Después de tomar un baño, caminé hacia el comedor. No estaba lejos de la puerta cuando vi a un joven hombre familiar de pie justo al lado de ella.
Era León. Se veía majestuoso vistiendo su uniforme negro casual de caballero. Se veía tan guapo simplemente al estar de pie allí.
Luego León dirigió su mirada hacia mí. Me regaló su brillante sonrisa que tanto amaba. Me sonrojé al instante recordando lo que sucedió anoche.
—Buenos días Alicia. —León me saludó con una sonrisa.
—B-Buenos días León. —Saludé de vuelta—. Puedo sentir mis mejillas ardiendo.
León me miró ansiosamente y sonrió. Tocó mis mejillas y las acarició suavemente.
—Te ves tan hermosa hoy. —León dijo dulcemente—. Y sentí que mis mejillas ardían aún más.
León se rió entre dientes. —Vamos a entrar. Estoy seguro de que tienes hambre.
Simplemente asentí.
León tomó mi mano y la sostuvo dentro de la suya. Me acompañó dentro del comedor.