eran preparados, la abuela tarareaba una canción feliz.
En la mesa había panes, huevos rojos, jugo, carne de cerdo, y otras variedades. Parecía que esto era normal, por lo cual el Joven Ma se sentó.
"Que celebramos hoy abuela, que alguien regreso a la vida" – Hablo tranquilamente el Joven Ma, mientras agarraba un pan.
La abuela solo tarareo una vez más antes de responderle.
"Esclavo idiota, eso solo se dice cuando todos estemos reunidos" – La abuela golpeo la cabeza del Joven Ma, mientras este se sostenía la cabeza.
Adrián vio la gran cantidad de platos, así como un agradable olor, había pasado mucho tiempo, desde que había comido en una mesa.
"Respondiendo a tu pregunta, en dos días regresa mi esposo"
"¡Cought! ¡Cought! ¡Cought! ¡Ya regresa el abuelo!" – Cuando el Joven Ma escucho esto, tosió sin parar, y su rostro se puso pálido. A la abuela no le intereso, mientras le daba otro golpe en la cabeza.
"Si, parece que esta vez, descubrió algo en la ciudad prohibida, ahora coman" – Luego de decir tales palabras. El joven Ma estaba un poco tembloroso, sabia que si el abuelo venia, seria llevado a la ciudad prohibida a una misión peligrosa.
Esta vez, seria incluso mas peligroso que antes, o eso es lo que sospechaba. Por lo cual empezó a devorar todos los platos como si fuera su ultima comida.
Adrián vuelta los comía lentamente, cada mordida era como un recuerdo de su casa.
Pero sabia que no lo era, luego de comer un poco más, agradeció la comida antes de salir hacia el rancho. La abuela miro esto con interés, y cuando miro al vago de su esclavo, le dio otro golpe en la cabeza.
"¡Ponte a trabajar!" – El joven inmediatamente se fue al rancho.
Hoy Adrián estaba libre, o eso le dijo el Joven Ma, parecía que estaba asustado por algo.
También le dio cinco monedas, era su pago por lo de ayer, la abuela pagaba por el trabajo realizado, y él no tenía derecha a gastarse ese dinero.
Después de salir del rancho.
Adrián camino hacia los lugares comerciales. Como esclavo, mucho de los comerciantes no lo miraban como persona. Solo gritaban hacia los guardias y a los cazadores.
"¡Este cuenco espiritual, por tan solo cien monedas!"
"¡Plantas a mitad de precio, solo hoy!"
"¡Cosas antiguas, recién excavadas, y esclavos en oferta!"
Todas las tiendas parecían que estaban en jubilo, había muchos compradores interesados.
Pero aun no podía ver si alguna vendiera píldoras. Era eso, o no se mostraban al público común. Sin embargo, cuando decidió retirarse, escucho una voz suplicante a lo lejos.
"¡No comprare esta píldora por menos de quinientas monedas! ¡Boticario Gu debe ser razonable, es la vida de mi hija la cual está en juego!" – Adrián se acerco lentamente a la tienda. Pudo mirar, a una pareja, y el padre sostenía a una niña la cual tenia muchas manchas moradas por todo su cuerpo.
La madre estaba aún lado suplicando.
Adrián podía sentir un gran poder espiritual viniendo del padre. Era incluso mas fuerte que el oso y el jefe de la manada.
El Boticario Gu no se molesto por sus palabras. En cambio, hablo tranquilamente.
"Varias de mis píldoras purificadoras ya fueron vendidas, ahora solo me quedan dos, una está reservada para el señor de la ciudad, mientras que por la otra están ofreciendo hasta mil monedas por ella, ¿Por qué debería venderte por un precio tan bajo?" – El Boticario Gu no le tenia miedo a las palabras del padre.
"¡Nosotros conseguiremos el dinero, pero por favor denos esta píldora Boticario Gu!" – Fue la madre quien hablo ahora, su hija cada vez le salían más moretones.
El padre estaba resignado y tembloroso a un lado. Hasta que su hija lanzo una bocanada de sangre, en ese momento bajo su brazo y dio un golpe en la mesa.
"¡Solo dinos que quieres lo conseguiremos para ti!" – al final el padre tuvo un punto de quiebre, y cayó al piso arrodillado. El Boticario Gu sonrió al verlos.
"En el norte de la ciudad prohibida, hay varios tipos de plantas espirituales que crecen en esa zona, quiero que me traigan cinco de cada ejemplar, por el momento tomare a su hija como garantía"
Cuando el Boticario Gu hablo, saco varias imágenes de las plantas que quería, la pareja se miró, estaban reacios a tal propuesta, pero no tenían otra alternativa.