El día del viaje de estudios llegó. La gran mayoría de estudiantes se dispersaron, poco a poco, por el campus universitario. Formaron pequeños grupos alrededor de la plazoleta de la facultad. Esperaban que las movilidades llegarán dentro de unos pocos minutos.
Pequeñas risas y algunos cotilleos alegraban el ambiente; que a contraste de ello, se percibía gélido y brumoso. Este invierno fue mucho más cruel que los anteriores. Las bajas temperaturas afectaron gran parte del cultivo en las zonas agrícolas. Los animales en las granjas redujeron gran parte de su población. Los científicos solo decían que fueron cuestiones propias del cambio climático.
Los autobuses llegaron a la hora prevista y recibieron a los jóvenes en su interior; por lo que pronto partieron en dirección a Bray Head. Poco después, se perdieron de vista las zonas urbanas. Las grandes fábricas que yacían a las afueras de la ciudad también fueron dejadas en el camino. Cadenas montañosas se reflejaban por las ventanas. Pequeños animales oteaban con recelo a las movilidades que se acercaban a su territorio. Nubes grisáceas se asomaron en el cielo, daban indicios de lo que pronto estaba por venir...
***
Existe una definición termodinámica de la vida. Esta nos indica que algo está vivo cuando se encuentra en desequilibrio termodinámico; es decir, cuando incrementa su entropía. Esta es conocida también como "segunda ley de la termodinámica". Todo siempre tiende al caos o el desorden, es lo que nos asevera este enunciado. Las personas tienden a enfermar y envejecer, los alimentos a podrirse, la ropa a ensuciarse, el universo a expandirse. Pero, ¿ Qué pasaría cuando la entropía del universo sea tan grande que nuestro universo colapsara en sí?.
Xdomhan, un mundo caótico, con nubes oscuras y brumosas que atiborraban su atmósfera. Una tormenta alcalina que precipitaba violentamente contra su superficie desértica. Se ve una gran horda de criaturas antropomórficas viendo hacia la cima de una estrecha loma. Un pequeño grupo, miraba la vasta llanura atestada de oscuras presencias. Balar, quien se encontraba en el centro de este selecto grupo, aseveró con una voz fuerte y gutural.
— ¿Cuál creen que es el fin?, quien determina cuál y cuándo es nuestro fin? —gritó, mirando al cielo, abriendo ampliamente los brazos. Como si quisiera sacar toda su frustración ante la destrucción inminente de Xdomhan.
Un gran plano se abre. Mostrando la superficie fría, llena de fallas y grietas profundas. Con energía oscura y profusa emanando de ellas. Fueron escenarios que formaron parte de lo que se veía en este hostil planeta.
Balar, despreocupadamente reveló ambas manos al aire, sosteniendo un pequeño fruto según sus pensamientos. Este, poseía un aspecto mineral y de un azul similar a la iolita.
— El xull, nos dará la respuesta que tanto hemos estado buscando. Permítanme mostrarles el comienzo de una nueva era. Un nuevo horizonte se abrirá ante nuestros ojos —indicó mostrando una sonrisa amplia y siniestra.
Muchas de las figuras dispuestas alrededor, miraban atentamente a aquel ser a quien consideraban más que una autoridad militar una autoridad divina.
En una caverna cerca a este escenario. Una pequeña figura observaba todo este suceso, a través de un resquicio entre una especie de estalagmitas vítreas.
El xull más que un tipo de fruto era una especie de mineral hecha de un alótropo del abxar en su estado más puro.
A diferencia de nuestro mundo, que está compuesto por 118 elementos químicos, que hasta la fecha conocemos; y estos, a su vez de partículas subatómicas. En este universo todo estaba constituido por un único elemento, el abxar. Este podía tener diferentes propiedades según la frecuencia a la que vibre cada partícula; por lo que, existían diferentes formas resonantes en las que se podía encontrar. Por lo tanto, hasta los seres vivos estaban constituidos por este elemento.
***
Me encontraba en la estación de phoenix park aguardando al metro. Era un sábado por la tarde, pocas personas se encontraban en la estación. El clima frío generaba cierta melancolía en el ambiente.
...
...
Hoy me iba a reunir con Amy en una cafetería. Ella planeaba decirme algo muy importante. Tengo curiosidad por saber qué es eso tan importante. La luz verde del umbral de la puerta indica que se llegó a la estación ceant.
...
...
En la cafetería, sentada al lado de la entrada, se encontraba ella. Su distintiva cabellera roja era inconfundible. Acurrucada a su taza de café y con una bufanda que cubre gran parte de su rostro. Estaba sonrojada por el frío del ambiente, me miró cariñosamente mientras entro por el umbral de la puerta.
