Su mirada se clavó en su padre, si hubiera alguien más en la habitación habría notado una sorprendente similitud entre ambos. El pelo negro de su papá, corto y ordenado mostraba un pragmatismo que se alineaba con su trabajo como soldador. Sus ojos, aunque expresaban fatiga, también revelaban dos prominentes bolsas oscuras, las cuales daban a entender el agotamiento acumulado por trabajar con metales y chatarra a diario casi sin descanso. Su cuerpo se encontraba en un punto intermedio, ni delgado ni corpulento, hubo una época donde estaba en mal estado luego de creer que había perdido a su hijo para siempre. Pero pudo superarlo después de que se había aclarado el tema.
Y a pesar de los signos del tiempo, aún conservaba cierto atractivo de sus días de juventud. Su aspecto sugería la posibilidad de mejorar su salud con un poco más de cuidado personal. Sin embargo, ya tenía una pareja, que obviamente se trataba de la madrastra de Heim, lo que desafortunadamente lo excluía del radar de las jóvenes con gustos maduros. "Ah, hola. No sabía que estarías aquí", expresó con sorpresa al notar la presencia de su expareja. Ninguno de los dos esperaba que el otro estuviera ahí, la madre de Heim siempre estaba ocupada con el trabajo y su papá vivía hasta el otro lado de la ciudad. Hubo un silencio mientras ambos se miraban fijamente "... Si se trata de nuestro... de Heim, es obvio que estaré pendiente, haya o no trabajo. Nada es más importante que mi hijo." El joven pelinegro notó una connotación en las últimas dos palabras, pero no dijo nada. Sabía que su padre evitaría una pelea con ella, no quería meterse en problemas y menos con él enfrente de ambos.
El padre se aclaró la garganta y avanzó poco a poco. "Sí, lo siento. No quería ofenderte, Jenn. Solo quería saber cómo estaba mi niño". Jenn, o también conocida como Jennifer, solo le lanzó una mirada que, de manera extraña, podría atemorizar a alguien. Era hostil, pero al mismo tiempo algo relajada. "Pues lo-" Heim le tocó el hombro. Él tenía que hablar con su padre; no quería empezar una pelea ahí. Habían quedado en buenos términos legales, no entre sí. "Estoy bien, papá. No tienes que preocuparte por nada. Estoy despierto y sin heridas internas, creo." Por el momento no había venido ningún enfermero; quizás ya les habían contado a sus padres, pero no a él. Su padre respondió con un suspiro.
"Ya lo sabía, pero aun así quería verte en persona. No podía estar tranquilo solo con palabras". Heim asintió; era más similar de lo que creía a su padre. Quizás sacó más la parte tranquila que la furiosa de su madre. Al menos no actuaba solo porque sí. Si fuera así seguramente ya se habría metido en un problema más de una vez. Tenía la suerte de que, al menos, contaba con padres. Cosa que seguramente algunas personas que sobrevivieron al incidente no podrían decir. "No pasa nada, lo entiendo." Las charlas entre ellos dos eran más formales que cualquier otra cosa; apenas se mantenían en contacto regular. No es que su madre le dijera que no lo hiciera. Simplemente, uno estaba ocupado cuando el otro estaba libre. "Entonces, ¿cómo acabaste así?" la pregunta, oh la pregunta. Heim solo sonrió.
"Bueno, actué por instinto apenas enterarme de la noticia de la mazmorra. Olvidé que era un adolescente normal y me creí un héroe por un momento. Luego recibí un golpe de realidad, eh, bueno, de manera muy literal." Heim bromeó, no quería que el humor de ambos fuera sombrío. No les gustaba preocuparlos. A él ni a nadie que apreciara. Su madre se estremeció al escucharlo, no podía evitar sentirse mal aun cuando su hijo le dijo que ella no tenía culpa de nada.
