La noche azotaba bajo un frío viento. Los árboles extendían sus ramas como látigos, castigando a los pobres diablo pecadores. Sin discriminación, era la más pura santidad.
El viento silbaba al contacto del oído, como la risa de pequeños merodeadores caóticos. Una burla, dos burlas... Perpetuas burlas.
¿Dientes centelleantes o podridos?
No era una cuestión que pudiera juzgar una persona que escapaba por su vida. Cuando sus instintos se reunían y actuaban como agujas revitalizadoras en su cabeza, no era posible.
Kale corría desesperadamente, su tren de pensamiento imparable. Diferentes emociones negativas reposaban sobre su pecho, que subía y bajaba.
Con grandes bocados de aire, no paró en ningún momento. Como si estuviera inyectado con adrenalina, no sintió sus reveses.
Adrenalina...
Su boca salivaba más de lo normal, creando un verdadero espacio termal. El sudor frío ya lo estaba incomodando, y su corazón bombeaba como una central.
Su voluntad se concentraba en un pensamiento que sobresalia sobre los demás.
"¡Oye, oye, amigo.. Amig-!". Vociferó un hombre.
Se encontraba sobre la calle pavimentada, de regreso a su casa. Había estado bebiendo en el bar hasta que su piel se pusiera rojiza.
Kale sintió un impacto sólido e inmediatamente estaba en el suelo de nuevo. Afortunadamente esta vez no besó el suelo. Pero en base a un intercambio recíproco, diferentes raspones se añadieron a su cuerpo en mal estado.
Espirando un gran bocado de aire, se restableció en el suelo. Para no estar tendido en el suelo, había reposado todo su peso en sus muñecas. Lo cual no fue un movimiento inteligente debido a que estaba débil.
Inspiró y espiro, sus brazos temblaban. En sus ojos cubiertos por suciedad se reflejaron un y sin fin de innumerables cosas, lo cual inmediatamente expiró en un recuerdo lejano
Cuando finalmente se levantó observó a la víctima de su tacleo accidental. Un hombre, quién olía a alcohol espeso.
"¡Tú, maldito!... Maldición, un pobre afortunado sigue siendo un pobre afortunado". Se quejaba el hombre en el suelo.
Kale únicamente se limitó a observarlo con temor en sus ojos. Su mente empezó a maquinar.
"Pedazo de hijo de puta... Entiendo que sea esta maldita hora, pero entiende que aún existen ciudadanos y peatones llevando a cabo su día". Repetía el hombre mientras se levantaba poco a poco
La alta concentración de alcohol en su sangre era en gran parte la causante.
Alcohol en sangre.
Y adrenalina pecaminosa.
"Por qué mierda no me contestas, la concha de tu madre. ¡¿Es que eres un puto retardado de mierda o qué?! Te juro que te agarró acá y te vuelvo normal". Decía el hombre hiperactivamente.
Cada palabra que salía de su boca era apestosa debido al alto cargo de alcohol en las mismas.
Ante esto, Kale simplemente reaccionó alejándose lentamente del sujeto violento.
Pero lamentablemente no compartían pensamientos ni intenciones.
Ell hombre estaba airado y su enojo era palpable. Este era su comportamiento habitual, desvergonzado y violento.
"¡¿Sabes cómo remediar esto?! Eh, dime, dime... ¡¿Sabes cómo remediar esto?!". Dijo el hombre de forma amenazadora.
Sus pasos se volvían más constantes a cada segundo. Cada vez más cercano de Kale quién se alejaba con desconcierto.
Sus dedos ya no estaban helados, sintiendo cada milímetro de los mismos. Sus orejas estaban calientes, y sus ojos invadidos por hebras rojizas.
El antiguo hogar, se había convertido en un edificio. La paranoia ya no era el único inquilino...
El hombre que desafortunadamente fue víctima, se acercó cara a cara con Kale. Su olor era espeso.
Un escupitajo fue el acto que colmó el vaso. Inmediatamente uno cayó sin fuerzas al suelo, de nuevo... Pero con una magulladura nueva.
