Después de obtener el traje de carne y escalas de dragón, el Emperador Demoníaco Oriental, Li Chen, regresó al mundo terrestre con un poder y una determinación renovadas. Sin embargo, el poder que había adquirido amenazaba con consumirlo, y su mente comenzó a desmoronarse bajo su influencia.
La influencia del poder demoníaco en su interior lo llevó a un estado de locura. Sus acciones se volvieron erráticas y destructivas, y parecía que estaba perdiendo su humanidad y su conexión con la justicia que había defendido durante tanto tiempo.
En su desesperación, Li Chen buscó una solución para recuperar su conciencia y controlar el poder que lo estaba devorando. Fue entonces cuando encontré el budismo, una filosofía espiritual que promovía la paz interior y la iluminación.
Li Chen se retiró a un monasterio budista y se entregó a la meditación y la reflexión. Durante años, luchó contra la locura que lo acosaba y buscó la redención a través de la espiritualidad. Aprendió las enseñanzas del budismo sobre la compasión, la paz interior y la conexión con todos los seres vivos.
A medida que avanzaba en su camino espiritual, Li Chen comenzó a recuperar su conciencia y su humanidad. Se dio cuenta de que el poder no era suficiente para alcanzar la justicia; También necesitaba sabiduría y compasión.
El budismo lo ayudó a equilibrar su naturaleza demoníaca con su deseo de justicia y convivencia pacífica. El Emperador Demoníaco Oriental había encontrado la redención a través de la espiritualidad y había recuperado su papel como defensor de la paz y la justicia en el mundo terrestre. Su transformación espiritual lo llevó a una nueva etapa de su vida, donde utilizaría sus poderes para proteger a su reino de una manera más sabia y compasiva.