Su papá no pudo evitar suspirar y negar con la cabeza; sabía que él no quería decir mucho para evitar cosas problemáticas. "Es un alivio que sobrevivieras, realmente lo es", si alguno de los dos prestaba atención, se podía oír débil por un momento. "Hablo por ambos cuando digo que no te queríamos enterrar, debes ser tú quien lo hagas", su madre habló esta vez con una clara broma. Heim asintió después de soltar una leve risa, sintiéndose afortunado de tener padres que, a pesar de sus diferencias, compartían esa preocupación sincera por su bienestar. "Lo sé, mamá, papá. No se preocupen, estoy bien. A partir de ahora, tomaré decisiones más sensatas, lo prometo", agregó con una sonrisa que intentaba transmitir confianza. Bueno, cosa difícil cuando uno está en cama con vendas y varios piquetes de inyecciones.
"No tengo mucho que decirte, hijo, pero ten esto." su padre metió la mano en un bolsillo del pantalón, caminó hacia Heim y le entregó un celular. El de Heim se había roto en medio del golpe, además de que él solo no tendría el dinero suficiente, decidió darle uno él mismo. En la parte de atrás de la carcasa había pegada una foto de los tres, parecía bastante vieja. Cuando Heim y Jenn notaron esa foto se quedaron en silencio, observándola secamente con una expresión complicada, cuando alzó la mirada, su padre ya no estaba. "No esperaba que tuviera algo así, conociéndolo", comentó Jenn con tranquilidad. Ellos dos no hablaban mucho, aparte de cuando se trataba de su hijo o de ponerse de acuerdo para las reuniones escolares. Tener padres separados era algo complicado para él.
"La última vez que fui a casa, aún tenía bastantes. No lo odies tanto, mamá", agregó Heim. Negó ligeramente con la cabeza; lo último que quería en el día era iniciar una discusión con su madre, así que tampoco dijo mucho más. "Creo que será bueno preguntar cuándo me darán el alta ..." Heim soltó, su madre de inmediato se levantó y dijo; "Vuelvo en unos momentos"
"Ok, ¿qué acabo de hacer?"
...
Habían pasado tres días más, después de vigilarlo lo suficiente y saber que estaba en un estado decente. Lo dejaron ir a casa, siempre y cuando fuera a estar bien cuidado, tendría que volver de manera regular para un chequeo, "Y bueno, al menos cuidan bien a los pacientes." Negó con la cabeza, estaba sentado en el sillón con la televisión encendida. Tenía que tener cuidado al moverse, su madre estaba de compras en ese momento. "Ñiñiñi, quédate en casa, es muy peligroso para ti, al diablo, no estoy lisiado..." Soltó un suspiro, estaba terriblemente aburrido y sin nada que hacer en ese momento.
Le había aburrido no tener nadie con quien charlar, y en ese momento sus compañeros estaban estudiando así que mandarles mensaje no era opción. Seguramente nadie se habría enterado de su visita al hospital. "Tampoco es que importe mucho, con dos es suficiente" se respondió así mismo mientras se acomodaba en el sillón, encendió el celular por primera vez en tres días, no tenía motivo del por qué usarlo así que no lo había prendido. "¡Al carajo!" Notó la avalancha de mensajería, al parecer le importaba a más gente de lo que creía. Entre los tantos mensajes, había textos de su antiguo amigo de la infancia, al parecer también se preguntaba qué le había pasado en ese tiempo.
"Bueno, es... Genial supongo" él mismo tampoco sabía qué diablos pensar, así que se tomó un tiempo y empezó a responder a las pocas personas que lo tuvieron en consideración, que se preocuparon por él. Extrañamente también había un profesor entre ellos. "Antes era de las notas más altas... Uh, supongo que aún se acuerda de mí" formó una pequeña sonrisa al imaginar eso, quizás debía de ser más sociable. "Carajo, es la primera vez que mando tantos mensajes en un día"
Era de las personas que prefería hablar directamente con las personas, pero en ese momento le era una tarea imposible, tenía que descansar y recuperar su movilidad, al menos estaba tranquilo. "Quizás les debo devolver todas y pedir las tareas ... ¡El examen! Joder" al menos esta vez tenía una excusa y una muy buena razón para no hacerlo. "Debo de estudiar, hah" soltó un suspiro abatido, iba a suspender el celular, pero justo le llegó una notificación. Cuando la vio, no pudo evitar que su rostro se pusiera extremadamente tenso; "... Al carajo, otra vez tú"
[Me sorprende que sigas vivo]