El viento golpeaba como ráfagas a su largo pelo sin control, su rostro estaba oscurecido por las ramas que no permitían el paso del sol.
Bajo esta escena, Federick tomó el timón y se acercó a su Tío-abuelo. Con su paso gradualmente aumentando, finalmente sus hombros tenían únicamente la diferencia en alturas.
"La magia es complicada, pero no imposible de realizar. Escucha bien, y ten tu propia comprensión". Christopher dijo.
Su expresión era sería, la cual progresivamente obtuvo una sonrisa no disimulada. Por primera vez en su vida, había comprendido el pensamiento de un anciano.
"Ruego por la cosmovisión superior de "Él". Quién ha mantenido un registro invicto, Santo del combate, mensajero de todos los seres vivientes y Señor de los ejércitos; El Azul Dorado invicto". Christopher recitó.
Su canto era sonoro, penetrando cientos de metros. El sol hizo acto de presencia ante su invocación, iluminando el área.
"Abre los canales mundiales, haz utilización de tu poder, capaz de destronar las verdades objetivas".
La sangre derramada empezó a hervir, levantarse al levitar. Las hierbas se extinguieron ante un fuego invicto.
El espacio se desdibujo y el tiempo se volvió lento. Federick perdió la consciencia y la claridad aumentó al punto de cegar.
Cuando Federick volvió a abrir los ojos, sus alrededores ya no eran los mismos. Intercambiada por una completamente diferente.
Un salón espacioso, sus paredes altas e imponentes, los cimientos daban fe de la fría e insensible ingeniería que se había empleado en su construcción. El interior era de un gris monótono e industrial. La puerta era de un metal grueso y pesado, siendo flanqueada por dos pilares que parecían elevarse de forma ilimitada como gigantescos centinelas de piedra, contenidos por un techo de color rojo oscuro que simulaba al cielo en el fin de sus días.
Dentro, era frío e implacable. Las paredes estaban adornadas con hileras de luces fluorescentes que proyectaban un enfermizo resplandor amarillo sobre las estériles superficies grises. Los suelos eran de hormigón pulido y el aire olía a polvo y a aire viciado.
A pesar de su estética fría e insensible, la construcción tenía un extraño encanto. Atrayente por su presencia oscura e imponente.
Federick se sentía perdido y desorientado, como si hubiera entrado en un mundo diferente.
"La realidad puede ser una ilusión". Christopher dijo.
Tomando la delantera, se dirigió a las pesadas e imponentes puertas. Por detrás, lo seguía un joven confundido.
Los suelos, antes pulidos y brillantes, ahora crujían al pisarlos, con la superficie arañada.
"A pesar de su estética, en realidad se trata de una antigua mansión. Sorprendido, ¿verdad?". Christopher dijo.
La iluminación, escasa y tenue, parecía esforzarse por penetrar en la oscuridad, proyectando sombras espeluznantes en las paredes y creando una atmósfera premonitoria.
Usualmente Christopher demostraba una personalidad abierta, hecho secuenciado por sus ilimitados movimientos recurrentes. Pero en este momento era diferente, siendo reservado ante el ambiente que impregnaba a la construcción.
"¿Estás seguro que esto no es un hospital psiquiátrico?". Federick preguntó con sarcasmo.
Ante esto, sólo recibió una mirada extraña de Christopher.
"¿Eres tan estupido siempre?". Christopher preguntó sinceramente.
"Creo que me contagié recientemente, ante contacto prolongado". Federick respondió.
"Según el anciano que vive aquí, uno no debe mostrar inquietud o irá ante la palabra necia". Christopher dijo.
Luego de pronunciar estás palabras, su expresión se volvió distante. Experimentaba el pico alejado de un intelectual después de haber tomado un juicio moral superior.
Aunque el hecho que hubiera ejecutado un hechizo mágico sobre el joven, no era un acto que evidenciaba su verdad.
Un Federick mudo, no pudo protestar o refutar ante la verdad superior.
Su ritmo no varió, tomando diferentes direcciones, traspasaron diferentes puertas.
El calor de la vida parecía haber sido succionado, dejando tras de sí una atmósfera fría e insensible. Las paredes, adornadas con retratos descoloridos, parecían cernirse sobre el espacio, proyectando largas sombras que se extendían como dedos esqueléticos.
Los pasillos eran largos y confusos, capaces de introducir a la locura a un genio.
El aire estaba cargado de un aroma de decadencia y abandono, como si el propio tejido de la mansión exhalara un suspiro de desesperación.
"No te orines en los pantalos, joven Príncipe". Dijo Christopher de forma burlesca, disfrutando el silencio.
Los muebles, antaño grandiosos y elegantes, eran ahora testimonio del paso del tiempo; sus cojines, antaño lujosos, estaban desgastados y descoloridos, y la madera, envejecida y agrietada. Las motas de polvo bailaban en la tenue luz que se filtraba por las ventanas, proyectando una sombría palidez sobre todo el espacio.
El interior de la mansión era un lugar donde el tiempo parecía haberse detenido, un lugar donde las alegrías y las risas de la vida hacía tiempo que se habían extinguido, dejando tras de sí un cascarón frío, insensible, oscuro y lúgubre. Era un lugar que parecía susurrar secretos de antaño que era mejor no ser contados.
"A continuación, Federick, demuestra respeto; ya que como habrás notado, el ambiente es tétrico y existen razones para que sea así". Christopher dijo frente a una puerta.
Con su fuerza superior, empujó las pesadas e impecables puertas a un lado.
Dentro existía un amplio contraste con el exterior. Ampliamente iluminado, colgando un candelabro colorido sobre el techo de un blanco mármol.
