—Lucian miró hacia el techo. ¿Qué demonios había pasado anoche? Todavía estaba confundido. Había mordido a Hazel, mordido, y sus dientes. Sintió sus dientes con sus dedos, ya habían vuelto a la normalidad. ¿Era tal vez solo un sueño?
—Se volvió hacia Hazel. Ella dormía tranquila. Su mirada viajó hasta su cuello, en efecto la había mordido. Podía ver la herida que, extrañamente, ya había sanado y ahora solo era una marca tenue. Lo que le resultó más extraño fue que había querido morderla, se había sentido tan bien hacerlo, como si fuera normal morder a un ser humano. Pero de nuevo, él nunca fue normal.
—Recorrió con un dedo la cicatriz. La marca se sentía caliente bajo su dedo. Hazel se movió en su sueño y abrió los ojos lentamente. Se frotó los ojos con el dorso de las manos y parpadeó un par de veces antes de poder mirarlo. Le pareció adorable cuando ella hacía eso.
—Buenos días —sonrió.
—Buenos días. ¿Dormiste bien?
—Dormí muy bien ¿y tú?