Ocupo un asiento frente a ella. Me recuesto sobre mis brazos, dándole una sonrisa cálida.
— Hola, hoy tuve un día muy pesado —suspiré mientras se lo decía. Tal vez, esperando un pequeño gesto reconfortante por parte de ella.
Amy me miró de lado y con cierto tono dudoso preguntó.
— Yuri, ¿tienes planes para la semana próxima?
Noté cierto atisbo de preocupación en su voz, por lo que respondí inmediatamente.
— No, tengo algo de tiempo libre, ya que finalizó el semestre esta semana, ¿por qué?, ¿pasó algo?
— no, no es nada grave —me indicó mientras movía las manos enérgicamente, tratando de evitar que me preocupara.
— Mi madre me llamó. Me dijo que pasara la navidad con ellos. Y bueno, me preguntaba si quisieras ir conmigo. ¿te parece? —me dio una mirada avergonzada mientras me lo preguntaba. Un ligero rojo pastel se veía en sus redondos cachetes, notaba que buscaba una respuesta afirmativa con sus ojos.
Sería la primera vez que vea a sus padres. Tal vez, por ello, estaba algo nerviosa. Amy tenía cierto encanto en su manera de hablar, sus gestos y su postura. Daban la impresión de una mujer madura cuando trabajaba o en reuniones sociales, pero este tipo de reacciones son las que solo yo conozco. Y eso es algo que quiero que se quede así.
— Claro, me encantaría- respondí alegremente, mientras acariciaba su cabeza y acomodaba un mechón que se asomaba por su rostro. Ella hizo un pequeño mohín ante mis avances, acompañado de una rápida patada a la tibia.
— ¡ay...! —solo atiné a gimotear por el golpe.
—No sé como puedes actuar tan vergonzosamente manteniendo esa expresión sería. Eres realmente raro.
—No lo sé, tal...
Pronto, súbitamente una gran onda expansiva colisionó contra el ventanal de la cafetería. Piezas de vidrio y objetos salieron despedidos caóticamente. Un ruido estruendoso acompañó a la explosión. Cubrí a Amy con mi pecho, mientras me tiré al suelo tratando de evitar las esquirlas de metal que se aproximaban. Solo alcance a oír un segundo de la explosión, luego un largo pitido y todo se quedó en silencio. Sentí que cada parte de mi cuerpo vibró, por un instante, casi a la misma frecuencia que aquel sonido. Finalmente, todo sentido quedó atrás hasta que perdí la conciencia.
Los grandes edificios en el centro de la ciudad, se encontraban parcialmente destruidos. Miles de personas perdieron la vida, ya que se encontraban cerca del epicentro de la explosión. Cuando recuperé la conciencia, sentí un dolor intenso en los oídos y una sensación de mareo. Miré a Amy, quien poco a poco, abría los ojos. Renuente aún a despertarse.
***
1 hora antes de la gran explosión en Xdomhan
Finalmente, llegó la hora de cambiar nuestro destino. El Tairseach, es aquel camino que nos conecta al universo joven. Sin embargo, aún es muy pronto para poder conquistarlo. Se dijo a sí mismo, Balar. Al instante, arrojó el mineral de xull; casi consciente de la ubicación espacio-temporal del tairseah.
El fruto vítreo oscuro desapareció a unos segundos de ser lanzado. Se pudo apreciar, una pequeña fluctuación de corriente estática a los milisegundos de desaparecer. Balar esbozó una sonrisa autocomplaciente, probablemente habiendo cumplido el primer paso para apoderarse del mundo humano...
...
...
Una saeta de energía se disparó hacia el cráneo de Balar. Este, lo esquivó, sin ninguna pizca de esfuerzo. Mientras desviaba su vista hacia la parte posterior de su guardia. Una presencia de aspecto élfico, mostraba su ira vehemente hacia él. Sus ojos reflejaban el odio más crudo e insondable que albergaba.
Epona, sin ninguna vacilación, siguió atacando con todo su poder. Cada estocada, solo alcanzaba a golpear el aire. Balar, esquivaba y desviaba cada intento de golpe sin hacer algún movimiento innecesario. Este encuentro parecía estar ya determinado desde el primer movimiento.
Epona sometía su cuerpo a un estrés extremo debido a la diferencia de capacidades. Balar, terminó sus intentos desesperados con un solo movimiento. Un solo golpe, con el revés de sus garras, desgarró su hombro. Un fluido, color azul índigo escurría del tendón desgarrado de este ser prístino.