La inquietud que había tejido el exterior, fue instantáneamente limpiada y purgada bajo la sensación minimalista del interior.
Cuatro pilares de mármol se extendían desde las cuatro diferentes esquinas de la habitación, los cuales hacían combinación con dos tronos que se ubicaban en el área central.
Christopher tomó la delantera, acercándose a Alexandro y Carlos II, quienes yacian con comodidad.
"¡Viejo! Ni siquiera puedes estimular una sonrisa, pero eres bastante gracioso". Christopher dijo con una sonora risa.
Su risa penetró al ambiente sereno y silencioso, atrayendo al caos.
"Eres bastante ruidoso". Carlos II expresó con calma.
"Tú... tú seguramente lo sabías". Christopher llego a una revelación.
A pesar de la usualmente frivola expresión de Carlos II, en está oportunidad no pudo disimular. Sus dientes se mostraron, su sonrisa gigantesca. Una obvia expresión burlesca y superior frente a Christopher.
De repente, una voz erosionada por el paso del tiempo, hizo eco en la mente de los tres individuos.
"Por favor, haced silencio frente a un anciano. Estoy desgastado y escuchar su bochinche, lástima mis oídos". Alexandro expresó.
"Viejo, ¿acaso no eras sordo también?". Christopher pronunció con furia, sus dientes friccionando sus superficies.
"Mis huesos y articulaciones podrán estar levemente desgastadas, pero mí sentido del humor no. Por favor, cálmate, ya eres un anciano y pronto me suplantaras". Alexandro transmitió.
"Bastante tonto de tu parte, Christopher". Carlos II dijo conteniendo su sonrisa.
"Cállate tú también, Carlos. Después de todo, comparten la misma condición. El foco principal pertenece a los jóvenes, como el pequeño Federick". Alexandro transmitió.
El protagonista al cual había cambiado el enfoque, estaba simplemente cumpliendo la tarea de un espectador.
"¿Estás enojado, Federick?". Alexandro preguntó con comprensión.
"Únicamente un poco decepcionado". Federick dijo con honestidad y de forma reservada.
Sus pensamientos anteriores habían sido suprimidos bajo el extraño ambiente que pertenecía a la mansión.
Alexandro, quién no podía movilizar su cuello, observaba continuamente las expresiones de Federick.
"Eres valiente, después de todo es tu primera vez aquí. En cambio, estos dos ancianos casi se orinaron en su momento". Alexandro transmitió con leve burla.
"De hecho, me pareció bastante extraño tu movimiento, anciano. ¿Has perdido tus enseñanzas antiguas o es debido a tu estado actual post-mortem?". Christopher dijo.
"Incluso la decencia del pequeño Federick excede a la tuya, Chris...". Alexandro transmitió con un suspiro imaginario.
"Tu curiosidad me sorprende, así que te contaré una historia".
...
En un pasado lejano, un joven señor de un pueblo llamado "Godis", vivían en las praderas, de forma desorganizada y poco profesional. Llevaban una vida sencilla, cultivando la tierra y pastoreando animales. Sin embargo, su pacífica existencia se vio amenazada cuando una sociedad poderosa, guerrera y monárquica comenzó a expandir sus territorios, tratando de conquistar las tierras ocupadas por su clan, el pueblo Godis.
La sociedad monárquica estaba gobernada por un rey tiránico que creía en la superioridad de su pueblo y tenía sed de ambiciones por cumplir. Quería conquistar las tierras vecinas de forma gris.
El joven, hijo del líder del clan, vio la amenaza que la sociedad monárquica suponía para su pueblo y decidió pasar a la acción. Comenzó a difundir ideales revolucionarios antimonárquicos entre su pueblo, inspirándoles a luchar contra sus opresores. Sabía que era una batalla perdida, pero estaba decidido a perseverar.
Uno a uno, las tierras cayeron ante el poderío demostrado, y pronto, fue el turno del pueblo Godis. El ejército organizado los rodeaba, y el Joven Señor sabía que se les acababa el tiempo. Reunió a su gente y la preparó para la batalla final.
La batalla fue feroz, con el Joven Señor luchando con todas sus fuerzas, pero siendo superados ampliamente en número e inferioridad. Justo cuando parecía que todo estaba perdido, se produjo un giro argumental. El rey contrario y tiránico, vio a una plantula que suponía una promesa, un joven que no tenía miedo de defender aquello en lo que creía, incluso ante una derrota segura.
Por esto, el rey decidió extender un trato al joven: Perdonaría la vida del pueblo Godis si éste accedía a unirse a sus filas.
Como un rayo que inicia un incendio forestal, el Joven Señor estaba indeciso. Había pasado toda su vida luchando, perseverando y afinandose en sus ideales. Tras meditarlo mucho, decidió aceptar la oferta del rey. En base que su pueblo se salvaría y prosperaría.
Un giro argumental propio del destino, estupido y gracioso, frívolo e insensible, sin pensar en el impacto que produce a los individuos que afecta.
Estupido por su forma teatral, gracioso por su significado, frívolo e insensible al decidir el destino del Joven Señor del pueblo Godis. Quién tuvo noches sin dormir, quién mantuvo el cetro en sus manos, convirtiéndose en el significante pilar espiritual para innumerables criaturas... Siendo el pueblo Godis, sólo una de ellas.
...
"No existe un culmen positivo o negativo, únicamente la finalización de un ciclo natural". Alexandro expresó.
Sus ojos lentamente se movieron a la figura de un silencioso y respetuoso Federick.
"Supongo que no habéis recibido nada de la cueva, pero las ganancias del joven no deben haber sido nulas". Alexandro finalizó.
"Eres un viejo bastardo como siempre". Christopher dijo sin reparos.
Su queja interior giraba en torno a sus ganancias nulas...