¡Novedades!
Pero para desconcierto, el "victorioso" salió corriendo de la escena. La paranoia y locura brillando en sus ojos.
Kale sinceramente sentía que sobre los cielos de la ciudad, existía un objeto que engulliria al mundo.
A este punto, sus zapatos ya estaban desgastados pero aún seguía corriendo. La desesperación apretaba su pecho.
Correr de noche era relajante y divertido. Cuando las calles estaban tranquilas y las luces de la ciudad centelleaban como diamantes.
Pero está noche helada, estaba desértica. Las ocasionales luces eran un leve consuelo al alma.
Empezó en una bulliciosa calle. Debido a sus pasos discordantes, zigzagueo entre la nada misma.
Las leves luces de los bares y la luz lunar, se reflejaban en el pavimento, creando un espectáculo desértico y natural. Del cual, Kale no tenía idea.
Aceleró el paso y sintió el subidón de adrenalina al recrear escenarios hipotéticos en su mente.
Por el rabillo del ojo, observó como una mujer desconsolada descansaba entre sus rodillas en una esquina. Su maquillaje barato cruzado y su expresión afligida.
Decidió meterse en un callejón oscuro, donde las sombras proyectaban un brillo inquietante sobre las paredes. El único sonido era el golpeteo de sus pasos sobre el pavimento, con el leve goteo de una tubería rota. Ante esto, Kale reunió mayor valor para perder a sus perseguidores.
Salió del callejón y se encontró en una zona industrial desierta. Edificios se cernían sobre él, con sus ventanas como ojos vacíos que le miraban. Kale corrió entre las calles desérticas, con el único sonido del viento entre los árboles.
Mientras corría, la luna empezó a salir con mayor vehemencia, disipando toda nube oscura y proyectando un resplandor plateado sobre la ciudad.
Sintió que le invadía una sensación de paz, que disipaba su locura anterior. La oscuridad y tranquilidad de la noche eran un bálsamo para su alma que era engullida en un vortice lento.
Kai pensó que había corrido por kilómetros, siendo el eco de sus pasos por los edificios, su único acompañante en su desafiante reto...
Se sentía vivo y libre, el aire nocturno vigorizaba sus sentidos. Mientras corría, sentía una conexión con su alrededor, sus ritmos y su energía corrían por sus venas.
El último respiro antes de la muerte...
Finalmente, se detuvo, con el pecho agitado. Kale miró al cielo, las estrellas centelleaban como diamantes en el cielo nocturno. Agradeció el haber logrado escapar, sus manos temblando y sus ojos ardiente entre hebras rojizas.
Con una sonrisa en la cara, Kale se dio la vuelta. Fue allí, donde pudo observar como dos figuras se acercaban.
Explotar requiere de un simple interruptor.
...
Kansis durmió con malhumor. Principalmente por el golpe recibido, y por otro lado, su empleador. Ahora que lo pensaba, había sido un mal negocio.
En principio iba a dormir con la conciencia tranquila, reconociendo el haber abandonado su codicia en pos de ayudar al prójimo. Pero ahora dormía con una gran venda cubriendo la mayor parte de su rostro.
Por otro lado, Federick había dormido sin complicaciones. Suponiendo que su experimento había sido un fracaso total.
Al día siguiente...
Se registraron una violación y tres asesinatos.
Un desaparecido.
Las víctimas habían sido reconocidas como una mujer, un anciano y un joven. Habían fallecido en horas similares bajo situaciones agraviantes.
La víctima del género femenino había muerto bajo asfixia y las dos víctimas del género masculino fueron molidos a golpes hasta la muerte.
Un hombre llamado Kale fue reconocido como el culpable. Un rico comerciante, dueño de una empresa mediana.
¿Cómo?
Fue descubierto durmiendo entre los órganos frescos al descubierto de la joven víctima. En un acto completamente salvaje, el joven había sido perpetrado hasta un punto irreconocible.
Una noche trágica.