— Buscas la muerte acaso —pronunció Balar, con sarcasmo. Mientras sacudía su brazo, tratando de limpiar la sangre que aún llevaba consigo.
— Epona, por qué sientes tanto apego por aquel hombre. Un ser indigno de nuestra raza.
Epona no palideció ante sus aseveraciones, siguió avanzando hacia balar. Estaba renuente a cualquier tipo de peligro. Siguió dibujando golpes con ambos brazos. El brazo herido se movía casi por inercia. Ambos bañados en auras incandescentes.
Balar dejó de sonreír, su actitud fatua se desdibujó de su rostro y solo quiso darle fin al lamentable estado en el que se encontraba. Tensó el brazo mientras lo aumentaba de tamaño, como si sus músculos se rompieran y regeneraran instantáneamente, engrosándose velozmente. Su aura se volvió más pesado e intenso. Si bien, la diferencia de altura ya era evidente entre ambos, esto hizo que fuese mucho más notoria.
Balar trazó un golpe descendente hacia Epona. Esta no pudo evadir el ataque, por más que lo anticipara.
Las extremidades de Epona parecían desencajarse al momento en que Balar deslizaba sus dedos hasta formar un puño. Su sangre salía a borbotones. Los músculos recién desgarrados se iban reconstruyendo rápidamente. Balar estaba sorprendido por la capacidad regenerativa que ella poseía. Sin embargo, esto no lo detuvo. Siguió asestándole golpes y zarpazos.
Epona no pudo regenerarse a una velocidad mayor a la que Balar la atacaba. Se encontraba en un estado lamentable. Finalmente, carente ya de algún ápice de energía, Epona yacía tendida en el suelo.
Balar miró hacia el cuerpo tendido. Los tendones, cual víboras famélicas, se movían tratando de conectar sus extremidades al torso.
— Juro que nunca descansaré hasta hacerte pagar con creces lo que hiciste —dijo Epona mientras se ahogaba con sus propios fluidos.
Balar sintió la fuerza, casi vehemente, que puso Epona en aquellas palabras.
—Admiro tu resolución, por lo que tendré que eliminarte. Eres algo que podría traer muchos problemas en el futuro— aseveró Balar seriamente.
Consciente Balar del poder regenerativo que poseía Epona, decidió destruir su cuerpo completamente. Extendió su mano, como si tratara de aprehenderla en la palma de su mano. Su intención era más que obvia, quería estrujar violentamente su cuerpo.
Epona con la conciencia unida a un delgado hilo antes de perderla completamente. Veía a través de sus ojos algunos momentos en los cuales compartió con Pwill. Un par de lágrimas rodaron por su pequeño rostro. Entonces tomó la poca energía que le quedaba para realizar su último intento, aunque más que ello, en realidad era una apuesta muy arriesgada.
Una de sus extremidades apenas funcional tomó el collar que exhibía en su cuello. Epona sabía que no podía ganarle a Balar en sus condiciones, pero decidió que, si ella no podía lograrlo entonces encontraría a alguien que si pudiese. Concentró su aura en una última flecha de luz mientras retraía su mente y su corazón hacia un punto muy pequeño en su cuerpo. El hilo de vida que la sostenía en la realidad estaba a punto de romperse. Estiró el brazo hacia atrás para darle poder al disparo, su dedo índice se colocó debajo del mentón. El punto de mira estaba fijo en un lugar en el espacio y en el tiempo.
"Aún no, solo un poco más", se decía a sí misma. Estaba esperando su única oportunidad. Balar no se inmutó por su débil movimiento. Se veía que, lo poco de energía que cargaba ese poder era incapaz de hacerle algún rasguño. Balar se acercaba lentamente sin ningún apuro...
— ¡Ahora! —exclamó Epona al soltar el haz de energía. A través de sus ojos se vió una imagen tenue donde Pwill colocaba un pequeño collar de xull en su cuello mientras la abrazaba por la espalda. La vista del colatín de la flecha, dio por finalizado aquel recuerdo en sus ojos. Su cuerpo, ya sin vida, quedó tendido en el suelo. El vector de la flecha se trazó hacia un par de centímetros del hombro de balar y desapareció en un parpadeo, emitiendo algunos zumbidos eléctricos.
Balar, no notó aquel hecho. Solo lo atribuyó a un intento desesperado por atacar con lo poco que le queda de vida. Aunque, viendo el cuerpo ya sin vida en el suelo, Balar no dudó en destruirlo completamente. Lo estrujó hasta convertirlo en un desecho de carne y huesos. Un estado tan grotesco que produciría en cualquiera un pánico visceral y arcadas tan intensas como puñaladas en el pecho.