Con el paso del tiempo, el Emperador Demoníaco Oriental, Li Chen, comenzó a realizar viajes más frecuentes y regulares entre el mundo demoníaco y el terrestre. Estos viajes se convirtieron en una parte integral de su vida y de su misión de buscar la redención y la justicia en ambos mundos.
En el mundo demoníaco, Li Chen seguía trabajando para ganarse el respeto y la aceptación de su propia especie. A pesar de la hostilidad inicial, su valentía y sus esfuerzos por proteger a su gente lo habían convertido en una figura influyente. Continuó luchando contra amenazas internas y externas que ponían en peligro la paz en su mundo natal.
En el mundo terrestre, Li Chen usaba su poder y sabiduría para proteger a su gente de cualquier amenaza que pudiera surgir. También trabajó incansablemente para fomentar la coexistencia pacífica entre humanos y demonios, buscando un equilibrio entre los dos mundos.
Los viajes entre mundos le permitieron mantener una perspectiva única y una comprensión profunda de las complejidades y desafíos de cada uno. A pesar de la dualidad de su naturaleza y las luchas que enfrentaba, Li Chen seguía comprometido con su objetivo final: encontrar un camino hacia la redención y la justicia en ambos mundos.